La política por barrer

LOS portavoces de la CUP insisten en equiparar la política con las faenas de limpieza. Los mismos que alardearon de haber enviado a Artur Mas a la “papelera de la historia” publicitan ahora el anunciado referéndum del 1 de octubre como una gran operación de barrido en la que mezclan conceptos que la mayoría aceptaríamos ver liquidados –como son el patriarcado o la corrupción– con personajes de carne y hueso. O sea, los antisistema anuncian el propósito firme de barrer (limpiar, arrastrar, asear, arrollar, atropellar, eliminar, destruir, según el diccionario de sinónimos) a personas con nombre y apellido.

Un inciso: que en la CUP sean coherentes no quiere decir que obren siempre con eficacia; por ejemplo, el concepto de papelera ha ido mutando conforme lo hacía la tecnología. Hoy en día, una papelera no es el destino final de nada, sino un icono impoluto ubicado en un rincón de la pantalla donde se almacenan objetos descartados. Los archivos que arrastramos hasta ella permanecen en una especie de limbo durante tiempo indefinido, pudiendo ser rescatados en cualquier momento y devueltos a la circulación sin sufrir daño. Dicho esto, ¿alguien se atreve a afirmar que el mismo Mas que se mueve con soltura entre las bambalinas del

procés es un archivo olvidado en la papelera? Pero volvamos al tema: el uso del término barrer por parte de la CUP –y de sus afines– amenaza con seguir borrando muchas cosas. Una de ellas es la sonrisa que en sus inicios daba nombre a esta revuelta independentista. Por eso, ante salidas de tono como la de ayer, quien tiene un nuevo problema no son los antisistema, sino sus compañeros de mayoría parlamentaria y de posados fotográficos históricos. Se atribuye una frase a Churchill que explicaría algunos silencios: “Hay al menos una cosa peor que luchar con aliados, que es luchar sin ellos”.