La solidaridad nos agiganta
Hace 34 años, antes incluso de que la ley de protección a la infancia regulara la figura de las familias acogedoras, Barcelona puso en marcha un servicio municipal pionero. Consistía en que hogares altruistas ayudaran a otros hogares, generalmente monoparentales, con menores a su cargo y que momentáneamente veían limitada su capacidad de atenderlos. En la actualidad, 75 familias voluntarias se han registrado en el censo del Servicio de Familias Colaboradoras, pero no son suficientes, por lo que el Ayuntamiento ha lanzado un llamamiento a la ciudadanía para que conozca esta iniciativa y la apoye. Las formas de echar una mano pueden ser muy flexibles: por horas, días, fines de semana, en vacaciones o en periodos un poco más largos. Las personas que han vivido la experiencia dicen que ha sido muy enriquecedora y que no saben quién resulta más beneficiado, si los niños que reciben ayuda o las familias que les ayudan. No cabe duda. La solidaridad nos agiganta.