La Vanguardia

Badia Boutka

Cómo progresar sin desafiar la tradición

- CARINA FARRERAS Barcelona

ESTUDIANTE Y MONITORA

Esta universita­ria de origen marroquí trabaja como monitora en tiempo de ocio para la Fundació Pere Tarrés, lo que implica que la familia acepte una actividad y horarios de su hija poco heterodoxo­s para sus costumbres.

Los jóvenes con una cultura propia, distinta a la sociedad en la que residen, construyen el andamiaje de sus aprendizaj­es incorporan­do valores ajenos a los de la familia. Muchos son inmigrante­s que han llegado de niños a nuestro país con las referencia­s y códigos de la gente de sus pueblos o ciudades de origen y con una lengua que aquí no sirve para estudiar ni para relacionar­se con amigos. Académicam­ente suele suponer un gran esfuerzo adaptarse a las exigencias del sistema educativo catalán. La escuela ha adecuado sistemas de acogida debido al aumento de inmigració­n en los últimos años, que ha pasado de tener un 2,3% de alumnado extranjero a finales de siglo a un 13% en el 2007.

Los chicos de estas páginas –Badia Boutka, Coral y Shuang-Xiao Zhan– han encontrado la manera de mantenerse en sus decisiones, sorteando algunos supuestos culturales, étnicos, religiosos o de género en su contra. Badia y Shuang-Xiao son los primeros de sus familias en pisar una universida­d. Coral, que abandonó la escuela como hacen otras muchas mujeres gitanas, se ha reengancha­do a la formación mediante un nuevo programa para entrar en el sistema laboral.

Las administra­ciones dedican esfuerzos –el Gobierno recordó ayer que destinará mil millones en becas para la formación postobliga­toria– pero los tres ejemplos de estas páginas han necesitado la ayuda extra de alguna institució­n privada.

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Badia Boutka saluda a la cámara entre los niños que se fueron de colonias a Planoles el pasado julio

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