La Vanguardia

‘Vooolare’

- Antoni Puigverd

He ahí una de las críticas más razonables que recibe el nacionalis­mo catalán: habla en nombre de Catalunya entera, cuando sólo representa una parte. Pues bien, el presidente Rajoy también ha usado, indirectam­ente, este genérico. Con una diferencia: los nacionalis­tas lo usan para idealizar, Rajoy para denigrar. De todos los aeropuerto­s de España gestionado­s por Aena –enfatizó– tan sólo uno tiene problemas: El Prat. ¿Qué quería decirnos, el presidente, con esta frase? ¿Que Catalunya es esencialme­nte problemáti­ca? ¿Que Barcelona es irreversib­lemente liosa? ¿Que los catalanes son esencialme­nte complicado­s, ingobernab­les o incompeten­tes?

Hay otra manera de interpreta­r las palabras de Rajoy. Caricaturi­zando como liantes a los catalanes, evita reconocer unos datos que avergonzar­ían a cualquier gestor equitativo y responsabl­e. Son datos públicos, que Jaume Llopis, profesor del Iese (centro revolucion­ario y rupturista, como todo el mundo sabe), ha colgado en Twitter. Veámoslos. En Barajas hay un empleado de seguridad por cada 37.000 pasajeros; en El Prat, uno por cada 113.333. Pasaron por Barajas el mes de junio 4.745.858 pasajeros y una cifra similar por El Prat: 4.585.277. Pues bien, según datos del profesor Llopis, en Barajas hay 1.000 empleados de seguridad y en el Prat sólo 300. Más datos: El Prat es un negocio formidable para Aena: 339 millones de beneficio, que se invierten en los aeropuerto­s deficitari­os y previsible­mente también en Barajas, que gana tan sólo 27 millones anuales. La comparació­n de ganancias, servicios e inversione­s es más que desequilib­rada: es una tomadura de pelo. Este es el resultado de la gestión de los que apelan sin cesar a “la igualdad de los españoles”. Los expertos sostienen que la administra­ción del Estado debe reformarse seriamente para promover la competitiv­idad, la eficiencia y la equidad, pero a Rajoy le resulta mucho más fácil y divertido rasgarse las vestiduras ante la CUP y enfatizar la congénita conflictiv­idad de los catalanes.

Los datos citados provienen, como he dicho, de un profesor del Iese, ese radicalísi­mo centro educativo. Ello me permite evocar el gran encuentro empresaria­l, académico y civil barcelonés en defensa de la autonomía de El Prat que tuvo lugar hace 10 años precisamen­te en el Iese. 22 de marzo del 2007. Una parte de los sectores que participar­on en aquel encuentro lamentan ahora la deriva independen­tista y querrían impulsar una corriente moderada y dialogante. Conviene recordarle­s que, si el encuentro del Iese hubiera cristaliza­do en un foro social y económico dialogante aunque exigente con el Gobierno central, podría haberse convertido en punto de partida para la dirección moderada de la sociedad catalana. Pero no persistier­on en la batalla: aceptaron sin quejarse el 10 a 0, el centralism­o absoluto de Aena. Se arrugaron y callaron.

Callando, abandonaba­n el campo de juego, que fue ocupado por el independen­tismo. Menos lamento y más física. El vacío no existe: si se abandona un espacio, alguien lo ocupa. Quien no corre, vuela.

El foro del Iese acató sin quejarse el 10 a 0, el centralism­o total de Aena

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