La revuelta fascista de Virginia salpica a Trump por su tibieza en la condena
Acusan al presidente de EE.UU. de haber alimentado el discurso racista de los grupos violentos
Los graves disturbios que se produjeron el sábado en Charlottesville (Virginia), con el resultado de tres muertos, han salpicado políticamente al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por su tibia condena de los hechos, que se atribuyó a su estrecha relación ideológica con los grupos ultranacionalistas blancos que promovieron las violentas manifestaciones. Por su parte, el fiscal general, Jeff Sessions, ordenó al FBI que investigara los incidentes como un delito de odio racial.
Michael Signer, alcalde de Charlottesville (Virginia), se dirigió el sábado por la noche a los grupos de nazis y supremacistas que habían invadido de odio racial su ciudad: “Sois un montón de basura en la historia y en este país”.
Habían sembrado el caos con un trágico balance: un muerto en un atropello al estilo fundamentalista, una treintena de heridos y dos policías fallecidos al estrellarse el helicóptero de vigilancia con el que sobrevolaban la zona.
Signer, demócrata y blanco, participó ayer en varios programas de televisión. En la CBS le indicaron que el presidente Trump, el mismo que se negó a culpar a esos grupos nazis, quería información sobre lo ocurrido.
–Debería mirar su campaña por el retrovisor. Hizo una elección en su carrera presidencial: esos que le rodean. Fue directo al desagüe, a jugar con los peores prejuicios. Aquí, en mi ciudad, hemos visto una línea directa entre lo que ha sucedido este fin de semana y esa elección.
Entre sus colaboradores hay tres nombres que no dejan de sonar desde la emergencia de estos incidentes que arrojan una pésima imagen de Estados Unidos. Steve Bannon, Stephen Miller y Sebastian Gorka están en el punto de mira por su vinculación a colectivos nacionalistas blancos, que con esta Administración se sienten reforzados.
“Hoy mismo debería despedir a esos tres”, clamó Howard Dean, antiguo dirigente demócrata.
En su frustración, Signer arremetió contra la respuesta de Donald Trump, que se limitó a poner a todos en el mismo saco, cosa que no hace si los malos son musulmanes o hispanos.
“No estamos viendo ningún liderazgo de la Casa Blanca”, insistió el alcalde, haciéndose eco de la indignación causada por el discurso del presidente. A la vista del escándalo, impulsado en buena medida por la manifiesta satisfacción de los supremacistas con las palabras de Trump, la Casa Blanca emitió un comunicado mediante el pool de prensa que sigue a Potus, acrónimo en referencia al máximo dirigente.
“El presidente dijo muy alto que condena todas las formas de violencia, fanatismo y odio. Desde luego, esto incluye a los supremacistas blancos, el neonazi KKL y los grupos extremistas”.
Este comunicado anónimo llegó ayer vía e-mail y no se podía atribuir a nadie. Ni a la portavoz...
Entre tanto, el fiscal general, Jeff Sessions, ordenó al FBI la apertura de una investigación por odio racial. Sessions, con un pasado dudoso en la materia, señaló que “la violencia y muertes en Charlottesville golpean el corazón de las leyes y la justicia. Cuando tales acciones surgen de la intolerancia y el odio, traicionan el núcleo de nuestros valores y no se pueden tolerar”.
La consternación no se limitó a los grupos progresistas. También los republicanos lamentaron la no condena. El senador conservador Cory Gardner lo definió de “terrorismo interior”, sin rodeos. “Señor presidente, tenemos que llamar al mal por su nombre, estos son supremacistas blancos”,
El alcalde de Charlottesville culpa al presidente por el tono de su campaña Varios conservadores lamentan que no hablara de terrorismo supremacista
subrayó en un tuit. Su colega de cámara Marco Rubio terció: “Por el bien de la nación, el presidente debe describir los acontecimientos de Charlottesville como un ataque terrorista de los supremacistas blancos”.
Ted Cruz, otro senador, remarcó que los neonazis, el KKK (Ku, Klux, Klan), los supremacistas son repulsivos y malignos y todos tenemos la obligación moral de hablar contra las mentiras, el fanatismo, el antisemitismo y el odio que ellos propagan”.
Hasta Newt Gingrich, uno delos más fieles trumpistas, se mostró contrariado. “El presidente ha perdido una gran oportunidad para marcar diferencias con David Duke”, aseguró. Duke es el líder del KKK, participó en la manifestación y se felicitó por las palabras del presidente.
Trump no sólo olvidó dar el pésame a la familia de la fallecida en el atropello –Heather Heyer, de 32 años–, sino que aprovechó su discurso a la nación para elogiar sus presuntos logros económicos en lo que va de mandato.
En pleno furor por su complacencia con los ultraderechistas, su campaña decidió lanzar ayer un nuevo anuncio electoral con esos supuestos hitos.
Siempre de gatillo rápido con su cuenta de Twitter, Trump se demoró mucho rato en hacer un comentario respecto a los graves incidentes de Virginia. Y, cuando lo hizo, su consideración careció del tono que empleó con los atentados de Niza o Londres, donde se utilizaron vehículos como armas. Lo mismo que en Charlottesville, pero en esta ocasión el conductor era James Alex Fields, un blanco de 20 años, racista declarado y admirador de Hitler.
La regla trumpista de romper con el lenguaje políticamente correcto tiene su excepción. Su devoción por el uso de la denominación de “terrorismo radical islámico” se echa de menos esta vez.
“Si el EI dirige un coche contra la multitud, rápidamente y con lógica se calificaría. Charlottesville, llámalo por lo que es, terrorismo interior”, señaló el ex fiscal general Eric Holder.