Perseguidos por ayudar
Trípoli dice que amplía sus aguas de influencia y no dejará entrar a los barcos
Varias oenegés han suspendido sus tareas de rescate de inmigrantes en el Mediterráneo debido a la actitud hostil del Gobierno libio, que las acusa de violar su soberanía y amenaza con utilizar las armas de fuego si prosiguen con sus acciones de salvamento.
Las oenegés de rescate de migrantes en el Mediterráneo central acaban de sufrir su peor golpe: una declaración del Gobierno libio –reconocido internacionalmente pero disfuncional– según la cual instituye “oficialmente” una zona de salvamento y rescate (o zona SAR) en la que no podrán entrar “salvo petición expresa a las autoridades libias”.
La declaración, efectuada el pasado viernes, vino acompañada de palabras del portavoz de la Armada libia, el general Ayub Qasem, en un sentido claramente hostil: “Queremos enviar un mensaje claro a todos los que violan la soberanía libia y faltan al respeto a la Guardia Costera y a la Marina”. No es la primera vez, ni mucho menos, que Qasem muestra esta actitud, pero en los últimos días los incidentes con los guardacostas libios, entrenados y equipados por la Unión Europea, han sido más frecuentes que de costumbre. El 7 de agosto, una de esas patrulleras advirtió al buque
Open Arms por megafonía: “Estáis cometiendo actividades sospechosas, no os acerquéis a nuestras aguas. La próxima vez dispararemos”. El aviso fue acompañado con disparos al aire.
Tres oenegés, Save the Children, Médicos Sin Fronteras (MsF) y la alemana Sea Eye, han optado por retirarse temporalmente y atracar sus barcos en Malta, al menos hasta que la situación se aclare. Así, el director de Sea Eye, Michael Buschheuer, dijo que “ya no podemos continuar con nuestro trabajo, no podemos garantizar la seguridad de la tripulación (...) La expansión de las aguas territoriales de Libia y las amenazas a la oenegé no nos dejan otra opción”.
En estas condiciones, sólo tres oenegés permanecen en activo, la francesa SOS Mediterranée –cuyo barco, el Aquarius, está apoyado por un equipo médico de MsF–, Proactiva Open Arms, con sus dos barcos, y MOAS (aunque no está claro que vaya a seguir). La también alemana Sea Watch permanece asimismo pero no tiene su barco operativo.
MsF, Save the Children y Sea Eye se retiran de momento y Proactiva Open Arms y otras dos se quedan
El Gobierno de Trípoli no ha presentado ningún documento ni notificado nada a las oenegés. Según MsF, el Centro de Coordinación de Rescate Marítimo de Roma “advirtió” a la organización “de los riesgos en cuanto a seguridad en relación con las amenazas vertidas públicamente contra los barcos en operaciones SAR en aguas internacionales”.
Annemarie Loof, directora de operaciones de MsF, dijo que si las declaraciones libias se confirman “vemos dos consecuencias graves: habrá más muertos en el mar y más gente atrapada en Libia”. En el mismo sentido, el homólogo de Loof en Save the Children, Rob MacGillivray, dijo que “las embarcaciones de migrantes se verán forzadas a regresar a Libia, y muchos niños y adolescentes morirán antes de salir de la nueva zona SAR”. Con toda probabilidad, el retorno a Libia para los que sobrevivan significará de nuevo el ingreso en prisión como inmigrantes ilegales en el país.
Al parecer, la zona SAR que Trípoli se ha atribuido llega a 74 millas de la costa y estaría dividida en seis sectores de 300 kilómetros. La prensa italiana ha publicado que llegaría a 97 millas, como en tiempos del coronel Gadafi, pero esto, además de inexacto, sería impracticable. Ya lo es, de hecho, el límite de 74 millas porque el llamado Gobierno de Unidad (que precisamente se refugia en el puerto de Trípoli por ser el lugar más seguro) no tiene medios suficientes a pesar de la ayuda de la UE, y tampoco controla la extensísima costa libia. En realidad, los guardacostas aún tienen que demostrar su voluntad y capacidad para controlar a los traficantes que lanzan las pateras a cien kilómetros de la capital.