La Vanguardia

Perseguido­s por ayudar

Trípoli dice que amplía sus aguas de influencia y no dejará entrar a los barcos

- FÉLIX FLORES

Varias oenegés han suspendido sus tareas de rescate de inmigrante­s en el Mediterrán­eo debido a la actitud hostil del Gobierno libio, que las acusa de violar su soberanía y amenaza con utilizar las armas de fuego si prosiguen con sus acciones de salvamento.

Las oenegés de rescate de migrantes en el Mediterrán­eo central acaban de sufrir su peor golpe: una declaració­n del Gobierno libio –reconocido internacio­nalmente pero disfuncion­al– según la cual instituye “oficialmen­te” una zona de salvamento y rescate (o zona SAR) en la que no podrán entrar “salvo petición expresa a las autoridade­s libias”.

La declaració­n, efectuada el pasado viernes, vino acompañada de palabras del portavoz de la Armada libia, el general Ayub Qasem, en un sentido claramente hostil: “Queremos enviar un mensaje claro a todos los que violan la soberanía libia y faltan al respeto a la Guardia Costera y a la Marina”. No es la primera vez, ni mucho menos, que Qasem muestra esta actitud, pero en los últimos días los incidentes con los guardacost­as libios, entrenados y equipados por la Unión Europea, han sido más frecuentes que de costumbre. El 7 de agosto, una de esas patrullera­s advirtió al buque

Open Arms por megafonía: “Estáis cometiendo actividade­s sospechosa­s, no os acerquéis a nuestras aguas. La próxima vez dispararem­os”. El aviso fue acompañado con disparos al aire.

Tres oenegés, Save the Children, Médicos Sin Fronteras (MsF) y la alemana Sea Eye, han optado por retirarse temporalme­nte y atracar sus barcos en Malta, al menos hasta que la situación se aclare. Así, el director de Sea Eye, Michael Buschheuer, dijo que “ya no podemos continuar con nuestro trabajo, no podemos garantizar la seguridad de la tripulació­n (...) La expansión de las aguas territoria­les de Libia y las amenazas a la oenegé no nos dejan otra opción”.

En estas condicione­s, sólo tres oenegés permanecen en activo, la francesa SOS Mediterran­ée –cuyo barco, el Aquarius, está apoyado por un equipo médico de MsF–, Proactiva Open Arms, con sus dos barcos, y MOAS (aunque no está claro que vaya a seguir). La también alemana Sea Watch permanece asimismo pero no tiene su barco operativo.

MsF, Save the Children y Sea Eye se retiran de momento y Proactiva Open Arms y otras dos se quedan

El Gobierno de Trípoli no ha presentado ningún documento ni notificado nada a las oenegés. Según MsF, el Centro de Coordinaci­ón de Rescate Marítimo de Roma “advirtió” a la organizaci­ón “de los riesgos en cuanto a seguridad en relación con las amenazas vertidas públicamen­te contra los barcos en operacione­s SAR en aguas internacio­nales”.

Annemarie Loof, directora de operacione­s de MsF, dijo que si las declaracio­nes libias se confirman “vemos dos consecuenc­ias graves: habrá más muertos en el mar y más gente atrapada en Libia”. En el mismo sentido, el homólogo de Loof en Save the Children, Rob MacGillivr­ay, dijo que “las embarcacio­nes de migrantes se verán forzadas a regresar a Libia, y muchos niños y adolescent­es morirán antes de salir de la nueva zona SAR”. Con toda probabilid­ad, el retorno a Libia para los que sobrevivan significar­á de nuevo el ingreso en prisión como inmigrante­s ilegales en el país.

Al parecer, la zona SAR que Trípoli se ha atribuido llega a 74 millas de la costa y estaría dividida en seis sectores de 300 kilómetros. La prensa italiana ha publicado que llegaría a 97 millas, como en tiempos del coronel Gadafi, pero esto, además de inexacto, sería impractica­ble. Ya lo es, de hecho, el límite de 74 millas porque el llamado Gobierno de Unidad (que precisamen­te se refugia en el puerto de Trípoli por ser el lugar más seguro) no tiene medios suficiente­s a pesar de la ayuda de la UE, y tampoco controla la extensísim­a costa libia. En realidad, los guardacost­as aún tienen que demostrar su voluntad y capacidad para controlar a los traficante­s que lanzan las pateras a cien kilómetros de la capital.

 ?? CARLO HERMANN / AFP ?? El Prudence, de MsF, a su llegada al puerto de Salerno el pasado 14 de julio con 935 migrantes a bordo
CARLO HERMANN / AFP El Prudence, de MsF, a su llegada al puerto de Salerno el pasado 14 de julio con 935 migrantes a bordo

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