Calidad de vida
Entre muchos otros parámetros, la positiva evolución de la sociedad depende de la calidad de nuestro trabajo, de nuestros barrios, de nuestras viviendas, de nuestras ciudades, de nuestro nivel económico, de nuestra salud, de la de nuestros seres queridos… Según la calidad de todos esos parámetros, la felicidad colectiva de los ciudadanos se ve influenciada. Y, cuando la conseguimos, observamos que hemos colaborado todos: los políticos, las plataformas civiles y los ciudadanos; sólo así, juntos, logramos la realización de este importante y natural reto: ser felices.
Paseando estos días por Barcelona, veinticinco años después de sus Juegos Olímpicos, recuerdo emocionado la que fue su característica más sobresaliente: su poder de unión. Hace veinticinco años, la calidad de vida de todos los catalanes sin excepción marcó cotas elevadísimas. Mi opinión al respecto es muy clara, todo aquello se logró porque, con mucha ilusión, trabajamos juntos hacia algo positivo y realizable.
Los catalanes, ahora, no sólo estamos divididos en dos partes prácticamente iguales, sino que, además, una de estas partes camina hacia algo, de momento, irrealizable.
Esta división, sin duda alguna, rebaja sustancialmente nuestra calidad de vida colectiva.
JORDI QUEROL PIERA
Barcelona