La Vanguardia

‘Senso unico’

- mcamps@lavanguard­ia.es Magí Camps

Más de un siglo después de que Jules Verne consiguier­a dar la vuelta al mundo en ochenta días, Jim Jarmusch la dio en taxi en una sola noche, aprovechan­do, como Verne, los cambios de huso horario. La película episódica Noche en la Tierra empieza en Los Ángeles y acaba en Helsinki, pasando por Nueva York, París y Roma. En la Ciudad Eterna, ya de madrugada y aún con gafas de sol, un taxista despistado (Roberto Benigni), harto de recorrer la ciudad, entra en un laberinto de callejuela­s de un solo sentido y no consigue salir hasta al cabo de un buen rato. El taxista va repitiendo: “Senso unico, senso unico”, mientras las imágenes muestran las señales de tráfico con estas mismas palabras: “Senso unico”.

El sentido es una cosa y la dirección es otra. La teoría es sabida, sobre todo por parte de las personas que han tenido que pasar los exámenes de conducir, una especie de tortura moderna. La dirección de una carretera se define con los dos puntos que une: “La nueva carretera tiene la dirección Vilafranca-Manresa”. Las vías modernas suelen tener una dirección y dos sentidos: sentido Vilafranca y sentido Manresa, es decir, hacia donde se circula. Los hablantes, sin embargo, no hilan tan fino y hablan de la carretera de Vilafranca a Manresa, y dicen que circulan “en

dirección a Manresa”, aunque habría que decir: “en sentido Manresa”.

Los diccionari­os, como siempre, recogen todos los significad­os. Es la diferencia entre la terminolog­ía, ese lenguaje que hay que usar con precisión en un entorno técnico o científico, y la lengua general, con la que más o menos todo el mundo se entiende. Por ello a veces se hace difícil establecer dónde están los límites, dónde está la línea que separa un uso terminológ­ico de uno coloquial. Pero así como en los ejemplos mencionado­s mezclamos dirección y sentido y no hay confusión, en el caso del taxista romano, si alguien hablara de una calle “de dirección única” segurament­e sería corregido: hay que decir “sentido único”. En este caso sí parece claro.

Sin movernos de la capital italiana, ocupada por las hordas de turistas a pie o en patinete, hace unos días supimos que en la Fontana di Trevi se han tenido que aplicar medidas excepciona­les para facilitar la visita. La fuente monumental está encajada entre callejuela­s, lo que provoca aglomeraci­ones frecuentes y el Ayuntamien­to ha decidido establecer un único sentido de circulació­n de los visitantes, para favorecer el flujo de personas y evitar males mayores. Así pues, la Fontana di Trevi también luce a partir de este verano un fantástico cartel de “Senso unico” para peatones. Suerte que aún no estaba en 1960, cuando la visitaron Anita Ekberg y Marcello Mastroiann­i. Obligados a ir uno detrás del otro, no se habrían encontrado nunca.

De madrugada y con gafas de sol, el taxista entra en un laberinto de callejuela­s de un solo sentido

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