El 4x400 español cierra la puerta con un quinto puesto
De alguna manera, el nivel medio del atletismo en un país se mide en base a los relevos.
Es una norma oficiosa, no escrita. Aunque funciona.
Son cuatro los miembros que componen un relevo. Si un país cuenta con cuatro buenos velocistas, o con cuatro cuatrocentistas de peso específico, la cosa puede funcionar.
Los técnicos de la Federación Española de Atletismo recurren a esa tesis para defender las posibilidades futuras del atletismo español. Y para vestirlo, retroceden hasta el año 2003, el de los Mundiales de París. El mejor que ha vivido el atletismo español hasta ahora, con cinco medallas y otros trece finalistas. Entre ellos el relevo largo: entonces, Canal, Reina, Iván Rodríguez y Salvador Rodríguez habían sido quintos.
El atletismo español no ha vuelto a tener aquel vuelo. Las cosas han ido a menos en los años que sucedieron a París, hasta desembocar en la discreta actuación que se cerraba anoche, en el Estadio Olímpico de Londres.
La paradoja del caso es que el relevo largo –Óscar Husillos, Lucas Bua, Darwin Echeverry y Samuel García– había conseguido, como en París, disputar la final de la disciplina, la última carrera de este Mundial.
Y ahí, el equipo se había defendido con nota. Acabó quinto (3m00s65, récord de España), también como en París, en una prueba que se adjudicaron los triniteños, tumbando a Estados Unidos y rompiendo toda una tradición. Hasta ayer, Estados Unidos sumaba seis títulos mundiales en la prueba, encadenando todos los que se habían disputado desde el 2005.
“Lo bueno es que tenemos un equipo homogéneo. Más o menos, todos corremos en las mismas marcas. No destaca especialmente uno por encima del resto. Eso evita que nos quedemos atrás en alguna posta”, se explicaba Lucas Bua.
Es cierto. Tres de los españoles habían corrido este año por debajo de 45s50. Y el cuarto, Echeverry, había bajado su registro hasta 46s37 en esta temporada.