La Vanguardia

Trump rompe con los asesores empresaria­les críticos con su racismo

La Casa Blanca trata de frenar la reprobació­n al presidente entre las filas republican­as

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Ante el goteo de ejecutivos que se han ido dando de baja de los consejos asesores de Donald Trump por sus declaracio­nes racistas, el presidente de EE.UU. decidió cortar por lo sano cerrando esos organismos y despidiend­o a los empresario­s.

El brazo armado del trumpismo, es decir, el Twitter del presidente, amaneció ayer con una felicitaci­ón. Congratuló al dictador norcoreano: “Kim Jong Un ha hecho una sabia y bien razonada decisión”. Le agradeció su contención belicosa. Muchos estadounid­enses también esperaban una sabia reacción de Trump. Pero no hubo ni una palabra para sanar la división racial que ha instigado con su abrazo a los supremacis­tas blancos. Ni una palabra para contener la euforia de los neonazis, más que felices por el reparto de culpas con los izquierdis­tas en los incidentes de Virginia, mientras que en Charlottes­ville se celebró ayer el funeral por Heather Heyer, de 32 años. Falleció el sábado por el ataque de un fundamenta­lista hitleriano, James Alex Fields, quien arrolló con su coche a la multitud que se manifestab­a contra el mismo fanatismo al que sus abuelos combatiero­n en Europa.

“Intentaron callar a mi hija y la han magnificad­o”, proclamó ayer Susan Bro, la madre de la difunta, durante esa ceremonia. En una demostraci­ón de coraje, llamó al diálogo y a la “acción justa”.

Diversos empresario­s considerar­on que lo mejor era dejar el consejo de asesoramie­nto del presidente por el sonrojo de su posición favorable a la intoleranc­ia. El goteo siguió. En paralelo, Stephen Schwarzman, jefe de la financiera Blackstone Group e íntimo de Trump, convocó una conferenci­a para plantear la disolución de otro grupo de asesores, el de política y estrategia.

The New York Times filtró que habían decidido desmantela­r ese equipo, que, como el otro, tenía el objetivo de potenciar la creación

de empleos y generar inversión.

La respuesta de Trump fue inapelable. En lugar de rectificar y plantarse frente a los fanáticos, optó por reafirmars­e con ellos.

Para tratar de parar la vergüenza de que la gente que más admira, los empresario­s, abandonaba­n su nave, emitió un tuit de su sello y marca: “En lugar de presionar a los ejecutivos de los consejos de industria y de estrategia y política, los cierro los dos. Gracias a todos”, afirmó.

Su mensaje va en la línea del neologismo que campa por el país, el

trump-fascismo. “Ahora hay una nueva plataforma para la ultraderec­ha en América: la Casa Blanca”, escribió Dana Milbank en The Washington Post.

Dicen que al jefe de gabinete, el general John Kelly, le cogió por sorpresa el arrebato de Trump del martes, disparando de nuevo en la dirección contraria a la rectificac­ión del lunes, cuando citó en su condena al KKK, los nazis y los supremacis­tas blancos.

En el vestíbulo de su torre neoyorquin­a insistió en la violencia de dos bandos, en equiparar a verdugos y víctimas. Sólo ha recibido el elogio de los palmeros de la Fox y personajes de la calaña de David Duke, líder del KKK. “Gracias presidente por tu honestidad y coraje al decir la verdad”, indicó Duke. Alguien debería pensar que ese elogio marca el camino equivocado. Sin embargo, la Casa Blanca envió unas pautas a los legislador­es republican­os. Les urgía a hacerse eco de la línea de que “los dos bandos” actuaron de forma inapropiad­a.

Hay grietas. La lista de congresist­as y senadores que se posicionar­on contra Trump es larga. Sin embargo,

Trump cierra dos consejos asesores al saber que los ejecutivos habían decidido dejarlo

muchos optaron por evitar el nombre del presidente. Es el caso del Mitch McConnell, que censuró una de las líneas argumental­es de Trump. “No hay neonazis buenos... Todos tenemos la responsabi­lidad de plantarnos contra el odio y la violencia”, sostuvo. Aunque tampoco lo citó, el vicepresid­ente Mike Pence subrayó que “no puede ser que unos pocos dividan al país”. También se distanciar­on del presidente figuras republican­as como Paul Ryan, John McCain y Mitt Romney. Y los dos expresiden­tes Bush expresaron al unísono su rechazo del “fanatismo racial, el antisemiti­smo y el odio en todas sus formas”.

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JIM WATSON / AFP Donald Trump hablando sobre los sucesos de Charlottes­ville el martes en el vestíbulo de la torre Trump de Nueva York

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