Críticas al presidente por su defensa de las estatuas confederadas
La disposición de Trump para provocar incendios desborda a la capacidad de sus apagafuegos.
“No, no es lo mismo. Un bando es racista, intolerante, nazi. El otro se opone al racismo y el fanatismo. Diferentes universos morales”, le contestó Mitt Romney, exaspirante a la presidencia, después de que Trump equiparara a los supremacistas blancos y a los contramanifestantes. “Una comparación engañosa”, le contestó James Grossman, profesor y director ejecutivo de la Asociación Americana de Historia, respecto a equiparar los monumentos de George Washington o Thomas Jefferson, padres de la patria que fueron propietarios de esclavos, y el general Robert Lee, que lideró las tropas confederadas en su guerra contra Estados Unidos con la misión de preservar el derecho a tener personas en propiedad. “Los creadores de nuestra nación no fueron perfectos y tenían sus pecados, pero Lee luchó para crear y defender otra nación y proteger a los esclavistas”, precisó en declaraciones a la CNN.
En su alegato “salvaje” del martes en su torre de la Quinta avenida de Manhattan, lo que algunos analistas califican como “el momento más surrealista de la presidencia más surrealista de la historia”, Trump defendió que los supremacistas blancos, haciendo exhibición de armamento sin problema alguno, se congregaran en Charlottesville para protestar contra la retirada del homenaje a Lee. “Me pregunto si George Washington será la próxima semana. ¿Y Thomas Jefferson a la siguiente? Os habéis de preguntar quién lo para esto”. Comparó la retirada de esos monumentos con “un cambio de la historia”.
Su justificación causó estupor entre la comunidad de historiadores, que condenó esa falsa equivalencia del presidente entre los nacionalistas blancos y los que se manifestaban contra ellos. Grossman reiteró que esas estatuas se erigieron a finales del siglo XIX o a mediados del siglo XX, siempre en reacción a los derechos civiles. “Se levantaron con el único propósito de mantener la supremacía blanca”, remarcó.
El caso de la ciudad de Virginia ha propiciado que se acelerara la retirada de monumentos que para una gran parte de la población es un insulto. Baltimore desmanteló cuatro la madrugada de ayer, entre estas, una de Lee.
“Lo hemos hecho en el mejor interés de la ciudad”, afirmó la alcaldesa Catherine Pugh. “Para mí, estas estatuas representan dolor y, además, quiero proteger Baltimore de la violencia que se registra a lo largo de la nación”.