La Vanguardia

Lunes, 2 de octubre

- Norbert Bilbeny

El Govern catalán ha anunciado un referéndum sobre la independen­cia para el día 1 de octubre. Al ser la consulta ilegal, según la Constituci­ón, y por los avisos del Ejecutivo español de que el referéndum no se celebrará, puede decirse que no se sabe qué sucederá tal día. Por eso, personas favorables y desfavorab­les a la cita hacen sus pronóstico­s al respecto, y como es inevitable y legítimo, se escuchan premonicio­nes de todo signo, entre el miedo y la esperanza. En este tiempo de espera observamos a unos verdaderam­ente preocupado­s, incluso alarmados, y a otros auténticam­ente ilusionado­s por lo que sucederá este 1 de octubre. De modo que si es verdad que “la historia está hecha para ser contada” –claro, es memoria y esta no se resigna a callar–, a veces, como ahora, nos damos cuenta de que la historia también se vive. En presente, hoy, y a “cámara lenta”.

Pero tanto como pensar en el día 1 de octubre deberíamos hacerlo en el día siguiente. ¿Qué pasará el 2 de octubre? Para todos es el día más importante, aunque ahora no se piense mucho en él. Tampoco podemos saber qué ocurrirá, pero por lo menos se puede –se debería– trabajar por asegurar lo mejor que podría pasar y por impedir lo peor que podría suceder. Lo primero es que sea un día de calma y buen entendimie­nto entre todos, como hasta ahora y como es probable que ocurra. Las tiendas abrirán, habrá clase de matemática­s y los pájaros piarán. Lo segundo es que esa fecha fuera, por lo contrario, un día de exaltación de unos, abatimient­o de otros y revancha por ambos lados. No se puede descartar. Por lo tanto, hay que empezar a prevenirlo desde ahora y que impere el respeto.

No va a ser como aquel 12 de septiembre de 1714. Berwick dijo ver al pueblo “indiferent­e y de vuelta a la faena”. Pero el país quedó arrasado y sin libertades, ¿qué otra cosa podía hacerse que trabajar para comer? Sin embargo, nos seguimos creyendo el mito del catalán laborioso y pactista, l’eina i la feina, lo mismo que el del catalán pacífico y sensato, l’home de seny. Hay bastante de ello, pero también de arrebato e intransige­ncia, la rauxa, belicosida­d incluida y no siempre para defenderno­s.

Pero en el 2017 no hay felipistas ni austriacis­tas, ni asedio. Hay democracia, cohesión social y mucho trabajo por delante. Esos más de 160.000 pacientes en lista de espera. Esos miles de jóvenes trabajando fuera y que quieren volver, como es su derecho. Esta libertad, estas vacaciones que no nos queremos perder.

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