Cantar y bailar... un ‘Stabat Mater’
Vincenzo Capezzuto, el contratenor/ bailarín que revoluciona la escena barroca, trae a Torroella su preformance de Vivaldi
Su conjunto Soqquadro Italiano presenta este proyecto con arreglos para instrumentos antiguos y electrónicos
Vincenzo Capezzuto (Salerno, 1979) es ese chico que canta, baila, performea y profana la música sacra de Vivaldi. En realidad es un pedazo de artista italiano con una larga trayectoria en el mundo del ballet, que un buen día fue descubierto como contratenor natural mientras cantaba entre bambalinas en el teatro San Carlo de Nápoles. Su impostación de voz era tan natural que el maestro de orquesta que se fijó en él le animó a no tomar clases, no fuera a estropearse. Hoy desembarca en el festival de Torroella de Montgrí con su revolucionario conjunto musical, Soqquadro Italiano, y esa atrevida producción del Stabat Mater de Vivaldi en la que no solo pone voz sino que ¡también baila! Baila sobre arreglos de Claudio Borgianni, el director y dramaturgo, que ha adaptado la partitura tanto para instrumentos antiguos como modernos y hasta electrónicos. Arriesgado. Insólito. Criminal. Pero con fuerza.
“Todo empezó cuando estaba yo trabajando con un coreógrafo que utilizaba para su pieza la música de L’Arpeggiata, el conjunto de Christina Pluhar”, explica Capezzuto en Barcelona, en un perfecto castellano con acento argentino aprendido de sus años en el Ballet de Julio Bocca. “Mis compañeros –prosigue–, que me oían cantar mientras trabajábamos, me decían que yo tenía que cantar esas canciones de manera profesional. La verdad es que yo canto desde que tengo tres años. Era un niño que bailaba y cantaba todo el tiempo. Me formé como bailarín, me gradué en la escuela del San Carlo de Nápoles, que incluía todos los estilos, desde el clásico al contemporáneo y el popular, y trabajando en ese mundo y asistiendo a ensayos de óperas, la gente me escuchaba cantar. El director de orquesta me agarró un día y se puso al piano para oírme... ‘Tienes una afinación natural, una impostación natural y has desarrollado un gusto del canto’, me dijo. Yo en realidad no había hecho más que ir imitando a los cantantes que me gustaban, desde chiquito”.
Fue así como Capezzuto se lanzó un día y contactó con Christina Pluhar. La arpista austríaca lo quiso instantáneamente para ella. Ahí empezó una larga colaboración con L’Arpeggiata. Capertorio pezzuto saltó de los escenarios que pisaba con compañías como Aterballetto, el English National Ballet, el Ballet de Julio Bocca o el San Carlo, a otros del nivel del Carnegie Hall. Purcell, Monteverdi... y también músicas tradicionales eran su repertorio.
¿Cómo cambia su voz de un repertorio operístico barroco a otro de músicas tradicionales latinoamericanas? “No cambia absolutamente nada”, afirma.
Pluhar fue otra de las personas que le pidió que no tomara clases de canto. “Aún así, yo lo intenté –confiesa–, aunque me di cuenta de que sobre mi voz no funciona la impostación lírica. Mi voz natural ya queda perfecta en un re- como este. En un momento dado descubrí que la naturalidad era un punto a favor a la hora de hacer comprensible el texto. Y el Stabat Mater queda perfecto sobre mi rango, entre tenor y contralto, y la tonalidad en el fa menor aún más, al igual que la cantabilidad”.
El proyecto propio no se hizo esperar. La inquietud por fusionar concierto, danza y teatro queda reflejada sin ir más lejos en este especial Stabat Mater.
“Ojo, no es un musical, aunque yo cante y baile, no lo hago a la vez, sino que está construido sobre el hecho de que pueda pasar de una cosa a la otra sin solución de continuidad. Todo fluye. Hay parte de improvisación, tanto para los músicos como para mí, para lo cual me tengo que organizar con la respiración, claro”. Es, dice, como si fuera una ópera total, “incluso hay un momento en el que hablo de la pintura de Masaccio”.
Desde que surgió Soqquadro –una palabra que en italiano significa ‘ponerlo todo patas arriba’– sus integrantes están abiertos a experimentar... con instrumentos, estilos, géneros musicales y lenguajes artísticos.
Who’s affraid of baroque fue el primero de los proyectos (lo llevaron por ejemplo al Teatro del Escorial de Madrid); siguió Da
Monteverdi a Mina (por la estrella italiana de variedades, Mina Mazzini), y luego este Stabat Mater, para cuya danza Capezzuto ha contado con el coreógrafo Mauro Bigonzetti, de Aterballetto de Reggio Emilia. Y finalmente saldrá este septiembre el disco del proyecto actual, dedicado a Schubert.
¿También se adapta a Schubert su voz? “También”.