Los terroristas de Alcanar ocuparon el chalet sin levantar sospechas
Unos ciudadanos franceses, jóvenes, de origen magrebí, instalados en un chalet de una urbanización alejada del núcleo urbano, en Alcanar Platja (Montsià), en una zona con pocos habitantes, ideal para pasar desapercibidos. La casa escogida, una vivienda propiedad de un banco, herencia de la crisis, que los presuntos terroristas decidieron ocupar ilegalmente. Ni eso levantó ninguna suspicacia. El Ayuntamiento “no tenía constancia de la ocupación”, explicó ayer Jordi Bort, teniente de alcalde en Alcanar. “Ni los vecinos habían presentado ninguna denuncia”, añadió.
Los nuevos inquilinos, que llegaron hace unos meses a esta zona costera, junto al delta del Ebro, se comportaron con discreción, sin generar molestias, sin constar en el padrón municipal. Los vecinos explicaron ayer que veían entrar y salir muchas personas de la casa y apuntaron rápidamente tras la explosión en un supuesto laboratorio de drogas, hipótesis que también sopesaron los Mossos. Antes no dijeron nada.
Pero ni drogas ni bombonas de gas butano revendidas a los turistas franceses para sus autocaravanas. Sin sospecharlo nadie, los ocupas, en realidad terroristas, preparaban un ataque en Barcelona desde uno de los puntos más alejados de Catalunya, justo en el extremo más meridional del país, cerca de la frontera con Castellón.
Los dos ocupantes localizados en el chalet son dos ciudadanos franceses de origen magrebí, uno fallecido en el acto por efecto de la deflagración y otro herido grave, ingresado en el hospital Verge de la Cinta de Tortosa (Baix Ebre). El terrorista detenido en Alcanar se sospecha que también habitaba la misma casa, pero no se encontraba en el interior del inmueble en el momento de producirse la tremenda explosión.
En el chalet ocupado los Mossos localizaron varios colchones, además de las camas, lo que les hizo pensar desde primera hora de la mañana que en la casa había más ocupas. Una casa con piscina diseñada en su día para el veraneo, en una región de climatología especialmente benigna, en una urbanización surgida en los años 70 sin ninguna planificación urbanística, como lo delatan calles aún sin asfaltar. Un lugar ideal, pues, para el disimulo, para pasar los días sin despertar sospechas.
Es pronto para saber si los terroristas se relacionaban con algunos de los vecinos, o únicamente entraban y salían de la urbanización por la funesta carretera N-340. El coche de uno de los fallecidos en la explosión es el que se localizó en Ripoll (Barcelona). La deflagración frustró sólo parcialmente sus planes.
Alguno de los vecinos que presenciaron la explosión y los momentos posteriores a la gran deflagración, la madrugada del miércoles, ya explicaron ayer por la mañana, cuando nada hacía pensar en la hipótesis terrorista, que lo sucedido no era ninguna explosión de gas al uso. La localización de las veinte bombonas de
gas butano encendió las alarmas e hizo pensar de inmediato en una actividad ilícita en la casa ocupada. Después llegaron las sospechas de que los ocupas eran en realidad traficantes de droga, lo que encajaba con las constantes entradas y salidas en la casa. Y con el paso de las horas se pensó en un grupo de ocupas que malvivían revendiendo las bombonas de gas butano adaptadas para los caravanistas franceses, turistas habituales en la zona.
La investigación deberá aportar más detalles sobre la actividad de los terroristas en Alcanar, sobre el papel que ha tenido el chalet ya tristemente famoso de la urbanización Montecarlo, hasta ayer desconocida y de visita perfectamente evitable. Los vecinos de la casa explosionada, ayer impactados por un desalojo temporal de sus inmuebles por los efectos de la onda expansiva, podrán aportar también más información. La relación con el vecindario era más bien escasa.