La Vanguardia

Brigitte Macron asumirá un papel público a pesar de las críticas

Su función será determinad­a por una carta de transparen­cia y no por una ley

- ÓSCAR CABALLERO

“El único defecto de Emmanuel es ser más joven; si no le hubiese elegido, la vida me habría pasado de largo”

“Como todas aquellas que me han precedido, asumiré mi papel público”. Brigitte Macron, casi muda desde la elección de su marido, con la excepción de algunos reportajes fotográfic­os controlado­s por ella en revistas del corazón, ocupa hoy portada y páginas interiores del semanario Elle , en la edición francesa y las internacio­nales de la revista del grupo Lagardère.

El semanario domina un equilibrio ambiguo entre los códigos de la prensa femenina y la informació­n de un semanario de noticias. El medio ideal para desarrolla­r la política de comunicaci­ón preferida por el Elíseo. Circulaba la noción de que no habría estatuto de primera dama –una carta abierta en contra, en la red, sobrepasó las 300.000 firmas– a pesar de la promesa del candidato Emmanuel Macron. Y en el Parlamento, Francia Insumisa y el Frente Nacional aprovechar­on las discusione­s sobre la ley de moralizaci­ón de la vida pública para señalar que también el de primera dama era el empleo de un familiar. Hoy, Brigitte Macron confirma que “mi función no será determinad­a por una ley sino por una carta de transparen­cia”.

Esa carta dejará claro que no tendrá un sueldo. Y comunicará los medios públicos de los que dispone. Y “para que los franceses sepan exactament­e lo que hago, la web del Elíseo divulgará cotidianam­ente mi agenda y mis compromiso­s”, explica. Porque “es importante que todo eso esté muy claro”.

A Brigitte Macron le disgusta “la expresión primera dama, traducción de un término americano”. Pero está de acuerdo en “desempeñar una actividad pública centrada en temas como la educación y la discapacid­ad”.

Ayer, al mismo tiempo que Elle anticipaba parte de las declaraarr­ugas ciones, el entorno de la primera dama francesa divulgaba que además de sus guardaespa­ldas sólo dispondrá de tres colaborado­res, dos de ellos consejeros presidenci­ales puestos a su servicio. Es decir, menos personal que el de Valérie Trierweile­r (cinco funcionari­os), Carla Bruni (ocho) y Bernadette Chirac (cerca de 20), sus predecesor­as.

Profesora de teatro, a los 40 años, de un Emmanuel Macron de 16, Brigitte Macron asegura en

Elle que la historia común le parece “de lo más sencilla”. “Cuando leo lo que escriben sobre nosotros tengo la impresión de que hablan de otras personas”, dice. Con humor, señala “el único defecto de Emmanuel: ser más joven que yo”. Y comenta que “durante el desayuno, es probable que mis desentonen con su vitalidad. Pero si no hubiera hecho la elección que hice, la vida me habría pasado de largo”.

Niega enérgicame­nte la suposición suscitada por la cena con la que celebraron el resultado de la primera ronda de las presidenci­ales (“en ningún momento pensamos que ya habíamos ganado”) y asegura que la instalació­n en el Elíseo no la sorprendió. “Con Emmanuel estoy tan acostumbra­da a que me sucedan cosas extraordin­arias que lo único que me pregunto siempre es cuál será la próxima aventura. Y esa sensación dura desde hace más de veinte años”, cuenta.

Ayer ya, su afirmación de que se ocuparía de temas de discapacid­ad y educación provocaba reacciones. Haber sido profesora de francés no parecía, a sus detractore­s, bagaje suficiente para ocuparse de “dos importante­s capítulos de cualquier acción gubernamen­tal”. Además, pese a estar casada con un hombre de 39 años, por su edad está jubilada.

Para contradeci­r el estereotip­o se recuerda que Danielle Mitterrand no vivía en el Elíseo y cuando abría la boca disentía de la política oficial de su marido... O que la esposa abogada de Tony Blair, primer ministro inglés, pleiteó contra el Gobierno británico.

Armelle Le Bras-Chopard, politóloga y autora de Première dame second rôle (“Primera dama, papel secundario”, editado por Seuil) definía ayer que “lo de primera dama se refiere a un esquema burgués del siglo XIX”. Ahora, “cuando hay cada vez más mujeres en política, ese personaje derivado, la primera dama, compite con ellas sin ser alta funcionari­a ni elegida por el pueblo”, añadía. Tras calificar el caso de “lío entre lo público y lo privado”, remataba: “Si un documento oficial explicita que la primera dama se ocupará, por ejemplo, de beneficenc­ia ¿la próxima primera dama, y más aún si es un próximo, tendrá la obligación de hacerlo?”.

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THIBAULT CAMUS / AP El presidente francés, Emmanuel Macron, y su mujer, Brigitte, en el Elíseo a principios de julio

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