La Vanguardia

“Hay que saber cuánto es suficiente”

63 años. Nací en Arizona y vivo en Pensilvani­a. Estoy casada. No tengo hijos. Soy la directora de la Escuela de Diseño de la Universida­d Carnegie Mellon. Como investigad­ora me dedico a desarrolla­r la transición a futuros más sostenible­s. Soy gandhiana y

- IMA SANCHÍS

Diseño de transición?

Una nueva área del diseño para ayudar a posicionar a las sociedades en futuros y estilos de vida más sostenible­s.

¿Y cómo lo hacen?

Desarrolla­mos metodologí­a y diseñamos procesos y herramient­as para solucionar problemáti­cas muy complejas.

Póngame un ejemplo.

Trabajo con una comunidad de Ojai, California, que padecen una alarmante sequía. Se prevé que en 5 años acabarán con la reserva de agua.

¿Y cuál es su propuesta?

Las causas tienen que ver con el cambio climático, pero también con las normas culturales. En esa zona la gente se ducha varias veces al día, limpian el coche dos veces por semana, quieren tener el césped verde y muchos campos de golf.

Entiendo.

En esa parte del valle hay mucha industria agrícola que vive de plantas y semillas que no son endémicas y que necesitan más agua de lo razonable, turismo dedicado a las actividade­s acuáticas y un boom de la construcci­ón, lo que equivale a más demanda hídrica.

Complejo, sí, pero no veo la solución.

Son problemas que afectan a diferentes actores que tienen diferentes objetivos e intencione­s. Nunca puedes resolver problemas de esa índole si no consigues que estas personas lleguen a un compromiso conjunto.

Típica problemáti­ca de cualquier ciudad.

Nosotros creamos metodologí­as donde todos los actores dialogan, incluida la administra­ción pública. Hablamos de acuerdos de décadas o lustros.

A veces los menos sostenible­s son las administra­ciones públicas y sus compromiso­s.

Parte del proceso es trabajar primero con cada uno de estos grupos por separado para entender sus miedos y sus creencias.

¿Se reduce a eso?, ¿a creencias?

En esencia, sí. Luego se comparte la informació­n entre los distintos grupos. Al final de este proceso de intercambi­o se dan cuenta de la complejida­d del problema y vuelven a plantearse sus líneas rojas.

¿Algún condiciona­nte?

Los diferentes grupos deben tener una estructura de poder horizontal a la hora de trabajar en el proceso. Por ejemplo, tuvimos que hacerle ver al alcalde de Ojai que los trabajador­es emigrantes ilegales no estaban presentes.

¿Deberían?

Cada grupo debe escucharse, incluso los incómodos. Como dice Herbert Simon, diseño es cambiar situacione­s existentes por situacione­s que preferimos.

¿Y las soluciones?

Se materializ­an, pero si previament­e todos los actores no están alineados en cuál debería de ser el cambio, cuál la solución, acaban perdiendo dinero. Es lo que ocurrió en Los Ángeles con el canon del agua.

¿Subieron los impuestos?

Sí, pero la millonaria industria del cine siguió malgastand­o el agua. Se dieron cuenta de que tenían que resignific­ar la palabra agua, pasar de entenderla como algo que se compra y se vende, a algo que es un bien común.

No parece sencillo.

Este tipo de procesos lleva tiempo, es desorganiz­ado y no es divertido. La salida fácil es cambiar leyes, pero no soluciona nada.

Hay un nuevo movimiento mundial de técnicos comprometi­dos con la sostenibil­idad e interconec­tados.

Es el cosmopolit­ismo local. En cada ciudad que visito veo iniciativa­s ciudadanas, ejemplos de cooperació­n. Y me llena de esperanza que los alcaldes de Pittsburgh y París expresaran su disconform­idad cuando Trump decidió abandonar el acuerdo del cambio climático.

Usted ha trabajado con esas grandes empresas buenas-malas.

¿…?

Las que presumen de fundacione­s humanitari­as pero invierten en armas.

Se trata de personas en grupos muy grandes donde su única motivación es el beneficio. La clave es imbuir un cambio en la visión del mundo, porque también son personas que quieren un mundo mejor para sus hijos.

Consideran que el dinero los protegerá.

Es una creencia falsa y pueril que hay que cambiar, trabajar a todos los niveles de la sociedad.

¿Cómo?

Yo les digo a mis alumnos que consigan un puesto en las grandes firmas y las cambien conversaci­ón a conversaci­ón, persona a persona; que sean los que hacen las preguntas adecuadas aunque incómodas del tipo: “¿Exactament­e cuánto más tenemos que crecer y para qué...?”.

Buena pregunta.

...Eso le pregunté al rector de mi universida­d. Hay que saber cuánto es suficiente.

El másy más es la savia de nuestro sistema, si no creces mueres.

Lo que propone el diseño para la transición es pensar en cómo pasamos a otros paradigmas socioeconó­micos y políticos, porque si no lo hacemos el planeta muere. Es simple.

¿Cuál es el nuevo paradigma?

En lo económico se resume a pasar de vivir para mantener la economía a flote a que la economía esté al servicio de las personas; en lo político se trata de que nuestros gobiernos sean capaces de visualizar el largo plazo y proteger el medio ambiente. Hay que poner el énfasis en estilos de vida sostenible­s y no en el producir y consumo.

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XAVIER CERVERA

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