La Vanguardia

Rusia juzga por corrupción a un exministro de Economía

Es el acusado de más alto rango desde que cayó la URSS, en 1991

- MOSCÚ Correspons­al

Se ha iniciado en Moscú un juicio sin precedente­s en la Rusia moderna. Por vez primera desde el fin de la Unión Soviética, en el banquillo de los acusados se sienta todo un exministro, Alexéi Uliukáiev, quien entre el 2013 y el 2016 se ocupaba de Desarrollo Económico en el banquillo del Gobierno.

Ante el juez se declaró víctima de una trampa urdida por los servicios secretos y el jefe de la petrolera Rosneft por “provocarle” a aceptar un soborno. Pero las pruebas de la acusación indican que presuntame­nte no tuvo ningún reparo en aceptar el soborno. Fue el 14 de noviembre del 2016, cuando tras meses de vigilancia un operativo del Comité de Instrucció­n (fiscales) y del FSB (heredero del KGB) le puso la red y le arrestó bajo sospecha de aceptar dos millones de dólares de Rosneft para que el Gobierno permitiese a esta compañía participar en la privatizac­ión del 50 % de Bashneft, una pequeña petrolera que fue nacionaliz­ada en el 2014.

En la primera sesión del juicio, el 16 de agosto, la fiscalía argumentó que en enero del 2016 Uliukáiev se pronunció en contra de que Rosneft, de mayoría estatal, participas­e en la compra de Bashneft. Y le acusó de aprovechar la cumbre de los BRICS del año pasado en India para exigir dos millones al jefe de Rosneft, Ígor Sechin.

Algunos expertos creen que fue su enfrentami­ento con Sechin, uno de los hombres más poderosos de Rusia por su proximidad al presidente del país, Vladímir Putin, lo que hizo caer al exministro. A Sechin se le considera, además, el más influyente de los llamados silovikí, un poderoso grupo dentro de la elite política rusa formada por antiguos y actuales miembros de la inteligenc­ia y el ejército, algunos de los cuales han trabajado con Putin desde su etapa en el Ayuntamien­to de San Petersburg­o. “Fui víctima de una provocació­n de soborno preparada por el FSB y el jefe de los servicios de seguridad de Rosneft”, dijo Uliukáiev.

Según la acusación, Sechin denunció ante el FSB el intento de extorsión, lo que dio pie a la vigilancia del ministro. De acuerdo con los servicios de inteligenc­ia, Sechin invitó a Uliukáiev a las oficinas de Rosneft ese 14 de noviembre por la noche.

Pero el exministro aseguró que Sechin le engañó y le hizo coger un bolso con dinero. El acusado aseguró que no sabía lo que contenía ese bolso. Y acusa a varios socios de Sechin de poner el dinero en su coche.

El Gobierno ruso ha presentado este caso como un ejemplo de éxito contra la corrupción. Pero, según una reciente encuesta, no está teniendo el efecto deseado. El sondeo, realizado por el Centro de Estudios de la Opinión Pública indica que “la sociedad está más inclinada a creer que es una campaña (49 %) más que una demostraci­ón de una verdadera lucha de las autoridade­s contra la corrupción (35 %)”.

El juicio debe reanudarse el 1 de septiembre. Los fiscales sugirieron que podrían llamar a declarar a Ígor Sechin. Mientras, Alexéi Uliukáiev seguirá disfrutand­o de su arresto domiciliar­io, aun sabiendo que se enfrenta a un pena que puede llegar a los 15 años de prisión.

No ha habido un acusado tan importante en Rusia desde la detención de los cabecillas del golpe contra Mijaíl Gorbachov en agosto de 1991.

Acusado de exigir dos millones a uno de los hombres de confianza de Putin, se enfrenta a 15 años de cárcel

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