Un republicano del ala dura para defender la isla de Guam
EL GOBERNADOR GUAMEÑO ES UN FIEL PARTIDARIO DE TRUMP, A QUIEN HA AGRADECIDO SU DURA RETÓRICA BELICISTA PARA PROTEGER AL PARADISIACO ENCLAVE DE LOS MISILES NORCOREANOS
“Señor presidente, nunca me había sentido tan seguro ni confiado como con usted”, le dijo a Trump
“Estamos con vosotros al mil por ciento”, decía la voz del presidente de Estados Unidos al otro lado del teléfono. “Estáis seguros. Estamos con vosotros al mil por ciento”, repetía Donald Trump. Eddie Baza Calvo, nativo de Guam y gobernador de este territorio estadounidense no incorporado, sonreía con el manos libres en su residencia de Agaña.
Luego publicó el vídeo de la llamada en Facebook, satisfecho con la fama que ha adquirido su figura en las últimas semanas. La escalada de tensión entre EE.UU. y Corea del Norte ha puesto en el mapa a esta remota isla en las Marianas –más pequeña que Menorca, de apenas 163.000 habitantes y 540 km2– y también a su gobernador, un republicano radical que se ha sumado a la retórica belicista de Trump desde el primer momento. “Señor presidente, nunca me había sentido tan seguro ni confiado como con usted al timón”, le respondió.
Los isleños no parecen compartir la devoción por el presidente: un 71% de ellos prefirieron a Clinton. Algo estéril –no tienen derecho a voto ni representación en Washington–, pero significativo: se equivocaron por primera vez desde 1980. Calvo no tiene problemas en declararse un seguidor del trumpismo y acudió a su torre de Manhattan durante la transición, cuando el equipo del presidente electo le prometió un responsable para el día a día de las colonias estadounidenses repartidas por el mundo. Aunque en un principio apoyó al senador por Texas Ted Cruz –conservador del Tea Party, antiinmigración, opuesto al matrimonio homosexual y al aborto– en las primarias del partido, pronto supo ver por donde soplaba el viento y se decantó por el magnate de Manhattan. Los guameños aportan nueve delegados en la convención de julio que elige al presidente. Todos fueron a Trump.
“Yo mismo vine del sector privado antes de convertirme en senador y gobernador”, explicó entonces Calvo para justificar su opción. Nació en una familia nativa de origen chamorro en una isla que durante más de tres siglos fue una colonia española. Su padre, Paul McDonald Calvo, ya fue gobernador de Guam antes que él. Pudo estudiar en California y entrar a trabajar en una constructora local, donde llegó a ser gerente general. Entonces dio el salto a Pepsi como vicepresidente de la empresa distribuidora en la isla. “La economía de Guam lo está haciendo muy bien –dijo–, y esto se debe a que tenemos un conservadurismo fiscal que está a favor del crecimiento, de los negocios, del ejército y respeta la dignidad individual. Trump ha expresado su pleno apoyo por estos ideales”.
La negativa de Calvo a aumentar los niveles de alarma pese a las amenazas norcoreanas de lanzar al menos cuatro misiles balísticos en las aguas cercanas a Guam podría responder a los altos niveles de ocupación turística durante la temporada alta. Ahora son tiempos de vacaciones en el vecino Japón, que junto a China, Corea del Sur y Rusia aporta los principales visitantes de Guam. Según Calvo, el 95% de los hoteles están llenos y casi no ha habido cancelaciones. “Parece un lugar bonito”, le dijo el presidente, que le prometió un 110% de ocupación gracias a su propaganda. No hay ni refugios nucleares: en los 14 minutos que tardaría un misil norcoreano en alcanzar la isla no habría tiempo de esconderse. Con 55 años, Calvo es el segundo gobernante republicano consecutivo en Guam y un partidario de que se convierta en el estado 51 de EE.UU. Incluso en el 2016 planteó la celebración de un referéndum al estilo Puerto Rico para que los chamorros –los descendientes de los indígenas, un 40% de la población– decidiesen entre la independencia, la libre asociación o convertirse en un estado. Al otro lado del pasillo se encuentran los activistas independentistas, que creen que las bases militares –que ocupan el 30% del territorio de la isla– son un imán de problemas. Sobre todo con los vecinos del norte.