Las caceroladas del Raval se convierten en velas solidarias
Las protestas contra los narcopisos devienen en silenciosas concentraciones contra el racismo
Las caceroladas que desde principios de este verano protagonizan numerosos vecinos del barrio del Raval para protestar contra la proliferación de narcopisos se convirtieron estos días en un silencioso alegato antirracista. Ahora la gente del rincón más multicultural de Barcelona no machaca sus sartenes más viejas al caer la noche para mostrar su indignación contra el creciente tráfico y consumo de drogas que se produce frente a sus viviendas. Ahora los vecinos ponen velas y encienden farolillos en todas las esquinas de sus calles con el objetivo de mostrar su solidaridad con todas las víctimas del atentado y sobre todo acallar a todos aquellos que tratan de aprovecharse de las circunstancias para difundir mensajes racistas y xenófobos. Al parecer no son pocos quienes en estos momentos tratan de sembrar la cizaña en el Raval.
Los vecinos que organizan estas movilizaciones explican que la primera cacerolada silenciosa, la del jueves por la noche, tuvo lugar de un modo más bien espontáneo. Nadie tenía ganas de armar jaleo al final de aquella jornada tan agria. Entonces la gente del barrio puso velas en todos los bolardos que encontró, en todos las esquinas que pudo, en las calles d’en Roig, Riereta, Carretes y otras muchas... Pero el día siguiente el Raval amaneció con una pintada racista en la escuela Milà i Fontanals. “Esto es un nido de terroristas –pudo leerse en las puertas del centro educativo–. Fuera moros criminales”. La noticia corrió por los grupos de WhasApp vecinales, por las redes sociasamientos. les, por las escaleras y los bares. Y muchos vecinos descubrieron de repente que no todos comparten su indignación al respecto, que muchos otros se muestran comprensivos con la pintada de marras, que acusan a los magrebíes de no condenar el terrorismo, de no preocuparse por el barrio, de quedarse en su casa cuando hace falta que salgan a la calle...
“Uno de los peores problemas del Raval es el racismo –explica uno de los vecinos que está detrás de las caceroladas que desde principios de verano tienen lugar en la calle d’en Roig–. A veces esos malos sentimientos parecen más soterrados, parece que no pasa nada... y en otras ocasiones pues aprovechan para salir a la luz. Yo mismo tuve que darme de baja de un par de grupos de WhatsApp de vecinos porque no podía compartir esos pen- Porque las caceroladas contra la proliferación de narcopisos están sirviendo precisamente para demostrar lo contrario, que barceloneses de toda la vida y también sudamericanos, filipinos, paquistaníes, magrebíes y marroquíes podemos convivir y trabajar juntos por un barrio mucho mejor. Del mismo modo que nos unimos contra la droga podremos hacerlo por muchas más cosas”.
El viernes por la noche un centenar de personas se concentraron frente a la escuela Milà i Fontanls y recitaron poemas, leyeron manifiestos antirracistas, algunos incluso recordaron los años en que estudiaron en aquellas aulas. Y el sábado por la noche muchos quisieron repetir. “Estas concentraciones en defensa de la convivencia en el Raval se celebrarán al menos hasta la noche de mañana –prosigue explicando este vecino de la calle d’en Roig–. Entonces decidiremos cuándo volvemos a montar las caceroladas. Mire, este domingo habría tenido lugar la cacerolada número cincuenta de la calle d’en Roig. De ningún modo hubiera sido posible salir a las calles durante cincuenta noches consecutivas si no hubiéramos estados unidos, trabajando mano a mano, personas de procedencias muy diversa. En el Raval no podría ser de otro modo”. Los vecinos aún no tienen decidido cuándo retomarán su lucha contra los narcopisos. De todas formas sí que tienen acordado celebrar una gran manifestación a principios de septiembre, una gran marcha donde se leerán manifiestos en catalán, castellano, inglés, tagalo, urdu, bengalí... En las lenguas en las que aquí se entiende la gente.
Una pintada xenófoba desata la indignación de muchos vecinos que quieren defender la convivencia en el barrio