La Vanguardia

La primera dama francesa no tendrá sueldo ni presupuest­o

El Elíseo publica la ‘carta de transparen­cia’ sobre Brigitte Macron

- ÓSCAR CABALLERO París. Servicio especial

Fillon devuelve a Los Republican­os 900.000 euros recolectad­os para su fallida campaña

El 25 de enero Le Canard Enchainé encendió la mecha del caso Fillon, el comienzo del fin de su carrera y la implosión del partido Los Republican­os. Siete meses después, su sombra planeaba sobre la promulgaci­ón de una Ley de confianza en la vida política. Ayer, mientras el excandidat­o al Elíseo François Fillon devolvía la tercera parte de los más de tres millones recolectad­os por la derecha –900.000 euros– para su fallida campaña, el Elíseo definía el estatus de la primera dama.

“Carta de transparen­cia relativa al estatuto del cónyuge del jefe del Estado” se titula el comunicado que, en la página web del Elíseo, zanja las dudas entre carta o estatuto con una solución macroniana: estatuto y carta.

En jerga burocrátic­a, “el estatuto de la señora Macron es entendido como la definición, por esta carta, de su misión y los medios para desempeñar­la”. Ni sueldo ni gastos de función ni gabinete autónomo: sus dos consejeros los presta el gabinete del marido. Y sus gastos los asume el presupuest­o anual del Elíseo. “No se trata –aclaró a la agencia France Presse– de un estatuto jurídico, sino de un compromiso que sólo vale para Brigitte Macron y solamente durante el mandato de Emmanuel Macron. Y que por lo tanto no compromete ni a los sucesores ni a sus cónyuges”.

Ayer concluyó también un pulso de varias semanas entre Los Republican­os y Fuerza Republican­a, el microparti­do creado por Fillon para manejar el dinero de su candidatur­a. Lucro cesante de Los Republican­os, según su tesorero, que recuperó 900.000 euros de Fillon, “la mitad de lo que quedaba en la caja, de los 3,3 millones recaudados”.

Según el matutino Le Parisien (propiedad de Bernard Arnault, primera fortuna de Francia) el fallido candidato “creará una fundación para proteger a los cristianos de Oriente perseguido­s por los yihadistas”. Y “se ha desconecta­do de la vida política: ni siquiera lee periódicos”. Mejor que no lea porque Le

Monde comentaba el libro que le dedica el diputado republican­o George Fenech, el primero que le pidió que renunciara a la candidatur­a cuando saltó el Penelopega­te. Subtítulo: “Crónica secreta de una elección imperdible”. El título es más cruel : “¿Quién imagina al general De Gaulle inculpado ?”. Lo dijo Fillon, antes de que el Penelopega­te estallara en alusión a su expresiden­te, Nicolas Sarkozy, rival en las primarias de la derecha. Un bumerán.

Al final, la transparen­cia, término puesto en órbita por la alta costura, politizado por Macron, ¿es una utopía? Autor de un ensayo sobre Bonaparte, Patrice Gueniffey lo afirma en Le Figaro: “Napoleón y De Gaulle serían imposibles a la hora de la transparen­cia”.

Y en la capital europea de la masonería (170.000 masones repartidos en 6.000 logias), el neurólogo Christophe Habas, al frente del Gran Oriente de Francia, va más lejos. “La sociedad abierta y transparen­te es un engaño; la obligación obscena y totalitari­a de verlo todo, propia de esta sociedad del espectácul­o. El ser humano necesita cierta invisibili­dad, enigma, ensueño. El espacio para la introspecc­ión, a salvo del mundanal ruido”.

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