La Vanguardia

Musulmanes contra la barbarie

Unas 2.500 personas se manifiesta­n contra el terrorismo en una concentrac­ión organizada por la comunidad islámica de Barcelona

- ANNA BUJ Barcelona

“Ya era hora”, asiente Hansel Cerezo mientras miles de musulmanes se congregan en la plaza Catalunya.

“Ya era hora de que haya una manifestac­ión así –continúa–, porque es muy importante que se diga basta a este gran problema desde el interior. Así sufriremos menos los que no tenemos nada que ver”.

Hansel, vecino de Barcelona, fue uno de los participan­tes a la concentrac­ión organizada ayer por 153 entidades contra el terrorismo. La Guardia Urbana cifró la participac­ión en unas 2.500 personas, 5.000 según la organizaci­ón.

Mientras él se lo mira desde el extremo, dos chicas lloran desconsola­das y las cámaras las buscan. “No somos asesinas”, gritan. “Nos sentimos señaladas”. El clamor es unánime: el ataque a la Rambla no va con la inmensa mayoría de la comunidad musulmana de Catalunya.

En la tarima, los portavoces leen un mensaje de condena en catalán, castellano y árabe, pero son interrumpi­dos una vez tras otra.

–“La akhaf, la akhaf” (no tenemos miedo), claman después de decir lo mismo en catalán.

“Esto es brutal –cuenta Míriam Hatibi, portavoz de Ibn Battuta–, ha quedado clarísimo de que la gente quería que hiciésemos algo. Nos da fuerza para cerrar una puerta y seguir adelante”. La autocrític­a es clara: llaman a las autoridade­s a tener un diálogo fluido y cambiar cosas “que no se adaptan a estos tiempos”. Que no vuelva a suceder.

La escuchan muchísimas mujeres, con velo y sin velo, hombres y niños, con y sin chilaba... “Somos de Afganistán. No podía vivir en mi país por esta mierda y he llegado hasta aquí”, lamenta Allah Nazar, que lleva una senyera. Incluso marchan imanes de otros lugares de España como Qamer Fazal, recién llegado de la mezquita de Córdoba.

“Es que era necesario. Mucha gente piensa que no tenemos que pedir perdón... pero no: tenemos que salir todos y hacer llegar a los no musulmanes que nuestra religión no tiene nada que ver con todo esto”, dice Mariam, una marroquí de Sant Cugat, con velo, de 26 años.

La manifestac­ión baja por la Rambla, la arteria atacada, hasta el mosaico de Joan Miró, que se ha convertido en altar de recuerdo a las víctimas del 17 de agosto. Han acudido políticos –la presidenta del Parlament, Carme Forcadell; los tenientes de alcalde Gerardo Pisarello y Jaume Collboni; los consellers Raül Romeva y Meritxell Serret...– pero ellos hoy no son protagonis­tas. También ha venido el presidente de la comunidad islámica de Ripoll, responsabl­e de la mezquita.

Hace horas que se sabe que Younes Abouyaaqou­b, el conductor de la furgoneta, ha sido abatido en Sant Sadurní d’Anoia. Aquí todos responden igual: “Se lo tiene bien merecido por muy musulmán que sea”, escupe Uasima, al frente de la marcha, sin pensarlo un segundo.

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DAVID AIROB Un grupo de mujeres musulmanas depositan un ramo de flores en el mosaico de Miró tras la manifestac­ión convocada por la comunidad islámica de Barcelona
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