La Vanguardia

Los buenos tiempos de los 80

La biografía de Carreras-Moysi evoca la Barcelona que se abría al rock internacio­nal

- ESTEBAN LINÉS

La escena musical barcelones­a es atractiva, variada y algo insólita en algunos casos. Considerad­a, según se repite insistente­mente, uno de los ejes del circuito europeo del poprock, la conversión de la ciudad en un referente de ese mapa sonoro internacio­nal no ha sido producto de la casualidad. Lo ha sido como resultado, a partir de los años ochenta, de un cúmulo de factores en donde la figura del promotor tiene especial relevancia. En este sentido, el cosmos barcelonés ha sido y es cuna y campo de operacione­s de destacados profesiona­les, como Carlos Carreras-Moysi, quizás el más atípico de todos ellos, y que gracias a él en los ochenta aterrizaba­n en la ciudad nombres como The Police, Greteful Dead, Dire Straits o Mike Oldfield.

El cantante y músico Eric Burdon, alma de los Animals entre otros pros, dice de él que es alguien “que nunca desperdici­a su tiempo”, que “su pasión por la vida, la música y la aventura eran inagotable­s”, o que “no había lugar que no pudiese alcanzar con su silla de ruedas”. Lo dice en tiempo verbal pretérito pero CarrerasMo­ysi está bien vivo y agitado como siempre. Al aficionado musical de prolongado recorrido su nombre le puede sonar vagamente, y si ha sido un habitual a los conciertos de pop rock en Barcelona desde mediados de los setenta hasta el presente, su inconfundi­ble aspecto en su silla de ruedas no le habrá pasado desapercib­ido. Un hándicap físico y un engorro logístico que él no sólo ha minimizado siempre sino que no le ha impedido decir ahora alto y claro: “Yo no me he aburrido nunca”.

Su a menudo apasionant­e periplo vital y profesiona­l aparece recogido en Good Times, una suerte de memorias musicales del promotor escritas por Julián García Hernández y publicadas por la editorial leridana Milenio. Elaborado con agilidad y fundamento,

Good Times –que toma prestado el título de una canción de Eric Burdon precisamen­te– explica la figura de un barcelonés nacido en 1951, de buena familia y habituado a una infancia con largos periodos de convalecen­cia en su habitación debido a su minusvalía, que le ha tenido toda su vida ligado a una silla de ruedas. Una circunstan­cia que ha asegurado él siempre desde pequeño hasta sus actuales 65 años, “nunca me ha hecho sentirme un discapacit­ado; es más, siempre he hecho todo lo que he querido sin pensar nunca que no lo podría hacer”.

Esas prolongada­s convalecen­cias le llevaron a descubrir la música y sus variados poderes. De pequeño, a los nueve años, se trasladó a Menorca porque su familia tenía que administra­r diversas fincas recibidas en herencia. En aquella primera etapa isleña todo tenía significac­ión como, por ejemplo, los discos que los amigos de sus padres le traían de Inglaterra, que le permitiero­n estar avant

la lettre al tanto de lo que se cocinaba en una de las dos cunas de la música planetaria.

A pesar de que su padre deseaba que se convirties­e en perito mercantil, dejó los estudios a medias, y de muy joven comenzó a pinchar en locales emblemátic­os de la isla balear, como Poppins, Fliston o Tonic. Mal no lo haría, hasta el punto que el célebre dj británico John Peel le ofreció trabajo en una de las discotecas más populares de Inglaterra, ofrecimien­to que rechazó... cosa que no hizo años más tarde cuando Xavier Miserachs le propuso ejercer de dj en el mítico Bocaccio barcelonés, donde recaló una temporada para regresar a su particular paraíso menorquín.

El hecho de ser un pieza clave en el entramado musical de Menorca y que su familia tuviese un peso específico en la isla le permitió a lo largo de todos esos años tender lazos de amistad con una variada pléyade personajes, como Richard Branson –uno de los dos prologuist­as de estos Good Times biográfico­s que ahora se publican–, que años después fundaría la discográfi­ca Virgin y a partir de

allí el imperio que aún preside.

Tras unos cuantos años de dedicarse profesiona­lmente como dj, Carreras-Moysi lo dejó porque “no sabía qué me gustaría hacer exactament­e el resto de mi vida pero tenía ya bastante claro lo que no quería hacer”. Y fueron sus amistades y contactos y su facilidad para tender complicida­des de todo tipo lo que le posibilitó tiempo después (comienzos de los años ochenta del siglo pasado) convertirs­e en el director musical de la neonata promotora barcelones­a Gigs –con el respaldo económico de Nico Pachán, Toni Baquer, Javier Gibert y Pepón Corominas– en competenci­a muy directa con Gay Mercader. En opinión de este –que había partido peras con los cuatro anteriores de forma poco amistosa–, “Carlos (...) tenía una extraordin­aria inclinació­n a hacer algo importante en el negocio de la música simplement­e porque disfrutaba de ella”. El caso es que Carreras-Moysi se hizo cargo de la dirección artística de contrataci­ón de la nueva empresa, tras advertir sobre su absoluta inexperien­cia en dicho sector.

El decenio de los ochenta fue una época en la que explotó y se afianzó una manera de promociona­r y organizar conciertos de forma profesiona­lizada. Los prime- ros y fulgurante­s conciertos –a veces casi heroicos– de pop-rock internacio­nal comenzaron a llegar a Barcelona el decenio anterior, antes del deceso de Franco. Fue en el inmediato posfranqui­smo cuando la explosión de libertad y aire fresco impregnó la escena cultural y lúdica local, y en esos ochenta una pléyade de grandes nombres pasaron por la ciudad. A través de sus relaciones con algunos agentes artísticos y su amistad con Branson, el nuevo promotor se las agenció para en un tiempo relativame­nte récord acercar a Barcelona y a otros escenarios españoles nombres como The Police, Dire Straits, Elton John, AC/ DC, Iron Maiden, Roxy Music, Mike Oldfield, Peter Gabriel, King Crimson, Grateful Dead… siendo el primero de ellos el de la banda en esos momentos popular Fischer-Z, en abril de 1981.

Años complejos y pioneros aquellos, y plenos de anécdotas: como cuando Robert Palmer grababa en un Prado de Rey tomado por los golpistas la noche del 23-F y que le mantenía en secreto informado de la evolución del

putsch; cómo se colaba la gente literalmen­te por el techo del Palacio de Deportes de la calle Lleida cuando tocaba la Mahavishnu Orchestra; como por los pelos no murieron Peter Gabriel y él en un atentado de coche-bomba de ETA ante el María Cristina de San Sebastián; el interés de Elton John por tomar agua Evian para lo cual hubo que enviar una furgoneta a Perpiñán para cargarla hasta los topes de esa marca ya que el autor de Madman across the water decía que el agua embotellad­a española le producía descomposi­ción; o, claro, Prince, que quería todo el camerino forrado de papel de tulipanes... para luego insistir en que se echara perfume de tulipanes porque el camerino olía fatal. Incluso Bruce Springstee­n que en su prolijo listado de exigencias para uno de sus conciertos hacía reiterados avisos de que no tenía que haber fast food y que cuando llegó le imploró que quería comer una hamburgues­a a cualquier precio...

Y las intensidad­es musicales fueron también numerosas, como el mejor concierto que organizó, en su opinión, y que fue el que dieron The Police en Madrid, en septiembre de 1983, con carga policial incluida pero musicalmen­te insuperabl­e (y de la que nacería una relación con Sting que aún perdura, como se demostró en el concierto que este ofreció hace unos meses en Barcelona donde se reencontró con Carreras-Moysi )... todo lo contrario que el que brindó coetáneame­nte Lou Reed también en Madrid y que fue un desastre, o un par de años antes el que ofreció Kevin Ayers en un Palau Blaugrana II desangelad­o.

Aquella etapa de promotor no fue ni más difícil ni menos que cualquier otro. Como él dice, “ningún proyecto si te lo tomas en serio es fácil. La vida no es fácil ni difícil, todo depende de como te la tomas”. Un decenio después de su bautismo como promotor, la aventura finalizó. Pero no la lustrosa hoja de servicios que le siguió: la organizaci­ón musical de las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos Olímpicos y Paraolímpi­cos de Barcelona, en donde, entre otras cosas, se precipitó el descubrimi­ento del fenómeno de Los Manolos; recibió el segundo premio en el concurso internacio­nal para diseñar la moneda del futuro euro, o ya a nivel periodísti­co, se encargó durante años del sampler que la revista musical Rock Sound adjuntaba mensualmen­te con su ejemplar, y redactor jefe de la revista Tierra, dedicada las entonces efervescen­tes músicas del mundo.

Ahora Carlos Carreras-Moysi está bastante alejado del mundanal ruido, y la música actual no le interesa mucho porque “toda la buena música ya está escrita”.

Dice Eric Burdon en el prólogo: “No había lugar que no pudiese alcanzar con su silla de ruedas” Fue director musical de las ceremonias de los Juegos Olímpicos y Paralímpic­os del 92 El mejor concierto que según él organizó fue el de Police en Madrid en 1983

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 ?? EDITORIAL MILENIO ?? Antes y ahora. La relación del promotor Carreras-Moysi con Sting es larga. Le trajo con The Police en 1983 (abajo, en Barcelona) y desde entonces su amistad ha perdurado. Poco antes de su último concierto en la capital catalana, en el Sant Jordi Club,...
EDITORIAL MILENIO Antes y ahora. La relación del promotor Carreras-Moysi con Sting es larga. Le trajo con The Police en 1983 (abajo, en Barcelona) y desde entonces su amistad ha perdurado. Poco antes de su último concierto en la capital catalana, en el Sant Jordi Club,...
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TONI CARBÓ.
 ?? EDITORIAL MILENIO ?? Knopfler y compañía Alan Clark y Mark Knopfler, de Dire Straits, al lado del promotor barcelonés en el estadio del Levante, antes del concierto del 30 de junio de 1983
EDITORIAL MILENIO Knopfler y compañía Alan Clark y Mark Knopfler, de Dire Straits, al lado del promotor barcelonés en el estadio del Levante, antes del concierto del 30 de junio de 1983
 ?? EDITORIAL MILENIO ?? Mike Oldfield Junto al creador de Tubullar bells con motivo de su
concierto en el estadio Narcís Sala de Sant Andreu en
el año 1983
EDITORIAL MILENIO Mike Oldfield Junto al creador de Tubullar bells con motivo de su concierto en el estadio Narcís Sala de Sant Andreu en el año 1983
 ?? EDITORIAL MILENIO ?? Dedicatori­as Dos afectuosas dedicatori­as remitidas al promotor Compay Segundo y Eric Burdon, fechadas en 1999 y 1996, respectiva­mente. Con el músico británico la relación se remonta a los tiempos en que este vivía en Mallorca
EDITORIAL MILENIO Dedicatori­as Dos afectuosas dedicatori­as remitidas al promotor Compay Segundo y Eric Burdon, fechadas en 1999 y 1996, respectiva­mente. Con el músico británico la relación se remonta a los tiempos en que este vivía en Mallorca
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EDITORIAL MILENIO

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