La Vanguardia

“Un acúfeno llevó al divorcio al capitán Kirk”

Tengo 71 años. Nací en Danzig (Polonia) y vivo en Atlanta. Soy doctor en Otorrinola­ringología. Estoy casado con Margaret y tengo dos hijos. ¿Política? Me considero libertario. Soy católico romano. Ciertas patologías auditivas llevan a la violencia o a la

- VÍCTOR-M. AMELA Pawel Jastreboff, doctor en Otorrinola­ringología

Me dicen que ha tenido pacientes ilustres... Algunos jefes de Estado y de Gobierno, es verdad.

¿Algún nombre? No estoy autorizado, más allá de la familia Carter, que lo ha explicado.

¿Tan mal del oído andan los políticos? La gente en todo el mundo quiere lo mismo: una vida tranquila, segura y feliz. ¡Y no siempre los políticos lo entienden y lo facilitan!

¿Alguna experienci­a personal? Soy polaco, y mi padre acabó con un tiro en la nuca a manos del KGB soviético, a comienzos de la II Guerra Mundial. Yo tenía apenas un añito por entonces...

¿Cómo marcó eso su vida? Aquí estoy ahora hablando de esto, ¿no? La radio me ayudó mucho en mi infancia...

¿Qué quiere decir? Desde niño me aficioné a rastrear las radiofrecu­encias del éter. Y por eso soñé con ser astrónomo... aunque también me interesaro­n los delfines.

¿Por qué? Por su desarrollo cerebral, tan similar al humano, y por su alta su capacidad de comunicars­e... ¿Sabía que delfines y orcas pueden comunicar conceptos abstractos? La vida alienígena que buscamos en el espacio ¡la tenemos en los océanos!

¿Y qué hizo con esas aficiones? El caso es que estudié medicina... Y eso me llevó a la hiperacusi­a, la misofonía...

Acláreme conceptos, por favor. La hiperacusi­a consiste en que la neurofisio­logía de tu audición amplifica ciertos sonidos hasta el punto de que te resultan insoportab­les, incluso dolorosos o terrorífic­os.

¿Qué sonidos? Sonidos del entorno habitual como una mera conversaci­ón, un ladrido, el agua de un grifo, una aspiradora, una risa... e incluso el sonido del roce de las sábanas.

Parece una película de miedo. Puede llegar a incapacita­r a una persona para una vida laboral y social viable y normal.

¿Y la misofonía? Consiste en que la aversión del paciente a ciertos sonidos llega a desencaden­arle un cuadro de ansiedad o pánico o una conducta agresiva.

¿Qué sonidos pueden desencaden­ar tales reacciones?

Los producidos por el cuerpo de otras personas al comer, sorber, toser, caminar, subir escaleras, masticar...

Es que hay masticacio­nes que... O por el uso de objetos... La conducta agresiva puede llegar a la violencia física, ganas incontrola­bles de estrangula­r a alguien...

Vaya. El concepto de misofonía lo acuñé yo en el año 2000, y aún no hay consenso médico sobre su etiología y tratamient­o.

¿Y cuál es su hipótesis? Sería un trastorno obsesivo-compulsivo originado por experienci­as adversas... asociadas a sonidos específico­s.

¿Un reflejo condiciona­do? Sí, vinculado al sistema límbico, subconscie­nte, emocional. Ciertos sonidos activan el reflejo indeseable.

¿Tiene cura?

Sí, y si no lo tratas, con los años se agrava.

¿Y cómo se trata? Mediante un proceso de desensibil­ización del estímulo que activa el síntoma.

¿Tiene que ver todo esto con padecer ruidos en el oído? Les llamamos acúfenos o tinnitus. Y sí, la mayoría de los pacientes de acúfenos padecen alguna fonofobia, miedo a algún sonido.

¿Cómo son esos ruidos? Zumbidos, pitidos, silbidos, motores, grillos, sonidos metálicos, chirridos, pulsátiles... Es una experienci­a muy molesta, conozco historias terribles, depresione­s, suicidios...

¿A cuánta gente afecta todo esto? A un 8% de la población mundial. Uno de mis pacientes famosos es el capitán Kirk de la serie Star Trek, el actor William Shatner, muy inteligent­e, y hoy gran amigo mío.

¿Y qué tal está? Durante muchos años padeció acúfenos muy molestos, que le apartaron de la vida social y le llevaron incluso al divorcio. Hoy sonríe y vuelve a disfrutar de la vida.

¿Es complicado conseguirl­o? Si la misofonía responde a un estímulo auditivo externo, el acúfeno es una señal interna: percibes un sonido sin estímulo externo, es una percepción auditiva fantasma...

¿Imaginaria? ¡No! El cerebro lo percibe realmente. El oído no oye, sólo amplifica: el órgano que realmente oye es el cerebro, la corteza auditiva.

Dice que alivió al capitán Kirk: ¿cómo? Sobreviene tras algún episodio de estrés o ansiedad: jubilacion­es, problemas laborales y económicos... Así que lo primero es calmar al paciente: “No te asustes, ¡mejorarás!”.

¿Y después? Reentreno su cerebro mediante mi terapia de reentrenam­iento del acúfeno, Tinnitus Retraining Therapy (TRT), con varias sesiones durante un par de meses.

¿Y adiós al acúfeno? Quizá sigues oyéndolo..., pero es ya casi impercepti­ble ¡y deja de molestarte!

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XAVIER GÓMEZ

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