El imán de Ripoll buscó trabajo sin éxito en una mezquita belga
Es Satty desapareció al pedirle sus antecedentes penales en el oratorio de Diegem
La mezquita buscaba predicador, pero Es Satty tampoco hablaba francés El responsable del centro creyó “inmoral” llegar desde España a trabajar de imán
La fiscalía federal belga está colaborando con los Mossos d’Esquadra y la justicia española para tratar de aportar el máximo de detalles posibles sobre el paso del imán de Ripoll por Bélgica, antes de abrir su mezquita en Catalunya. Es esta una de las vías que intentarán aportar luz sobre los vínculos internacionales que tenía la célula terrorista de los atentados de Barcelona y Cambrils.
Muy poco se sabe todavía, más allá de que entre enero y marzo del año pasado, Abdelbaki es Satty se movió entre las ciudades colindantes de Vilvoorde y Diegem, para buscar trabajo como imán. Pero no tuvo éxito, ya que desde el principio levantó sospechas.
El primero de sus problemas se debió a qué “sólo hablaba español”, según explica a La Vanguardia el alcalde de Diegem, JeanPierre De Groef. Se trata de un importante inconveniente, ya que los rezos en la mezquita de la ciudad son en francés y en árabe, por lo que en estas circunstancias, el presidente del centro de culto pensó que “era inmoral venir desde España a Bélgica para trabajar como imán”.
Como el responsable del centro de culto, no obstante, estaba buscando un predicador en esa época, intentó conocer más detalles sobre Es Satty antes de plantearse contratarle. Le preguntó entonces por sus antecedentes, pero con un pasado en prisión en España por tráfico de drogas y problemas con la ley de extranjería, evitó dárselos. Había cumplido cuatro años de condena en 2014 y un juez paralizó su orden de expulsión de España. El director de la mezquita “nunca tuvo ninguna explicación”, relata el alcalde.
Esta negativa añadió aún más dudas sobre cuáles eran las verdaderas intenciones de Es Satty en Bélgica, por lo que el representante de la mezquita quiso “informar” a la policía federal. Fue entonces cuando “la persona desapareció a finales de marzo y desde ese momento no volvimos a oír hablar más de ella”, dice De Groef.
Este relato, que coincide con el ofrecido por el alcalde de Vilvoorde, es todo lo que se sabe por ahora de la estancia de Abdelbaki es Satty por Bélgica. No consta ni siquiera su lugar de residencia o con qué otras personas se pudo relacionar en esos tres meses, porque no estaba registrado de forma oficial. “No sabemos dónde estuvo durante todo este tiempo y, desde luego, desconocemos dónde estuvo después”, asegura el alcalde.
En Bélgica, Vilvoorde y Diegem, su nombre ha vuelto a aparecer tras los atentados y ha sido después de que la prensa española informara sobre su paso por el país cuando los dirigentes municipales han ofrecido los detalles.
El Gobierno federal tampoco tenía constancia. “El imán Abdelbaki es Satty no es conocido por el Servicio de Inmigración bajo este nombre, ni ha solicitado una tarjeta de residencia”, dijo en Twitter el secretario de Estado de Inmigración, Theo Francken. Pero aseguró que las autoridades trabajarán con los responsables de la investigación en Barcelona y Madrid para aportar el máximo de detalles posible.
La noticia no ha sentado bien ni a los habitantes ni a autoridades de estas dos ciudades. Los atentados de París y Bruselas pusieron el foco sobre Vilvoorde como uno de los focos de yihadismo. El programa que han sacado adelante para luchar contra la radicalización de los jóvenes está teniendo éxito y su nueva vinculación con los últimos atentados en Europa ha sido un pequeño jarro de agua fría. Aunque la conexión, sea, por ahora, sólo de forma indirecta.