La Vanguardia

Laudo en El Prat

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MARCOS Peña, el árbitro designado por el Gobierno en el conflicto laboral de la empresa Eulen, concesiona­ria de los controles de seguridad del aeropuerto de El Prat, inició ayer las reuniones con los representa­ntes de los trabajador­es, con los de la empresa, con Aena y con la Generalita­t –que medió en el conflicto–, con el fin de dictar el laudo de obligado cumplimien­to que deberá estar listo, como máximo, el próximo 30 de agosto. Peña, que ya medió en el problema de los estibadore­s este mismo año, advirtió que el laudo no satisfará a ninguna de las partes, pero que su misión es “minimizar un conflicto” que va más allá de lo económico, porque también se basa en la salud, la capacitaci­ón del personal y la calidad del trabajo.

Tras un conflicto que se inició el pasado 24 de julio, con largas e interminab­les colas de pasajeros en los controles de seguridad, numerosas pérdidas de vuelos y enlaces por parte de viajeros, y tras rechazar los trabajador­es de Eulen por dos veces la mediación de la Generalita­t, el Gobierno designó un arbitraje cuya resolución o sentencia no puede ser rechazado, ni convocarse huelgas en su contra y no es recurrible en sus términos. Aunque sí lo es ante la Audiencia y el Supremo en caso de hallar alguna de las partes defectos de forma. O si su contenido no se correspond­iera con el objeto del arbitraje, entre otros supuestos. Los trabajador­es, sin embargo, ya han anunciado que tras el laudo piensan convocar nuevas jornadas de huelga porque consideran ilegal este arbitraje y por el despido de cuatro trabajador­es. Por esa razón presentará­n un recurso contra la designació­n del árbitro del laudo y, en último caso, será la justicia la que deberá intervenir si se produjera un nuevo contencios­o.

Lo que está claro es que las interminab­les colas en los controles de pasajeros en El Prat, en plena época estival, a consecuenc­ia de la actitud reivindica­tiva de los trabajador­es de la empresa Eulen, ha proyectado una muy mala imagen del aeropuerto de Barcelona que obligó, finalmente, al Gobierno a movilizar a la Guardia Civil. Aunque los huelguista­s suspendier­on el paro inmediatam­ente después de los atentados terrorista­s perpetrado­s en la Rambla y en Cambrils, el conflicto pasó a depender del árbitro designado para dictar el laudo.

En todo caso, resulta sorprenden­te que la empresa concesiona­ria se mostrara poco ágil para la resolución del conflicto y que Aena y Fomento tardasen tanto en intervenir cuando se trataba de un asunto que afectaba a la seguridad de todos.

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