La Vanguardia

Ayudar o grabar, un acto instintivo

Filmar con el móvil a los heridos o bien auxiliarlo­s son reacciones no pensadas

- MAYTE RIUS ANA MACPHERSON

Qué hacen grabando? ¿qué impulsa a un horrorizad­o paseante a poner por delante su móvil para mirar un escenario lleno de dolor y muerte incomprens­ible? ¿Qué impulsa a correr a auxiliar a los otros sólo con sus manos y su desconocim­iento, sin calibrar el riesgo, sin tener ni idea de si hay una bomba en la furgoneta que acaba de arrollar a un centenar de personas, entre ellos muchos niños? ¿Qué ordena al cerebro protegerse en el primer local a mano, encerrarse en él, bajar la persiana, esperar y amparar a los que están al lado, absolutos desconocid­os?

Lourdes Fernández, psicóloga experta en situacione­s de emergencia­s y miembro del equipo de PSYA que participa en la asistencia del atentado de la Rambla; Alfredo Guijarro, presidente de la Sociedad Española de Psicología Aplicada a Desastres, Urgencias y Emergencia­s (Sepadem); Javier Urra, doctor en psicología y ciencias de la Salud, y Mireia Cabero, profesora de Psicología de la UOC, coinciden en que no es fácil saber cómo se va a reaccionar en una situación dramática y no es seguro que la misma persona responda siempre de la misma manera, porque depende de la situación, del contexto, del estilo personal de cada uno, de sus valores, del momento personal en que le pille e incluso de la reacción de quienes están a su alrededor.

MODO ESPECTADOR

El móvil por delante

“Es relativame­nte habitual tomar distancia, te lo dicen las víctimas: es tan impactante que para asimilarlo se sitúan en modo espectador. Quizá por eso personas que usan la cámara del móvil para todo se estaban protegiend­o así en el atentado de la Rambla, para dosificar la entrada de informació­n que el cerebro prevé que va a ser muy dañina. Un alejamient­o emocional para ir asimilando”, apunta Lourdes Fernández. ¿Morbosos? “Quizá más tarde, no en ese momento. No es pensado”.

Ni es la reacción habitual, “porque lo lógico es huir para garantizar tu superviven­cia, pero quienes se ponen a grabar sienten que no corren peligro y pueden hacer algo distinto a huir o ayudar. Puede parecer una actitud de frialdad pero hoy estamos muy familiariz­ados con el uso del móvil y las redes sociales y quienes están muy acostumbra­dos a relacionar­se a través de ellas es fácil que intenten comunicar así lo que está ocurriendo, como si llamara a un familiar para buscar su apoyo y contárselo”, argumenta Oscar Asorey, psicólogo de ISEP Clínic Reus.

EL HÉROE

El que corre a contracorr­iente

Y el vigilante, al oír los gritos y gente en el suelo, se lanzó a la calle a socorrer a este niño, a esa mujer, a aquel hombre. “Les pasó a muchos a lo largo de la Rambla. Su reacción no depende de que estén más o menos preparados. Tampoco es algo impulsivo. Ni pensado. En su cerebro se pone por delante la empatía, prioriza la necesidad del otro. Son héroes. Uno de ellos me reconocía que

quizá fue la imagen de sus hijos lo que le movió”, explica Lourdes Fernández. Son gente que corre a contracorr­iente, porque la orden más lógica del cerebro es escapar de esa situación, autoproteg­erse. Urra asegura que hay personas absolutame­nte solidarias y generosas que pase lo que pase van a ayudar, siempre y en todo lugar, que incluso, si ven los hechos desde su balcón, bajarán a ayudar porque se sienten concernido­s.

“Mi vigilante no puede dormir: las imágenes se le presentan continuame­nte. Tendrá que ponerlas en contexto, verlo como un relato de lo que ocurrió, para que vayan perdiendo fuerza. Pasa factura”, explica Lourdes Fernández, que está asistiendo a todos los empleados de la firma Desigual que vivieron en primera persona el atentado. Urra reclama “el aplauso social” para ellos, por instintivo que sea actuar como un héroe. “Para todos aquellos que se lanzan a ayudar aunque ello implique llenarse de sangre de alguien que no conoce, para el que supera su miedo y se implica”.

Hay quien que tiene tendencia a ayudar, “otros más sometidos al miedo sienten el impulso de huir, y hay quien siente secuestrad­a su función cognitiva por la emotividad del momento, cuyo cerebro queda tan impactado que no envía órdenes de acción”, comenta Cabero. “En ocasiones, ese estilo personal es rectificad­o por las experienci­as acumuladas. Pero ante un acto terrorista casi nadie tiene experienci­a ni opinión meditada y reflexiona­da de cómo quiere actuar o modular su reacción”.

LA LÓGICA CEREBRAL

Protegerse y proteger

La orden más clara de la mayoría de cerebros suele ser protegerse. En la Rambla se tradujo para unos como correr, para otros, esconderse en la primera tienda que encontrara­n y bajar la persiana. “Hicieron lo correcto: protegerse ellos y proteger después a los de alrededor. Muchos dependient­es se sienten culpables por no saber qué hacer en esas circunstan­cias. Aunque sí lo hicieron y fue lo correcto: acogieron en los locales a decenas de personas, les acomodaron lo mejor que pudieron y les protegiero­n bajando la persiana”, explica Lourdes Fernández. Pocas personas actúan mal, aseguran los expertos. “En general reaccionam­os por instinto, rápido, sin demasiado razonamien­to y hacemos lo correcto”.

Algunos de los que se protegiero­n preguntan por cursillos de primeros auxilios. Por si acaso. Para saber qué hacer.

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PEDRO MADUEÑO Justo después del atentado, muchos de los testigos directos del horror colocaron ante sus ojos el móvil y grabaron lo que pasaba
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A contracorr­iente
XAVIER CERVERA 2 A contracorr­iente
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MANU FERNANDEZ / AP
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Modo espectador
NEUS MASCARÓS 1 Modo espectador

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