“Mira, yo estuve allí”
La ‘selfie’, inseparable también del dolor de la Rambla
Yoly, ponte, mira aquí”. Teléfono en alto, la pareja en primer plano y la Rambla de fondo. Vídeos, fotos, todo queda registrado una semana después. Conmigo en el centro. Las conversaciones de amigos, parejas, familias discurren sobre los hechos y el aquí pasó esto, allá lo otro. Rememoran emociones a través de los mensajes escritos en papelitos, entre flores y peluches, e imaginando una camioneta recorriendo a toda velocidad dos tramos de la Rambla repletos. Como ahora. Y se fotografían una y otra vez.
Es una imagen recurrente en la Rambla, frente a la Sagrada Família o la torre Eiffel o en un concierto. Incluso quienes fueron a firmar en el libro de condolencias instalado en el Ayuntamiento de Barcelona. Cargados de emoción hicieron más de una hora de cola, firmaron y dejaron bellas palabras y seguro que lágrimas. Y al final, una foto para mandar a los contactos. ¿Por qué? ¿Qué sentido tienen estas selfies en medio de tanto dolor y tragedia? ¿Hace falta inmortalizarse dando el pésame?
“Hay personas que se fotografían porque quieren guardar el recuerdo, grabarlo en su retina, pero otros lo hacen para mostrarlo, para comunicarlo a los demás; las redes sociales nos han hecho priorizar tanto la imagen que damos a los demás que muchas personas se hacen esas fotos para visibilizarse, para decir que ellos estaban allí, que participaron de esos hechos, que fueron valientes y fueron a la Rambla después del atentado, o que son muy humanos y solidarios, buenas personas que rinden homenaje a las víctimas, porque en Facebook e Instagram uno trata de dar la mejor imagen de sí mismo”, comenta Mireia Cabero, profesora de Psicología de la UOC.
También Javier Urra relaciona estas selfies con el interés de algunas personas de visibilizarse y lograr reconocimiento público. “La gente se hace una foto delante de la torre Eiffel o en un canal de Venecia no para enseñar la torre o el canal sino para decir que él o ella estuvieron ahí, porque se valora mucho el yo, se quiere ser el actor principal y tener eco en los demás; y cuando esa persona acude a la Rambla o a expresar las condolencias quiere mostrar que estuvo allí, que es solidario, sin darse cuenta de que al resto le importa muy poco que se muestre a sí mismo, que los actores principales son las víctimas y sus familias y no aporta nada mostrar que tú estuviste ahí”, reflexiona Urra.
El presidente de Sepadem, Alfredo Guijarro, relaciona la obsesión por las selfies en situaciones de riesgo –que ha llegado a provocar la muerte de quien se fotografiaba–, con la relevancia Se valora mucho el yo, se quiere ser el actor principal y tener eco en los demás que la imagen tiene en la sociedad actual y con la importancia que se concede a explicar las noticias y los acontecimientos en directo, desde dentro, desde que la CNN retransmitió la guerra de Irak minuto a minuto.
Y minuto a minuto, sentados en la acera, en la parada del bus, en un banco o de pie en la esquina, los ciudadanos de este siglo se cuentan lo que piensan, lo que les cuentan, lo que ven, lo que comen o lo que les han pasado. Da igual la insignificancia del hecho. Están en línea. Y probablemente la cámara del móvil y los contenidos compartidos ni siquiera interfieran en la emoción sentida. Y probablemente, ni siquiera lo han pensado.