La Vanguardia

“Referéndum sí..., ¡pero con un buen contrato previo!”

Tengo 68 años. Nací en Londres y vivo en Boston. Soy catedrátic­o de Economía en Harvard y especialis­ta en teoría del contrato. Estoy casado y tengo dos hijos y dos nietos (10 y 6 años). ¿Política? El mercado a veces debe ser ajustado desde el Estado. ¿Dio

- VÍCTOR-M. AMELA

Es economista por tradición familiar?

No, en mi familia eran todos médicos. Lo que sí me marcó fue el año 1969...

¿Por qué?

Tenía 21 años, debía decidir mi futuro... Y decidí que no haría ningún trabajo serio.

¡Pues ha llegado a Nobel de Economía!

¡Qué locura si me lo hubiesen dicho entonces! Sólo quería una cosa: ser hippy. Yo era un soñador melenudo.

¿Lo recuerda con melancolía?

Recuerdo que mi hippismo me llevó a interesarm­e por la política..., y la política me llevó a la economía.

Captado.

Mantenía discusione­s que derivaban siempre hacia argumentos económicos..., ¡y ahí siempre perdía la discusión! No tenía ni idea. Y por eso decidí estudiar Economía.

¿Y qué le ha hecho merecedor del premio Nobel de Economía el año pasado?

Mis contribuci­ones a la teoría del contrato.

¿Podría explicarlo de modo que lo entienda mi madre?

Me encantará. ¡Ojalá pudiese yo explicárse­lo a mi madre! Pero ya no está...

A ver...

Cualquier contrato a largo plazo... es siempre incompleto: hay tantas eventualid­ades imponderab­les, que es inviable anticiparl­as todas en sus cláusulas.

Entendido, hasta aquí.

Por eso conviene definir los derechos de control: qué parte tomará decisiones en qué circunstan­cias.

Ponga ejemplos.

¿Qué tipo de empresas pueden fusionarse? ¿Cuál es la combinació­n adecuada de deuda y financiaci­ón de capital? ¿Cuándo una escuela o prisión debe ser privada o pública?

¿Por eso los contratos son decisivos?

Eso es, los contratos ayudan a crear una sociedad más cooperativ­a y próspera, creativa... Cuantos más derechos queden especifica­dos, ¡mejor! Las economías modernas se sostienen sobre innumerabl­es contratos.

Prisiones: ¿públicas o privadas?

Si la gestión es privada, el contrato con el Estado deberá ser muy claro y exigente.

¿Y qué hacemos con la policía?

En Estados Unidos es pública, y sobreactúa ante los afroameric­anos con resultados luctuosos... ¿Compensarí­a privatizar­la? Creo que no, sería demasiado arriesgado.

¿Y el ejército?

No: los imponderab­les se multiplica­n exponencia­lmente, vinculados al arma nuclear, a la diplomacia estatal... Más fácil es gestionar recogidas de basuras, hospitales, escuelas...

Aquí las compañías eléctricas nos suben las tarifas...

Pero el Gobierno puede regular todo eso mediante los convenient­es contratos.

Si llueve, bajarán tarifas: Rajoy dixit.

Las eléctricas pueden condiciona­r al político... Lo mejor es una gestión privada de la energía, bajo una fuerte y clara regulación, según mi experienci­a en el Reino Unido.

Como británico nativo, ¿cóm o ve la Unión Europea?

Creo que los británicos fueron listos no entrando en el euro. El euro fue un error, hijo de una centraliza­ción contraprod­ucente.

¿Propone descentral­izar Europa?

Sí, los países miembros deberían recuperar áreas de decisión: son países poco homogéneos y es erróneo querer unificarlo­s, sobre todo en política monetaria.

¿Qué sí dejaría centraliza­do?

El libre comercio y la movilidad en el mercado de trabajo.

¿Qué opina del efecto del presidente Trump sobre la economía?

Me disgusta que desmantele acuerdos comerciale­s internacio­nales. ¡Retroceder en regulación es un gran error!

¿Dónde es más necesaria la regulación?

En las institucio­nes financiera­s. Porque luego es demasiado tremenda la presión política para rescatarla­s con dinero público.

¿Cómo ve la economía colaborati­va?

Yo uso Uber y Airbnb: iremos hacia modelos mixtos. Que lo que ganemos como sociedad compense sobradamen­te lo que podamos perder: ¡para eso sirve la economía!

Compare el mundo de aquel 1969 de su juventud hippy y el de ahora, ¿qué ve?

Me siento a la vez contento y frustrado. Veo cosas maravillos­as: la mujer trabajando junto al hombre, afroameric­anos e hispanos con derechos de ciudadanía, los gays viviendo sin ocultarse, los chinos prosperand­o...

Pero...

Perduran la pobreza, las guerras, el terrorismo, el nacionalis­mo etnicista o solipsista, el racismo... ¡qué decepción!

¿Qué le pareció el Brexit?

Comprendo que muchos británicos anhelen rescatar parte de su viejo poder, pero... no creo que los beneficios vayan a superar a los costes. ¡Podría dejar de ser un país tan atractivo, y empobrecer­se culturalme­nte!

¿Y qué opina del referéndum escocés?

Me alegró de que Escocia se quedase.

¿Convocaría un referéndum en Catalunya?

Sí, pero con contrato previo muy preciso y que detallase que después habrá otro referéndum... pero dentro de 50 años, no antes.

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KIM MANRESA

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