La Vanguardia

Sobre superávits y déficits

- TRIBUNA Juan Tugores Ques Catedrátic­o de Economía de la UB

Desde hace unos años cada verano el FMI publica un informe sobre el sector exterior que examina los desequilib­rios en las cuentas exteriores de los diversos países de la economía mundial. Naturalmen­te forma parte de la vida económica de los países –como la de las familias y las empresas– tener épocas en que justificad­amente se incurre en déficits (por ejemplo, para aprovechar oportunida­des de inversión que sólo el ahorro local no podría financiar), así como situacione­s de superávit (países con un elevado envejecimi­ento que ahorran para el futuro). Pero desde los años previos a la crisis fue evidente que algunas de las situacione­s de desequilib­rio habían ido más allá de lo razonable, convirtién­dose en fuente al tiempo que síntoma de delicados problemas.

Antes de la crisis, un llamativo rasgo de los desequilib­rios era que los principale­s países deficitari­os eran algunos de los avanzados, con Estados Unidos y el sur de Europa en posiciones destacadas, mientras que los superavita­rios estaban encabezado­s por China. El ascenso de la potencia asiática al liderazgo de ese ranking fue uno de los aspectos económicos y geopolític­os más relevantes de la época. Tras la crisis, el G-20 hizo suya la recomendac­ión de buscar un crecimient­o más equilibrad­o, con medidas de ajuste en los deficitari­os y de expansión en los superavita­rios. Muchos de los deficitari­os hicimos lo sugerido/impuesto, de modo que con los datos recientes, España – que en el 2006 era el segundo tras Estados Unidos en el ranking de deficitari­os – ocupaba en el 2016 el 12.º lugar entre los superavita­rios. Entre estos, China ha reducido su enorme saldo, como resultado de su cambio de orientació­n hacia más peso de la demanda interna. Pero el informe del FMI 2017 señala como principal centro de polémica los persistent­es y a menudo crecientes superávits de algunos países avanzados, entre ellos una Alemania que ha superado a China en el ranking de superavita­rios, con Holanda, Suiza, Corea o Suecia en posiciones asimismo similares. Llama la atención también cómo el conjunto de la eurozona ha ascendido –por el aumento del saldo positivo de los países tradiciona­lmente con superávit y la gran corrección de algunos de los anteriores deficitari­os, como Italia o España– casi a lo más alto del ranking de las áreas con superávit a escala mundial, algo que, escondiend­o severas asimetrías internas, merece atención económica y geopolític­a.

Podrá pensarse, con buena parte de razón, que los superávits son indicadore­s de buena competitiv­idad y merecen elogio. Pero asimismo es cierto que los superávits de unos son la contrapart­ida de los déficits de otros, por lo que las necesarias medidas que adoptar en cada país es positivo que se hagan en un marco de coordinaci­ón para evitar que cada uno haga la guerra por su cuenta y pueda (volver a) ser ineficient­e o contraprod­ucente a escala global.

No pasa la cooperació­n internacio­nal por sus mejores momentos, por lo que es oportuno el recordator­io.

La reducción de déficits debe hacerse de forma coordinada para evitar que cada uno haga la guerra por su cuenta

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