Nosotros y la pantera
Sé que no debería tomarme tan al pie de la letra lo de hablar de la realidad. Cuando lo hago, me salen unos artículos tan dramáticos que se parecen a algunas portadas, y no se trata de eso. Yo, a lo mío. Así que, antes de ponerme a escribir estas líneas, voy con los ojos muy abiertos para detectar cualquier movimiento irreal.
Pero la cosa no resulta nada fácil porque está todo lleno de realidad, de cascotes, de cristales rotos, de heridas abiertas. Nunca los diarios, los telediarios, los noticiarios de la radio son tan reales como cuando ha habido un atentado. El terrorismo da miedo (eso ya lo escribí el sábado pasado). ¿Y cuál es la realidad? Hace un par de días el cineasta David Trueba la describía así: “Son esos desconocidos que se cogen la mano para protegerse, que se refugian juntos y que necesitan arracimarse en las plazas para recordarse unos a otros que no están solos, que somos lo mismo, que nadie te va a pedir el pasaporte para reconocerte como un igual. Es ahí donde la catástrofe retroalimenta el vínculo”. Y añado yo: si esa gente tuviera que aparecer en la Wikipedia, no lo haría con un nombre sino con un pronombre: “nosotros”, la mejor palabra del diccionario. Un pronombre, sin embargo, débil, frágil.
Corrijo, que me vuelvo a poner dramática... Busco algo irreal, pues. Leo sobre el enigmático caso de la pantera de la Alcarria. Parece ser que un señor ha colgado un vídeo en el que, según él, puede verse a un ejemplar de pantera negra que anda suelto en la sierra norte de Guadalajara. Toda la prensa de Castilla lo cuenta. La imagen, no sólo no tiene nitidez alguna, sino que está tomada a la legua, de modo que, concluyo, el tal felino podría ser una pantera o el perro de mi primo. Lo primero que me llama la atención es que allí, en Jirueque y en La Bodera, hay quienes juran haber visto al animal (incluso a dos) y que la bestia “estaba tranquila”. Obvia decir que el Seprona ha barrido el lugar buscando a la pantera, y nada, ni rastro.
Pienso en descargo de los vecinos de la sierra que no son los únicos que confunden lo real con lo irreal. No hace falta viajar a Guadalajara para darse cuenta de ciertos delirios. Están en todas partes. Sobre los rescoldos de la barbarie, por ejemplo. Sigue todo patas arriba y no nos falta de nada. Políticos aprovechados empozoñándolo todo. Ultratertulianos metiendo cizaña. Policías haciendo política. Televisiones que recortan planos generales para que no salga este o aquel, esto o aquello. Algún alcalde y algún cura de la periferia madrileña meando fuera de tiesto. Cientos de conspiranoicos. Un millón de imbéciles en Twitter... Con su egos hiperventilados, quieren hacernos creer que han visto a una pantera. Venga ya.
Le doy vueltas a la irrealidad dentro de la boca. Como a un caramelo, o te lo tragas o lo escupes. La escupo. Nosotros la escupimos. Nosotros estaremos en la manifestación de esta tarde en Barcelona. Esa es la realidad y nos seduce, sí, incluso a la hora de escribir. Seguro que estar fuera de ella debe ser lo más triste del mundo.
No nos falta de nada: políticos aprovechados, policías cizañeros, ultratertulianos, tuiteros lerdos, conspiranoicos