La Vanguardia

Nosotros y la pantera

- Susana Quadrado

Sé que no debería tomarme tan al pie de la letra lo de hablar de la realidad. Cuando lo hago, me salen unos artículos tan dramáticos que se parecen a algunas portadas, y no se trata de eso. Yo, a lo mío. Así que, antes de ponerme a escribir estas líneas, voy con los ojos muy abiertos para detectar cualquier movimiento irreal.

Pero la cosa no resulta nada fácil porque está todo lleno de realidad, de cascotes, de cristales rotos, de heridas abiertas. Nunca los diarios, los telediario­s, los noticiario­s de la radio son tan reales como cuando ha habido un atentado. El terrorismo da miedo (eso ya lo escribí el sábado pasado). ¿Y cuál es la realidad? Hace un par de días el cineasta David Trueba la describía así: “Son esos desconocid­os que se cogen la mano para protegerse, que se refugian juntos y que necesitan arracimars­e en las plazas para recordarse unos a otros que no están solos, que somos lo mismo, que nadie te va a pedir el pasaporte para reconocert­e como un igual. Es ahí donde la catástrofe retroalime­nta el vínculo”. Y añado yo: si esa gente tuviera que aparecer en la Wikipedia, no lo haría con un nombre sino con un pronombre: “nosotros”, la mejor palabra del diccionari­o. Un pronombre, sin embargo, débil, frágil.

Corrijo, que me vuelvo a poner dramática... Busco algo irreal, pues. Leo sobre el enigmático caso de la pantera de la Alcarria. Parece ser que un señor ha colgado un vídeo en el que, según él, puede verse a un ejemplar de pantera negra que anda suelto en la sierra norte de Guadalajar­a. Toda la prensa de Castilla lo cuenta. La imagen, no sólo no tiene nitidez alguna, sino que está tomada a la legua, de modo que, concluyo, el tal felino podría ser una pantera o el perro de mi primo. Lo primero que me llama la atención es que allí, en Jirueque y en La Bodera, hay quienes juran haber visto al animal (incluso a dos) y que la bestia “estaba tranquila”. Obvia decir que el Seprona ha barrido el lugar buscando a la pantera, y nada, ni rastro.

Pienso en descargo de los vecinos de la sierra que no son los únicos que confunden lo real con lo irreal. No hace falta viajar a Guadalajar­a para darse cuenta de ciertos delirios. Están en todas partes. Sobre los rescoldos de la barbarie, por ejemplo. Sigue todo patas arriba y no nos falta de nada. Políticos aprovechad­os empozoñánd­olo todo. Ultratertu­lianos metiendo cizaña. Policías haciendo política. Television­es que recortan planos generales para que no salga este o aquel, esto o aquello. Algún alcalde y algún cura de la periferia madrileña meando fuera de tiesto. Cientos de conspirano­icos. Un millón de imbéciles en Twitter... Con su egos hiperventi­lados, quieren hacernos creer que han visto a una pantera. Venga ya.

Le doy vueltas a la irrealidad dentro de la boca. Como a un caramelo, o te lo tragas o lo escupes. La escupo. Nosotros la escupimos. Nosotros estaremos en la manifestac­ión de esta tarde en Barcelona. Esa es la realidad y nos seduce, sí, incluso a la hora de escribir. Seguro que estar fuera de ella debe ser lo más triste del mundo.

No nos falta de nada: políticos aprovechad­os, policías cizañeros, ultratertu­lianos, tuiteros lerdos, conspirano­icos

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