Un firmamento por descubrir
La observación astronómica se afianza como reclamo turístico en zonas sin contaminación
El filósofo romano Lucio Anneo Séneca escribió hace dos mil años una reflexión sobre la observación del cielo. “Si sólo existiera un lugar para contemplar el firmamento, la gente peregrinaría a ese lugar”. En tiempos del pensador estoico, las estrellas podían contemplarse desde cualquier punto de la tierra. El astrónomo Salvador J. Ribas afirma que hoy la frase del filósofo se ha vuelto realidad y que los ciudadanos, sobre todo los de áreas urbanas densamente pobladas, si quieren extasiarse con la visión de la bóveda celestial han de viajar hasta cien kilómetros de la metrópoli para encontrar un cielo poblado de estrellas.
Ribas es el director científico del Parc Astronòmic Montsec (PAM) y del Centre d’Observació de l’Univers de Àger (la Noguera). La sierra del Montsec es, según los últimos estudios de evaluación de la calidad del cielo nocturno elaborados por la dirección general de Qualitat Ambiental i Canvi Climàtic, la zona con menos contaminación lumínica de Catalunya y unas condiciones excepcionales de oscuridad. De hecho, el Montsec es el único paraje catalán que está acreditado como Destino Starligth, reconocido por la Unesco, como uno de los mejores espacios naturales del mundo para la observación de las estrellas. En el estudio también se destaca la calidad del cielo en Aigüestortes, así como de los parques naturales de Els Ports y Cadí Moixerò. En el Cap de Creus, el Montgrí, las islas Medes y Baix Ter, la oscuridad del cielo es de una gran variabilidad por su cercanía a núcleos urbanos.
Salvador J. Ribas, que colabora en la confección del mapa de la calidad del cielo nocturno, afirma que la astronomía se ha aliado con el turismo y cada vez son más las zonas rurales, en todo el mundo, que se apuntan a ofrecer espacios para observar el cielo en toda su inmensidad como actividad lúdica. “En España hay varios parajes con sello Starligth, en La Palma de Gran Canaria, en Sierra Morena, y zonas turísticas que apuestan por el astroturismo, que es una actividad emergente, como en Javalambres, en Teruel, donde es una oferta turística estival”, explica.
El Parc Astronòmic del Montsec, inaugurado en el 2009, está concebido para la divulgación científica del cosmos, ya sea con telescopios o con recreaciones virtuales. En el 2016 pasaron por el parque unas 32.000 personas. “Para muchos de los que vienen por curiosidad, la experiencia es su bautizo astronómitodo co. Pueden aprender a leer lo que representa el cielo poblado de puntos luminosos en toda su intensidad”, dice el director científico.
“Mirar el cielo es gratis, pero en el PAM de alguna forma lo envolvemos para regalo. Una cosa es venir aquí y mirar el cielo por tu cuenta y otra cosa es verlo desde un telescopio con un profesional que te va indicando dónde está Orión, cómo localizar la estrella Polar y que te detalla curiosidades. Tenemos ventaja, porque la fascinación del cielo hace pensar a muchas personas que vivir en la ciudad significa renunciar a una visión nocturna llena de misterios”, explica Ribas.
En el Montsec conviven dos tipos de usuarios del firmamento estrellado, los profesionales y los ocasionales. El primer grupo, formado por astrónomos profesionales y los aficionados incondicionales con mucha experiencia, son fijos en el territorio que está poblado de observatorios privados en torno a la finca de Cal Maciarol. Esta masía decidió en los años noventa alquilar sus fincas de almendros y olivos a los astrónomos de Sabadell o Barcelona que se desplazaban al Montsec para dar rienda suelta a su afición. Los astrónomos de Cal Maciarol son fundamentales para entender por qué se creó el Parc Astrònomic del Montsec. Hoy acoge a astrónomos profesionales llegados de todo el mundo y sigue siendo un referente.
El parque astronómico se inauguró en el 2009
El segundo grupo, por ahora, el que más crece, es el turista ocasional, aficionados “con preocupaciones culturales, que acude al campo a descubrir cosas, desde la visita a un dolmen o una ermita a la práctica del rafting, y que encuentra en la observación del cielo, un complemento a sus vacaciones pero que no es un fanático de la astronomía”. Según las encuestas realizadas entre los visitantes, el 90% procede de zonas urbanas y metropolitanas de Catalunya, mayoritariamente Barcelona y su entorno, con un aumento notable de los llegados desde las comarcas de Girona. “Nos consta –afirma Ribas– que la gente vuelve o que expresa su intención de volver. Es un espectáculo que siempre aporta sorpresas”.
Aunque uno no esté en el Montsec, puede situarse en una sierra alejada de la luz urbana, en un lugar privilegiado y con su propia mirada observar miles de estrellas que se pueden identificar con las constelaciones. El astroturismo se ha revelado como un recurso más que se puede explotar en zonas que no disponen de ofertas como el esquí, la playa, el termalismo o los deportes de aventura. En el caso del Montsec, el Parc Astronòmic ha supuesto un revulsivo económico para una zona que siempre ha visto pasar turistas en tránsito hacia el Pirineo. “Antes al Montsec sólo acudían excursionistas o geólogos, luego llegaron los practicantes del ala delta, y hoy sólo los visitantes del Parc Astrònomic generan unos ingresos en el territorio de 1,5 millones de euros al año, lo que supone que alojamientos, restaurantes y otros servicios pueden seguir adelante”, afirma Salvador J. Ribas, que añade que Àger ha crecido también en población estable.
El Parc Astronòmic del Montsec es un equipamiento que ha sabido conjugar con buenos resultados la relación entre turismo y ciencia, pero su papel no sólo es divulgativo y lúdico. La declaración Starligth de espacio para la observación del cielo nocturno implica también un compromiso con la lucha por mitigar la contaminación lumínica. El PAM organizó el pasado mes de junio en Cellers, al otro lado del Montsec, un congreso sobre este problema ambiental con conclusiones demoledoras. “La contaminación lumínica afecta a todas las especies que desarrollan su vida activa en un medio nocturno, ya sean animales o plantas. El consumo total de energía en España para alumbrado público asciende a 3.400 GWh/año, lo que se traduce en 475 millones de euros y en 1,5 millones de toneladas de CO2”.
Cada vez son más las zonas rurales que ofrecen espacios para mirar las estrellas como actividad lúdica