El ritual dominical de 360.000 mujeres
Como toda gran ciudad, la vida cotidiana de Hong Kong también esconde aspectos poco conocidos. Uno de los que más sorprenden al visitante que pisa por primera vez sus calles es el ambiente con el que se topa al pasear la tarde de un domingo por el centro de esta metrópolis. Esperan –con toda la lógica del mundorealizar una caminata tranquila, agradable, lejos del frenesí diario que transpira el corazón financiero de esta urbe. La realidad, sin embargo, es muy distinta. El ir y venir ajetreado de los financieros es substituido por otro tipo de bullicio. Se trata de un inmenso murmullo de voces femeninas, de risas, canciones y música, que se apodera del ambiente. Es una auténtica marea humana, formada por decenas de miles de mujeres filipinas, que aprovechan su día de fiesta semanal para reunirse en el centro de la ciudad. Las autoridades cierran la zona al tráfico rodado y ellas aprovechan para citarse allí. Las tiendas de lujo de Louis Vuitton, Cartier o la joyería De Beers, son el telón de fondo de sus picnics. Sentadas en grupos, comparten la comida, se cuentan sus historias y cantan o bailan al ritmo de la música de sus smartphones. Otras se hacen cortar el pelo o la manicura por una de ellas más experta y hay quienes se echan una siesta encima de unos cartones o juegan a las cartas. Es la forma de pasar el día, tras haber ido a misa muchas de ellas, de este enorme colectivo que surte el servicio doméstico de Hong Kong.