Me lo dijo Diana, que estuvo en Mallorca
La última vez que la princesa Diana estuvo en Mallorca no pisó Marivent. Llevaba cuatro años separada y faltaba a penas un mes para que se hiciera público su divorcio. Diana, sola, pasó tres días del mes de mayo de 1996 en el hotel La Residencia, en Deià. Se dijo entonces que la princesa venía a cerrar la compra de una casa en la isla, pero no era esa la razón sino otra mucho más simple: Richard Brandson, entonces propietario del citado hotel, la había invitado en una doble jugada que al año siguiente repitió, con fatal resultado, Mohamed al Fayed: entretener a la princesa tratándola como una reina y promocionarse a sí mismo.
Diana permaneció escondida en el hotel, aunque, como siempre, un avispado paparazzi la descubrió y logró captar su imagen en albornoz en la abertura entre las dos persianas mallorquinas del balcón de su habitación. No fueron tan discretas las cuatro ocasiones anteriores (1986, 1987, 1988 y 1990) en las que la aún princesa de Gales estuvo en Mallorca. De esos años quedarán las imágenes de sus posados, junto a la familia real española, en las escaleras de Marivent y en el yate Fortuna, y la avalancha de fotógrafos ingleses desplazada a la isla dispuestos a pagar fortunas por el alquiler de un yate con el que perseguir al Fortuna, donde lady Di se tostaba al sol en la proa, mientras en popa Carlos pintaba acuarelas. Con los años, y ya muerta la princesa, algunos de sus presuntos confidentes explicaron que Diana se sintió incómoda con las atenciones y bromas del
rey Juan Carlos, llegando a pensar que el ahora emérito le tiraba los tejos. Significativa conclusión, se corresponda o no con la realidad, que se explicaría por la permanente comparación que Diana hacía entre las atenciones que recibía de su marido (ninguna) y las que percibía en el resto de los hombres (alguna). Lo cierto, según relataron testigos presenciales, es que al rey Juan Carlos le hacía gracia que Diana anduviera correteando y cantando por los pasillos de Marivent con los cascos puestos, pero no soportaba que se hiciera esperar cuando se programaba una excursión a Cabrera. La primera estancia de los príncipes de Gales en Marivent se produjo cuatro meses después de la visita de Estado de los Reyes a Gran Bretaña y fue una manera de reforzar las relaciones entre ambos países a través de la cercanía de las dos familias reales. Las tres siguientes estancias, incluida la de 1990 en la que ya se veía venir la separación de los príncipes de Gales, se produjeron por el expreso deseo de Carlos, quien pidió al rey
Juan Carlos volver a Marivent por si la luz de Mallorca iluminaba su sombrío matrimonio.