Josep Xifré, arquitecto de los claretianos
Emerge la figura del padre general de una de las principales congregaciones en el bicentenario de su nacimiento
Es un personaje muy desconocido, pero es el superior general que dio forma a la congregación de los misioneros claretianos. Josep Xifré nació en Vic ahora hace 200 años. En 1849 fue uno de los cinco sacerdotes que acompañaron a san Antoni Maria Claret en la fundación de los misioneros claretianos a Vic. Diez años después fue escogido padre general de una congregación con doce misioneros y una casa. Cuando murió, cuarenta años después, la dejó con 1.700 misioneros y 61 casas en tres continentes. Es el arquitecto de una de las principales congregaciones religiosas católicas extendidas hoy por todo el mundo.
Hay que situarse en lo que representaba un viaje a Latinoamérica o a África a mediados del siglo XIX para comprender la epopeya de Xifré. En las primeras misiones muchos jóvenes claretianos ni siquiera sobrevivían. Y cada proyecto suponía para Xifré varios viajes. Seis veces estuvo en Chile, tres en México, tres en Guinea, y varias veces en Argel, Canarias y Roma. Además de los constantes viajes a las provincias españolas y a los departamentos franceses.
En febrero se inauguró en el Ayuntamiento de Vic el año del bicentenario del padre Xifré coincidiendo con la fecha nacimiento (19 de febrero de 1817) y se cerrará este noviembre recordando el día de su muerte (3 de noviembre 1899). El bicentenario lo abrió el actual superior general, Mathew Vattamattam, el primer responsable mundial de los claretianos nacido en India: “Xifré estaría contento de ver que la congregación se ha expandido por el continente asiático, que no visitó nunca” porque “él se dedicó en cuerpo y alma a hacer una congregación en salida”.
Xifré tampoco lo tuvo fácil en España. Claret fue nombrado arzobispo de Cuba poco después de fundar la congregación y la dejó en manos del padre Esteve Sala. Pero Sala murió prematuramente al cabo de diez años. Todo eso pasaba entre varios periodos revolucionarios en España que prohibieron y persiguieron a las congregaciones religiosas. El mismo Claret murió en el exilio en 1870.
El padre Carlos Sánchez, director del Centro de Espiritualidad Claretiana de Vic, explica que los primeros años “hacían pensar que la congregación no superaría la incertidumbre”. Es lo que consiguió superar al padre Xifré con una visión internacional.
“Tenemos una deuda con el padre Xifré”, afirma el claretiano Jaume Sidera, autor de la biografía más extensa sobre Xifré. En tres volúmenes relata, entre otros detalles, cómo Xifré empujó a Claret a escribir su autobiografía, que hoy es un testimonio espiritual de referencia. Dotó a la congregación de estabilidad y consiguió la aprobación pontificia definitiva. Varios escritos configuran el estilo de los sacerdotes claretianos, por ejemplo, en el acento en la devoción al Corazón de Maria.
Sidera también demuestra con el estudio de sus cartas que “las disputas que se había dicho que tuvieron Claret y Xifré son mentira”. Los estudiosos actuales de Xifré destacan que siempre fue muy consciente de que era un continuador de la obra del padre Claret. Sala fue a quien hizo trasladar de los restos del fundador a Vic.
Coincidiendo con el bicentenario, los claretianos han presentado en cuatro lenguas el documental Xifré, de profesión misionero, dirigido por Jordi Roigé y realizado por Animaset. Una producción catalana que han difundido entre los misioneros claretianos en todo el mundo y que está disponible en la web internacional de la congregación Claret.org.
JORDI LLISTERRI BOIX “Xifré estaría feliz de ver que la congregación se ha expandido por Asia”, dice Mathew Vattamattam