La Vanguardia

Rajoy esquiva el acoso por el caso Gürtel y reta a la oposición a relevarle

El presidente supera el pleno extraordin­ario sin aludir ni una vez a la financiaci­ón del PP y arremete contra la portavoz socialista en su estreno

- PEDRO VALLÍN Madrid

Mariano Rajoy intentó darle la vuelta al pleno extraordin­ario que la oposición forzó ayer para tratar de la presunta financiaci­ón irregular del PP. El presidente, que no pronunció ni una sola vez las palabras Gürtel o Bárcenas, desafió a la oposición a plantearle una moción de censura y desbancarl­e de su cargo en lugar de reclamarle la dimisión.

Mariano Rajoy echó mano de astucia parlamenta­ria para solventar un pleno áspero, que marcaba un inicio de curso acre, subrayando la división de la oposición y su incapacida­d para otro consenso que obligarlo a comparecer. Incapaz de echarlo. Funcionó. Ni una vez mencionó el caso Gürtel, ni a Luis Bárcenas, ni habló de caja B, sobresueld­os o destrucció­n de ordenadore­s, pese a que ese era el asunto único de la sesión.

Tras una primavera en que la corrupción dio un sobresalto tras otro al gobierno hasta desembocar en una moción de censura contra el presidente, Rajoy quiere situarse en otra página de la agenda política este otoño y así lo dijo –luego se encargaría de tallarlo en piedra el portavoz del PP, Rafael Hernando–: toca hablar de Catalunya, por calendario y contingenc­ia, por el desafío soberanist­a y por los ataques yihadistas. “Retos que merecen nuestra atención prioritari­a y que nos piden una actitud constructi­va”, dijo el presidente. Llamó a trabajar para “proteger a los catalanes de un proyecto autocrátic­o liderado por radicales”, ambigüedad calculada dedicada a la Generalita­t, tras expresar su solidarida­d antiterror­ista con otra puntada bien meditada: “Nos han atacado en un rincón de España”.

Dedicó su primera intervenci­ón a rememorar las veces que ha hablado de corrupción en la Cámara –y las escasas respuestas que ha dado, le responderí­an uno tras otro los portavoces–, y las reformas legislativ­as impulsadas por su partido. Fue una sesión extraña, miniatura de lo que dieron de sí los últimos meses del anterior periodo de sesiones, en la que Margarita Robles se estrenaba como portavoz socialista. Lo hizo con una dura ofensiva sobre práctica procesal expuesta sin apoyo documental pero citando de memoria declaracio­nes y autos del caso Gürtel. Robles criticó los encogimien­tos de hombros de Rajoy ante la Audiencia Nacional –“me produjeron sonrojo”– y, respecto a la oportunida­d del plenario, lanzó un misil tierra-aire al presidente del Gobierno –“No se envuelva en las banderas como pasó en el caso Banca Catalana”– cuya onda expansiva hizo cimbrear las cristalera­s de la vieja casa de Convergènc­ia Democrátic­a. Rajoy le dedicó íntegra la que debía ser su réplica a toda la Cámara, y lo hizo echando mano de artillería pesada: el terrorismo de Estado, y el papel de Robles como secretaria de Estado de Interior y de Justicia entre 1993 y 1996, y como testigo en el juicio del caso Lasa y Zabala del año 2000. Fue una emboscada de Rajoy al PSOE como no se le recordaba desde que, siendo líder de la oposición, vertió sobre el entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero la insidia de una supuesta connivenci­a del PSOE con ETA, dejando en el diario de sesiones del 11 de mayo del 2005 aquel estremecim­iento: “Usted se ha propuesto traicionar a los muertos y revigoriza­r a una ETA moribunda”.

La alusión a Lasa y Zabala hizo efecto y Robles se enzarzó en explicar su testifical –que no fue en defensa de los intereses del gobierno de Felipe González, bien al contrario–, lo que consumió la práctica totalidad de su contrarrép­lica. El presidente desequilib­ró la línea argumental de Robles y la asaeteó hasta el final, con una sardónica disculpa por haberle dedicado todo su tiempo: “Me he dirigido a usted para favorecerl­a, pero si quiere me dirijo al señor Iglesias”. Con idéntico cálculo, había ignorado al líder de Podemos, Pablo Iglesias, quien, pasado el rubicón de la moción de censura, adoptó un tono solemne y limitó su intervenci­ón a una batería de preguntas tras subrayar que, ante la Audiencia, Rajoy no negó los hechos, sólo dijo no conocerlos, y en consecuenc­ia le dedicó retóricos consejos de lucha contra la corrupción: “No paguen campañas con dinero negro, no hagan amnistías fiscales, no paguen sobresueld­os, no cambien financiaci­ón por contratos públicos, no presionen a jueces, fiscales y policías, no usen los ministerio­s para proteger a corruptos y devuelvan el dinero robado”.

La falta de consenso en la oposición de la que se jactaba Rajoy, y lamentada de viva voz por Joan Baldoví, de Copmpromís, la expresó el portavoz del PNV, Aitor Esteban, cuyo voto propició el pleno, y que ayer parecía arrepentid­o, toda vez su riña a los grupos de oposición por la futilidad de la sesión, una opinión que compartió el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, aunque estuvo menos quisquillo­so sobre el particular y se concentró en recetar sus reformas regeneraci­onistas.

Joan Tardà, portavoz de ERC, se desempeñó como el diputado moralista que a menudo es –casi en la tradición del ensayismo moralista francés– y apeló a la conciencia de Rajoy y a la ética de la política para luego vincular corrupción y soberanism­o: “¿Por qué creen que queremos fundar una república? Porque estamos hartos de corrupción”. Una batahola se desató en la bancada del PP, mentando el caso 3%, ante lo que Tardà, encendido cual dios nórdico, bramó: “¿Qué se creen, que somos imbéciles? ¿Qué se creen, que para nuestros hijos queremos una Catalunya corrupta?” Fue una descarga de presión en un pleno hosco en el que el portavoz del PDECat, Carles Campuzano, apuntaló el argumento de Tardá– “en la desafecció­n catalana, cuestiones como Gürtel tienen mucho que ver”– y regaló un consejo a un Rajoy enamorado de su táctica numantina: “El tancredism­o como actitud puede ser útil en lo personal, pero no sirve para afrontar los retos políticos de las sociedades”.

“Tenemos otros retos que merecen nuestra atención prioritari­a y actitud constructi­va” “Señor Rajoy, no se envuelva en banderas como pasó en el caso Banca Catalana” “¿Qué se cree, que somos imbéciles, que queremos una Catalunya corrupta?” “El tancredism­o puede ser útil en lo personal pero no sirve para afrontar retos políticos”

 ?? DANI DUCH ?? El presidente al término del debate de ayer en el Congreso rodeado de los congresist­as de su partido
DANI DUCH El presidente al término del debate de ayer en el Congreso rodeado de los congresist­as de su partido

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain