Corrupción, terrorismo y Catalunya
EL Congreso de los Diputados reemprendió ayer la actividad parlamentaria con un debate extraordinario sobre el caso Gürtel, relativo a la trama corrupta que prestó servicios al Partido Popular. La sesión se convocó a instancias de la oposición, que negó al presidente su idoneidad para el cargo. Pero a su término Rajoy, que logró pasar varias veces por la tribuna sin citar por su nombre a la Gürtel, a Correa o a Bárcenas, parecía indemne. Como si la corrupción fuera un meteorito que devastó su entorno inmediato sin rozarle un pelo a él. Si, según dijo, la de ayer era la ocasión número 52 en la que acudía a la Cámara para abordar el asunto de la corrupción, y a la vista de los leves rasguños con los que dejó el hemiciclo, habrá que concluir que Rajoy es inmune a los efectos de esta lacra que persigue a su partido. Lo cual sería una noticia inquietante para el país, que precisa una regeneración de la vida pública, y comprueba atónito la destreza del presidente a la hora de ponerse de perfil. Y sería una mala noticia para la oposición, que no ha conseguido involucrar al líder del PP en los numerosos casos de corrupción –Gürtel, Púnica, Palma Arena...– en los que sí está enredada la formación conservadora.
Margarita Robles, que ayer ejerció como portavoz socialista, tuvo un rifirrafe con Rajoy, que sacó a colación –inoportunamente– el papel en el caso Lasa Zabala de la juez y política. Esta tuvo que recordarle que fue gracias a su testimonio que los asesinos de los etarras fueron puestos a disposición judicial. A su vez, Pablo Iglesias, líder de Podemos, efectuó preguntas concretas y pertinentes a Rajoy, que este sorteó. Y Albert Rivera, líder de Ciudadanos, anunció que su partido registrará en breve un proyecto de ley para limitar los mandatos presidenciales. A todos ellos escuchó y respondió Rajoy sin sufrir heridas de consideración.
El presidente del Gobierno es un parlamentario con muchas conchas, ducho en la evasiva y el contraataque. Ayer, por ejemplo, reprochó a la oposición que en la actual coyuntura –se refería al atentado yihadista en Barcelona del pasado día 17 y al proceso soberanista catalán– se ocupara de la corrupción. Como diciendo que había temas más urgentes sobre la mesa. Quizás no le faltara razón. Pero, si así fuera, cabe preguntar por qué no se convoca un pleno extraordinario sobre la cuestión catalana. No será por falta de consenso acerca de la urgencia del tema. El propio Rajoy ha presentado el desafío independentista como una prioridad. Y, aunque diga que no hará nada al respecto hasta pasado el 1-O, sabe que, cada día que pasa, la inacción política es más peligrosa y amenaza más su futuro y el de todos.