Acid jazz modernista
Incognito, leyenda del acid jazz, debuta en el Palau de la Música
El Palau de la Música acoge esta noche uno de los últimos conciertos del Mas i Mas Festival, el de los británicos Incognito, liderados por Jean-Paul Bluey Maunick, que vuelven a Barcelona después de 18 años de ausencia.
El Palau de la Música acoge esta noche uno de los conciertos más significativos del Mas i Mas Festival, el regreso a Barcelona de los legendarios Incognito, es decir, una de las grandes referencias del mejor acid jazz y que llevan 38 años en constante ebullición. La macroformación británica sigue liderada desde el primer momento por Jean-Paul Bluey Maunick, que la fundó en 1979 junto a Paul Tubbs Williams y que desde entonces la ha mantenido activa en interminables giras por todo el planeta. Por ella han pasado infinidad de músicos y vocalistas (según Bluey, más de 1.500).
Presente ayer en el encuentro con los medios que los organizadores del Mas i Mas Festival ofrecieron para presentar los dos últimos conciertos del mismo –el de Incognito y el de los Mambo Jambo en el Teatre Grec el domingo– Bluey Maunick posteriormente explicó a La Vanguardia algunas cosas básicas no tanto de la música como de la vida. Recordaba el primer concierto que ofrecieron en la ciudad condal a comienzos de los noventa, “en una explanada de la que ascendía una escalinata hacia una gran iglesia encima de una colina”, o el último, acontecido hace 18 años. Hoy regresa con la alineación actual de Incognito, amplia en miembros y música, en un escenario como el Palau de la Música (21 h) del “que me han dicho que es hermosísimo”, comenta el sexagenario guitarrista y productor natural de isla Mauricio.
El periodo de esplendor del acid jazz ya es lejano pero él asegura no tener nostalgia. “Una cosa que siempre les quiero meter en la cabeza a mis hijos y a mis hijos musicales es que creen recuerdos importantes y brillantes: tú no te acuerdas de haber ido al cine hace veinte años sino que te acuerdas de haber visto Taxi driver hace veinte años; tú no puede evitar ver a un taxi amarillo en Nueva York y acordarte de Robert De Niro. En mi caso, esos momentos tienen que ver con alguna actuación en Sudáfrica y cómo alguna de mis canciones significaron algo en la lucha antiapartheid. Esos recuerdos son los que me quedan. Pero lo que tienes que conseguir es que cada día haya momentos como esos, y mi vida está repleta, entonces y ahora. Soy feliz y afortunado como el primer día”.
Ante estas coordenadas vitales, el éxito también es muy relativo. “Mi primer recuerdo es de cuando tenía cuatro años y medio y veía a unos músicos tocar y cantar en un hotel cerca de donde vivíamos en Isla Mauricio. Ese hotel ya no existe pero mi memoria recuerda eso y cómo le dije a mi abuela que quería ser músico, y después cómo lo materialicé y luego vivir creando sueños y llevándolos a la práctica. Y esos sueños evolucionaron, comencé a tocar, vine a Inglaterra, formé grupos y aquí estoy. Pero también sé que soy de las pocas personas que puede explicar qué es el éxito porque he llevado a la práctica mis sueños. Para mí lo que hago no es un trabajo, mi rutina diaria, sino mi sueño materializado”.
¿Queda algo del acid jazz de los tiempos gloriosos? “Acid jazz es una palabra interesante. No es sólo sobre música; ésta solo es una parte. El acid jazz era un movimiento cultural donde había moda, vida de club, dj. Porque, por ejemplo, tres grupos que trabajábamos en el mismo sello en aquel entonces éramos Galliano, Young Disciples y nosotros y no nos parecíamos en nada pero se nos consideraba que hacíamos la misma música. Pero nosotros hemos continuado porque veníamos de la música anterior y seguimos evolucionando”.