El Papa alentará la reconciliación y quiere evitar que su viaje se politice
“Colombia necesita regeneración espiritual”, afirma un colaborador de Francisco
A Francisco le será muy difícil conseguir que su presencia en Colombia, la próxima semana, no sea instrumentalizada políticamente, dado el delicado momento por el que atraviesa el país sudamericano. En el Vaticano insistieron ayer, sin embargo, en que el viaje es, ante todo, pastoral, y que reducirlo al complejo escenario del proceso de paz con la exguerrilla de las FARC resulta un error.
En la habitual rueda de prensa que precede a los viajes papales, el portavoz de la Santa Sede, el estadounidense Greg Burke, dejó claro desde el principio ese carácter pastoral de la visita y puso énfasis en que se tratarán temáticas diferenciadas en cada una de las ciudades a las que acudirá Francisco. Burke reconoció que la jornada en Villavicencio, a un centenar de kilómetros de Bogotá, será “verdaderamente especial” por dedicarse a la reconciliación nacional. Pero el portavoz recordó también que el gran encuentro de plegaria y reconciliación, donde se esperan unas 6.000 personas y en la que habrá exguerrilleros, militares, miembros del Gobierno, políticos y otros representantes sociales, “tendrá un contexto litúrgico porque el Papa ha querido que así sea”.
Uno de los más estrechos asesores de Francisco, el laico uruguayo Guzmán Carriquiry, secretario de la Comisión Pontificia para América Latina, corroboró la misma versión de Burke. Según Carriquiry, lo que con más urgencia necesita el pueblo colombiano, más allá de la aplicación de los acuerdos de paz con la guerrilla, “es un gran movimiento de regeneración espiritual y de reconciliación nacional” para superar tantos decenios de cultura de la violencia, del narcotráfico y de la corrupción. “Se necesita que las causas que generaron la violencia sean afrontadas”, destacó el asesor papal, quien advirtió de que el 50% de los colombianos vive todavía bajo el umbral de la pobreza y que la cultura del narcotráfico “envenena y corrompe la vida del país”.
“Los acuerdos de paz no pueden ser objeto de las ambiciones de los partidos políticos –prosiguió Carriquiry–. Para que se implementen deben convertirse en grandes objetivos nacionales, suscitar la mayor convergencia posible a nivel de la sociedad Colombiana. Espero que el Papa, por la gracia del Espíritu Santo y de su experiencia pastoral, sea capaz de llegar al corazón de todos los colombianos con el mensaje del Evangelio, porque esa es la gran fuerza revolucionaria de regeneración nacional y reconciliación. Por eso, cuando reducimos la visita del Papa al sujeto político, nos equivocamos por completo”.
El de Colombia será el vigésimo viaje de Francisco fuera de Italia desde que fue elegido sucesor de Pedro, en marzo del 2013. En total habrá visitado 29 países.
Para el Vaticano, Colombia plantea diversos matices, todos muy importantes. Además del acuerdo con la guerrilla más antigua del continente, al que la Santa Sede contribuyó con sus buenos oficios, el país es interesante por su extrema diversidad racial, por ser un vivero de vocaciones sacerdotales –en especial Medellín, la capital industrial del país, pero estigmatizada por el cártel de la droga que lideró Pablo Escobar– y por la defensa heroica de los derechos humanos que hizo san Pere Claver, el jesuita catalán que trató de proteger al máximo a los esclavos que llegaban en masa, desde África, al puerto negrero de Cartagena de Indias, en el siglo XVII. Se espera, asimismo, que Francisco introduzca en sus discursos y homilías otro de sus temas favoritos, la defensa de la naturaleza, dada la extraordinaria biodiversidad colombiana, que incluye cumbres de los Andes, costas del Caribe y del Pacífico y selvas amazónicas.
Además de Bogotá, Bergoglio visitará la próxima semana Villavicencio, Medellín y Cartagena de Indias