Bettencourt, posible punto final
El caso de la anciana dama rica esquilmada por su joven amigo, en vías de conciliación
En 1987 el fotógrafo FrançoisMarie Banier entró en casa de Liliane Bettencourt para hacerle un retrato. Banier era un tipo bien parecido en sus cuarenta. Ella tenía 64. “Liliane todavía era guapa, era muy rica y se aburría como una ostra”, explica su exabogado Georges Kiejman. Surgió una amistad y seguramente para ella también un flechazo, pese a la manifiesta homosexualidad del fotógrafo, un hombre que había escrito varias novelas y que conocía a mucha gente guapa del mundo del arte y la cultura.
Banier sacó de paseo a la rica heredera del imperio L’Oréal fundado por su padre, Eugène Schueller. Después de que todo aquello cayera en sus manos a finales de los años cincuenta, Liliane se convirtió en la mujer más rica del mundo, según la revista Forbes. Su patrimonio actual se estima por encima de los 30.000 millones de euros.
François-Marie Banier sacó a Liliane de su aburrido mundo, la llevó a museos y exposiciones, le presentó a todos los que contaban en aquel ambiente. Se hizo su íntimo.
En la historia universal del folletín, el de la vieja dama rica esquilmada por joven bien parecido
es un clásico. Liliane y Banier confirmaron aquello de que la realidad supera cualquier ficción.
Para cuando André Bettencourt, el marido de Liliane, exministro del general De Gaulle, pasó a mejor vida en el 2007, las larguezas de la viuda hacia su ya no tan joven amigo –entre tanto había cumplido 60– resultaron chocantes para Françoise Meyers, hija única de Liliane.
Los regalos acumulados por Banier superaban en valor los mil millones de euros. Una póliza de seguro de vida por 253 millones firmada en el 2003, otro seguro de vida por 262 millones tres años más tarde, once cuadros de Matisse, Picasso, Leger y otros por valor de 20 millones y bastante dinero. Liliane le legó también una isla privada de 1,5 kilómetros de superficie, pista de aterrizaje, palmeras y mansión incluida, en el océano Índico, la isla de Arross, en las Seychelles, que la mujer había comprado por 18 millones de euros a la familia del Sha de Persia en 1999. Las dos jugosas pólizas fueron firmadas por Liliane coincidiendo con dos achuchones de salud que requirieron la hospitalización de la rica y anciana viuda.
En el 2007 Liliane tenía 87 años y su hija acusó a Banier de haber obtenido todo aquello aprovechándose de la debilidad senil de su madre. Comenzó así el pleito del affaire Bettencourt. Tanto dinero y tantos años de su propietaria atrajeron también otras moscas, incluida el ejemplar de mosca política: el propio Nicolas Sarkozy fue llamado a declarar en el marco del culebrón de la financiación ilegal de sus campañas.
Con el pleito ya en marcha, entre abril del 2009 y mayo del 2010, el mayordomo de Liliane, Pascal Bonnefoy, introdujo una grabadora en el despacho priva- do de su ama. El mayordomo declaró que lo hizo “porque ya no podía soportar más ver como la señora era objeto de abusos por gente sin escrúpulos”. Otros empleados domésticos de la casa de Liliane en Neully-sur-Seine, en la periferia de París, ya habían saltado de sus empleos y el mayordomo quiso tener su propia póliza de seguros. Publicadas por la prensa, las grabaciones retrataron a Liliane como una persona sorda como una tapia y probablemente aquejada de cierta demencia senil. Su hija puso el dossier en manos de la justicia y Banier fue finalmente condenado a cuatro años de prisión en suspenso (sin necesidad de cumplir pena) y a una multa de 375.000 euros.
A su vez, el fotógrafo súbitamente enriquecido acusó a la hija de Liliane de haber comprado los testimonios contra él (“soborno de testigos”) recogidos entre los empleados de la rica viuda, que hoy tiene 94 años.
Esta segunda acusación ha sido considerada sin fundamento por la Fiscalía de París, el pasado 10 de agosto. Según ha publicado esta semana el diario Le Parisien , la hija de Liliane y Banier han llegado a un acuerdo para poner fin a sus pleitos cruzados.
Si eso es así –los abogados de las dos partes mantienen un mutismo absoluto– todo depende de si el juez de instrucción da por bueno el acuerdo para que este pleito iniciado hace diez años llegue a su punto final.
La hija única de la heredera de L’Oreal y el polémico fotógrafo Banier renuncian a su pleito judicial