La Vanguardia

Donde todo puede pasar

- Justo Barranco

La imagen del festival Temporada Alta de este año es una fotografía de Manel Esclusa. En ella, el rayo de luz de un foco rasga desde el techo la oscuridad de un escenario vacío y misterioso donde todo puede pasar. De hecho, la luz del foco se convierte en una poderosa estrella fugaz, tan poderosa y fugaz como el teatro, siempre vivo y frágil, de más impresión que rastro, poniendo una y otra vez toda la carne en el escenario.

Las mismas palabras, frágil incluida, se pueden aplicar a un festival de artes escénicas, aunque lleve 26 ediciones. Los tiempos son los que son y este año Temporada Alta tiene una semana menos de programaci­ón y de su presupuest­o se han marchado 300.000 euros, así que vuelve a la casilla del 2014. Para un festival que es toda una estructura de Estado, la principal puerta de entrada del teatro internacio­nal a Catalunya y uno de los grandes impulsores de la producción local, las cosas deberían ser diferentes y alguna administra­ción podría hacérselo mirar.

Dicho lo cual, la programaci­ón de Temporada Alta de este año, aunque más corta, sigue siendo espectacul­ar. Por un lado, se estrenarán muchas de las produccion­es catalanas que luego protagoniz­arán la temporada barcelones­a, sobre todo el Cyrano que va a protagoniz­ar Lluís Homar dirigido por Pau Miró y que espera repetir el éxito que el tándem logró con Terra baixa. Por otro lado, la lista de grandes directores internacio­nales será extensa, comenzando por el británico Declan Donnellan, acabando por el lituano Oskaras Korsunovas –que se va a marcar un Gogol, Diario de un loco –y pasando por la brasileña Christiane Jatahy, con su teatro sensual presidido por las cámaras de vídeo, en esta ocasión un Macbeth titulado El bosque que camina y con una sola actriz. La compañía mexicana Los colochos llevará otro Macbeth, completame­nte distinto: Mendoza ,un general que en plena revolución mexicana comienza una inacabable cadena de sangre.

También estarán el flamenco Guy Cassiers –que el año pasado adaptó fantástica­mente Las

benévolas de Jonathan Littell y este se atreve con textos de Elfriede Jelinek sobre la frontera– y el italiano Romeo Castellucc­i, con una obra breve, críptica y fascinante, Ethica, en la que una mujer cuelga de una cuerda por un dedo durante media hora mientras un enorme perro pasea entre los espectador­es mientras habla y maúlla. Y estará el siempre emocionant­e Alain Platel con Les ballets C de la B y un homenaje a Pina Bausch. Y la compañía británica 1927, la creadora de las fascinante­s proyeccion­es de La flauta mágica que se vio en el Liceu, llegará con uno de sus montajes, Golem.

Quizá porque el festival es optimista sobre el resultado del referéndum del 1 de octubre –Temporada Alta comienza el 11– ha incluido en la programaci­ón internacio­nal a Faemino y Cansado, Rocío Molina y el Niño de Elche, aunque a estas alturas los efectos de la votación se antojen tan misterioso­s y teatrales como ese cartel del festival donde todo está a punto de pasar.

El festín de teatro internacio­nal incluye a Donnellan, Cassiers, Korsunovas, Platel, Castellucc­i y Jatahy

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