La tabla periódica
Uno de los iconos del conocimiento que asociamos a la etapa escolar es la tabla periódica de elementos. Se considera que el ruso Dmitri Mendeléyev es el padre, básicamente porque no se limitó a listar los elementos ya conocidos, sino que predijo las propiedades de los que aún estaban por descubrir. La parrilla que, debidamente plastificada, todos hemos paseado en algún momento u otro de casa a la escuela es un mapa de la materia inerte que ha suscitado la profunda fascinación de muchos creadores. Narradores tan remarcables como Primo Levi, superviviente del campo de concentración de Auschwitz, incluso la usó de modelo estructural. Levi, que en 1941 se licenció en química y ejerció de químico industrial después del Holocausto, publicó en 1975 El sistema
periódico, una colección de episodios memorialísticos breves y relatos que parten todos de un elemento químico. La mera idea de ver la materia como una serie de elementos básicos con unas propiedades comparables y un símbolo verbal que los designe motiva a la analogía. La agregación de símbolos químicos es una fuente inagotable de juego verbal. Por ejemplo, los criptogramas que sustituyen las cifras por el símbolo químico de aquel número atómico: 221576 por Tipos (Titanio-Ti-22, Fósforo-P-15, OsmioOs-76). O todo tipo de concursos basados en estas mismas equivalencias: hallar la palabra numéricamente más valiosa, detectar mensajes secretos en los decimales de pi...
Más allá del contorsionismo verbal, muchos poetas parten de la ciencia química. En catalán, una lengua sistematizada por el químico Pompeu Fabra, destaca la obra del mallorquín Àngel Terron Homar, que debutó en el año 1977 con el poemario Iniciació a la
química.
Este mes de agosto Mary Soon Lee publicó en la revista Science un haikú por cada elemento de la tabla periódica. En total, 119 poemas, uno para cada uno de los 118 elementos sintetizados más uno al elemento desconocido. Soon Lee exprime todas las posibilidades que cada elemento le proporciona. Por ejemplo, en el haikú dedicado al silicio (Si), su nombre en inglés (Silicon) remite a la Meca de la era digital (Silicon Valley): “Locked in rock and sand,/ age upon age awaiting/ the digital dawn”. O en el del manganesio (Mn) pone el foco en la semilla errónea que comparte con el dicho que incita a no confundir “la gimnasia con la magnesia”: “Avoid confusion./ In place of your own name, write/ ‘NOT’ magnesium”. Los 119 poemas de Soon Lee se pueden leer en vis.sciencemag.org/chemhaiku y también podemos comprobar su potencial de contagio en los centenares de poemas análogos que los lectores tuiteros han publicado con la etiqueta #ChemHaiku. Desde esta semana también existe la etiqueta #quimihaiku. Entre los primeros en tuitear haikús en catalán figuran dos escritores con base científica no emparentados a pesar de su mutua devoción por el grupo Duran Duran: el periodista Xavier Duran (“Al voltant de la taula, /com òrbites d’electrons,/ uns versos”) y el catedrático Miquel Duran (“Disset ocellets / en tres curts fils de metall / piulen la taula”).
Mary Soon Lee publica en la revista ‘Science’ un haikú asociado a cada elemento de la tabla periódica