La Vanguardia

“O te dedicas a hacer dinero o haces algo que valga la pena”

- MARC VILLANUEVA

Ventura Pons (Barcelona, 1945) estrena su película número treinta. Cifra redonda para una comedia que retrata una finca de la Dreta de l’Eixample. La conoce bien porque fue su casa. Aquí cualquier parecido con la realidad no es pura coincidenc­ia. Podría ser un drama, pero le ha salido un vodevil coral. Podría haberse titulado Más vale reír que

llorar, una frase que pone en boca de la portera de la finca vecina, la “chica Pons”: Amparo Moreno.

Es la segunda comedia seguida después de Oh, quina joia! ¿Tenía necesidad de hacer reír entre tanto drama? Tras acabar la anterior pensé que podría haberla hecho mejor, así que me puse a escribir y en quince noches redacté el guión de Sabates

grosses. La rodé en tres semanas, lo justo para estrenarla en el Festival de Guadalajar­a (México). La comedia a veces viaja mal, pero allí la platea de 1.800 personas se meaba de la risa.

Una película mínimo al año. Le complace el apodo de Woody Allen catalán?

Eso lo dijo The New York Times. Pero Allen patinó con Vicky, Cristina,

Barcelona. Todos los cineastas tenemos un paisaje mental y visual. Hacer cine es enseñar tu mirada pero antes has de haber mirado. El demonio y Dios están en los detalles. Una cosa es el éxito y otra la calidad.

Uno de los personajes de su película dice: “Los cineastas modernos hacen películas con el teléfono móvil”. Parece la crítica de un artesano del cine como usted. En absoluto. Admiro a los jóvenes que hacen cine. Últimament­e me interesan sobre todo las mujeres que ruedan películas. De hecho en los cines Texas que fundé en el barrio de Gràcia regalamos a los nuevos directores un tiempo cada semana para que exhiban gratis sus cortometra­jes en pantalla grande.

En su finca había espías del Cesid como los del filme o es una licencia humorístic­a? Por supuesto, como ahora aún los hay en Barcelona. Allí eran quince, muy simpáticos, pero ahora en la residencia de oficiales de la Diagonal hay unos tresciento­s. De hecho, en este momento deben de estar escuchando la conversaci­ón que estamos manteniend­o porque tengo el móvil intervenid­o. (El director se acerca al teléfono móvil y con voz jocosa dice: “Recuerdos de mis partes”.)

¿A usted le espía el Cesid?

Sí, debo de ser un presunto criminal. No por independen­tista, sino porque voy por el mundo y me hacen mucho caso. Me sabe mal pertenecer a un Estado que gaste tu dinero y el mío en eso. Cuando digo determinad­as palabras, por ejemplo, determinad­os nombres de miembros del Gobierno, suena algo raro en el móvil. Una vez vino el conseller Santi Vila a mi casa y le pedí su smartphone y lo puse junto al mío bajo el sofá. Me respondió: “Cuando voy a ver a Artur Mas, me hace lo mismo”. Es lógico, nos han declarado la guerra. Pero nosotros no queremos guerra, somos demócratas.

Introduce el tema de la independen­cia en la película de forma atípica. Hago que una escocesa hija del atracador del tren de Glasgow sea la independen­tista. En cambio el personaje de Joan Pera es el facha catalán que habla en castellano.

De hecho presenta al protago-

nista, Joan Pera, con su portera regalándol­e un ejemplar de La

Vanguardia del día anterior y él protesta porque es la edición en catalán. Y está asustado porque tiene una hija de la CUP. Y eso que el personaje es catalán. De estos hay muchos. También aborrece a los turistas y a los gais, pero les alquila una habitación a dos homosexual­es extranjero­s para llevarse un buen dinero.

En contra de la turismofob­ia de algunos, retrata una Barcelona donde hasta las despedidas de soltera por la calle son bonitas. Me gusta que vengan turistas a nuestra ciudad. Los de cinco estrellas y los de mochila. Pero sufrí mucho con el atentado en la Rambla. Aún no he podido ir.

Su productora es Els Films de la Rambla. Su amor por la avenida desde que rodó Ocaña es conocido. ¿Qué sintió el 17 de agosto? Estaba aquí en el despacho de Gran Via con Bailèn. Cogí el metro en Tetuan y evité ir a la estación de Sants porque esquivo siempre los puntos calientes. Cogí un tren a Cadaqués, no por miedo sino porque vivo entre Barcelona y Cadaqués. Lo que pasó estaba cantado. A mi equipo

les hago evitar las zonas calientes. Hice vida normal porque creo que es la mejor manera de reaccionar a la barbarie. Y eso es lo que ha hecho Barcelona. Esa ha sido la gran reacción de la ciudadanía.

Volviendo al cine, su película empieza con una cita de Billy Wilder ( “Si quieres decirle la verdad a la gente, sé divertido o te matarán”). Pienso que usted le citará como Fernando Trueba si un día le dan el Oscar. Todo llegará, pero el premio es hacer la película. No me selecciona­n para competir a los Oscar, pero tengo buena relación con la Academia del Cine Español. Me han dado dos Goya como guionista. Como director ya llegará. No hay que apretar.

¿Se siente querido por sus colegas españoles?

Nunca vienen a mis estrenos en Madrid. Y fui asesor del Ministerio de Cultura con cuatro directores generales, pero el sistema se rompió cuando el director fue de Convergènc­ia: Ignasi Guardans. Mi película no tiene ni una subvención del Estado, en cambio la Generalita­t sí contribuye. Los catalanes son buenos pagadores, los otros son unos inquisidor­es. ¿Y las television­es? Quien se cargó TVE fue María Teresa Fernández de la Vega, que por cierto fue a mi estreno de Ocaña, retrato intermiten­te a finales de los años setenta. Y en la época de Pilar Miró me dio sólo siete millones de pesetas cuando todas las películas recibían treinta. Me dijo que no le gustaba como productor y cuando me dieron premios, le fui sincero y se lo reproché. “Els collons es guarden per a les ocasions”.

Se ha prodigado en pronunciam­ientos independen­tistas.

Soy ciudadano del mundo, pero por el mundo me llaman catalán. Siempre he sido independie­nte. La Constituci­ón de 1978 tenía buenos propósitos, pero ya en 1981 me di cuenta de que aquello no iba conmigo. Soy demócrata e iré a votar el 1 de octubre. En mi balcón hay dos banderas con el sí.

La película reivindica derechos de minorías, también la homosexual.¿ Su cine es reivindica­tivo? De Ocaña a Sabates grosses el mundo ha evoluciona­do mucho, también en esto. Yo he venido a este mundo a pasármelo bien. He hecho cine no solo para ganar dinero sino para seguir haciendo lo que quiera hasta que me muera. Como Manoel de Oliveira, que murió a los 106 años e hizo su último film con 105.

Está recuperado de su accidente de bicicleta que le llevó a la Guttman. ¿Aún coge la bici? No, ya no. Cuando veo a la gente sin casco... y me acuerdo de Muriel Casals. Yo tuve una herida muy grave, no subcutánea sino en el cerebro. Pero me recuperé bien.

Está tan en forma que siempre que estrena le preguntan por su siguiente película y parece que promete. Será sobre los Dalí. Salen todos, la hermana, el padre, Gala, Lorca y el propio Dalí. Ya he acabado casi el rodaje. Se llamará

Miss Dalí. Incluso recojo aspectos del erotismo del pintor que sólo reveló a Lluís Permanyer y que plasmó en su libro Dalí parlat.

¿Cómo quiere ser recordado?

Que se sigan pasando mis películas. Son mis hijos, soy padre de familia numerosa. No he hecho arte sino oficio. O te dedicas a hacer dinero o haces algo que valga la pena. Lo mejor es combinar ambas cosas. Yo no estudié cine. Aprendí viendo a los mejores.

¿Le afectan aún las malas críticas?

No las leo demasiado, ni las malas ni las buenas. Una mala crítica me afecta porque puede negar que tu trabajo llegue a la gente. Prefiero las críticas que tienen cincuenta notas a pie de página. Las de los diarios locales tienen un problema: que la proximidad es mala.

Usted es de los clásicos del cine de nuestro país. Háganos la crítica del gremio. Aquí nos gastamos seisciento­s mil euros públicos en el Festival de Sitges para que los niños se pinten de zombis. No es el festival de cine de Catalunya. Pero es que hay demasiados festivales. Sólo en Barcelona hay 25: el de Derechos Humanos, el de Medio Ambiente, el LGTB...

La solución al cine catalán es...

Hacerlo bien y promociona­rlo.

¿Qué es una buena película, señor Ventura Pons?

La que cumple lo que promete. Si es un drama, que emocione. Si es una comedia, que haga reír.

 ??  ?? Ventura Pons, el jueves de esta semana, en su despacho situado en la Gran Via, en su barrio, donde vive y donde ha situado a los personajes de su última película
Ventura Pons, el jueves de esta semana, en su despacho situado en la Gran Via, en su barrio, donde vive y donde ha situado a los personajes de su última película
 ??  ??
 ?? ANA JIMÉNEZ ??
ANA JIMÉNEZ

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain