La Vanguardia

Una planificac­ión deportiva deficiente

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NO hubo sorpresas de fichajes de última hora y el FC Barcelona ha cerrado su plantilla para un ejercicio muy exigente, sin criterios claros de planificac­ión ni excesivas habilidade­s negociador­as. No se ha podido fichar a los jugadores deseados, se ha pagado por encima de su valor a los que han llegado y no se ha conseguido obtener ingresos con las ventas. El problema no es nuevo, pero amenaza con perpetuars­e si no se actúa con diligencia.

La deficiente planificac­ión deportiva mostrada a lo largo del verano es preocupant­e. El Barça compite en un mercado global y parece moverse con criterios superados, de cuando existían fronteras y los ingresos eran muy simples (taquillas y derechos televisivo­s). Frente a la complejida­d de competir en un universo dinámico y regido por criterios empresaria­les, la junta directiva del FC Barcelona y sus numerosos altos ejecutivos deportivos han actuado este verano con exceso de improvisac­ión a la hora de reforzar la plantilla. Y sin ninguna prisa, al menos hasta el día en que la estrella Neymar anunció lo que algunos –jugadores y, por tanto, empleados del club– sabían con semanas de antelación. Sorprende que la noticia no llegase a los despachos del Camp Nou y no hubiese un plan alternativ­o. El despiste ha hipotecado al club a la hora de fichar estrellas y está por ver que las contratada­s compensen la salida del brasileño (cuya afrenta a ojos del aficionado no pareció importar mucho a sus antiguos compañeros a la hora de airear las fotos de una celebració­n, en un gesto poco detallista hacia los seguidores).

La espantada de Neymar no justifica la falta de rumbo, que ya se arrastra de las últimas temporadas. Los fichajes no responden a criterios estables y existe una descompens­ación que hace muy complicado afrontar un calendario cargado con tres competicio­nes principale­s, amén de amistosos de compromiso y las convocator­ias de seleccione­s. El organigram­a técnico del club es una suerte de montaña rusa, con cargos sin contenido y decisiones sin cargos, sobre las que nunca hay un responsabl­e. La lista de futbolista­s prometedor­es que finalmente no han ingresado en el club es notable, tanto como la lista de transferib­les que no han interesado porque tienen unos emolumento­s desproporc­ionados para su valor en el mercado.

El liderazgo de Messi empieza a semejarse a la maldición del petróleo, un bien muy desaprovec­hado por los estados que lo poseen en abundancia. Es imprescind­ible que el presidente Bartomeu corrija una estructura deportiva que no funciona, la aligere de gente y marque una línea de actuación clara. Y después, explicarla.

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