La Vanguardia

Alcaldes bajo presión

Puigdemont llama a los soberanist­as a encararse con los alcaldes que no colaboren con el 1-O Ada Colau, en la batidora; los socialista­s hablan de intimidaci­ón, Rajoy les da apoyo

- Enric Juliana Madrid

Madrid Río fue una fiesta el viernes por la noche. Se celebra estos día la fiesta mayor del barrio de la Melonera y actuaba el grupo catalán Manel. Los Manel son muy buenos. Sus canciones son pequeños retratos, finos y muy irónicos, de la nueva cotidianid­ad. La vida de los jóvenes que han pasado por la universida­d narrada en estampas musicales. El concierto era gratuito y la plaza se llenó. Los Manel tienen muchos seguidores en Madrid, algunos de los cuales se saben sus canciones de memoria. La Colla Castellera de Madrid levantó un pilar de quatre, que fue muy aplaudido por un público de todas las edades. Mucha gente tatareaba en catalán las canciones. No me invento la crónica. Ocurrió el viernes por la noche en la Melonera. Canciones catalanas en la fiesta mayor de un barrio de la capital de España. Jóvenes madrileños cantando en catalán Ai, Dolors! La alcaldía de Manuela Carmena está dando una nueva orientació­n a las fiestas populares. Los tuits sobre el concierto de Manel no tuvieron mucha circulació­n. No había conflicto.

Josep Pla explica en su primer dietario de Madrid (1921), que tenía que esconder su acento catalán cuando iba a comprar el periódico, días después del asesinato del primer ministro Eduardo Dato a manos de tres anarquista­s catalanes, como represalía por la ley de

fugas, (guardias disparando por la espalda después de soltar a un detenido) y por el asesinato en Barcelona del abogado Francesc

Layret, tiroteado por pistoleros de la patronal. Escribe Pla con mucha guasa e invención: “Cuando quiero El Sol apunto al astro del día; cuando quiero La Voz me pongo la mano en boca; El Imparcial me lo procuro haciendo el gesto de lavarme las manos. La vendedora me comprende y me facilita las transaccio­nes. La gente cree que soy mudo y a los mudos no se les dice nada aunque sean catalanes”.

Parece que los tiempos han cambiado. Los Manel triunfan en Madrid. Se levantan castells en la Melonera, entre aplausos de la gente. No hay que hacerse el mudo en los quioscos de la calle Alcalá. Escasean los magnicidio­s en todo el mundo. El terrorismo ha cambiado de signo, la guerra sucia discurre por otros derroteros y cualquier incidente adquiere de inmediato una gran dimensión en los veloces circuitos informativ­os. La narración de nuestra época es una acelerada sucesión de pequeños sobresalto­s con el fatal convencimi­ento de que algún día habrá una desgracia. (Los sucesos de agosto en Catalunya). Mientras tanto, los Manel triunfan en Madrid.

Puedo certificar, después de catorce años en la capital, que el pueblo de Madrid es cordial con los catalanes y, en general, prudente con El Tema. Estos días se observan rostros de sincera preocupaci­ón. En los bares se habla de Catalunya y las borrascosa­s sesiones en el Parlament han tenido esta semana un efecto demoledor. “¿Esta gente es la que nos quiere dar lecciones?”. En la vida social prima una cierta contención. Otra cosa es lo que se hable en los despachos. Otra cosa es cuando el Homo sapiens, sea madrileño, catalán o de Ohio, se encierra en su cuarto a soplanos las con el teléfono móvil, sonríe, la pantalla le ilumina el rostro como en una película de terror, entra en Twitter, se coloca el antifaz (o no) y exclama: “¡Os vais a enterar!”

¿Qué es lo real? ¿La fraternida­d de la Melonera, o los acosos e insultos en las redes sociales? ¿La prudencia en las conversaci­ones privadas, o las columnas más inflamadas de algunos periódicos? La interacció­n entre estos distintos es lo que conforma la realidad. La sociedad española, Catalunya con ella, es más democrátic­a que en tiempos de Pla. Mas de una generación ya está plenamente formada en democracia. Es más rica, pese a las angustias y las crecientes desigualda­des. Más educada, mucho menos violenta y, sobre todo, la gente tiene más cosas que perder que en los años veinte. Las distraccio­nes son muy varia-

LA ACCIÓN POLICIAL La Guardia Civil registra la sede una publicació­n local de Valls ante protestas

MONCLOA El presidente del Gobierno reitera que nadie en Europa apoya a Puigdemont

EL PARTIDO BISAGRA Los comunes preguntan a sus afiliados si apoyan la “movilizaci­ón” del 1-O

LA INVENTIVA Jordi Turull dice que las papeletas se pueden imprimir en casa con la web del DOGC

VIGILIA Una fuerte tensión ambiental a la espera de la manifestac­ión del Onze de Setembre

das. Se puede formar parte del club de amigos de la Guerra de las Galaxias, se puede vivir obsesionad­o por la serie Twin Peaks –¡qué grande es David Lynch!–, o se puede cultivar el convencimi­ento de que Colón y Cervantes eran catalanes y se falsearon sus verdaderos nombres –Colom y Sirvent– como resultado de una gran conspiraci­ón. Hay libertad de extravagan­cia.

España forma parte de la malla imperial de la Unión Europea y comparte moneda, para bien y para mal, con la potente Alemania. La economía está muy internacio­nalizada y para el futuro de las grandes empresas es mucho más decisivo lo que pueda ocurrir en Corea del Norte en los próximos meses, que el desenlace del 1 de octubre catalán. Y sin embargo, la cuestión de Catalunya recorre el espinazo del país. Está presente en todas las conversaci­ones y se cuela bajo la puerta de la gente más incomunica­da. Es real.

El viernes, a la misma hora en que los Manel triunfaban en Madrid, el presidente de la Generalita­t, Carles Puigdemont, efectuaba en Sant Joan Despí un llamamient­o a los soberanist­as a encararse con los alcaldes que se niegan a conceder locales municipale­s para el referéndum, o que se muestran renuentes a ello, sin haber tomado todavía una decisión definitiva. Pressing total a Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, a los alcaldes socialista­s del área metropolit­ana, y de Lleida y de Tarragona. Sin logística en esos municipios, el referéndum puede quedar desarticul­ado. “Cuando los veáis por la calle, decidles: ‘Mírame a los ojos, te debes a mí’. Y de forma serena preguntadl­es: ‘¿Me dejarás votar o me impedirás que vote?’. Consigna de Puidemont: encararse en la calle con los alcaldes que disienten. Con serenidad, eso sí. Nunca un presidente de la Generalita­t de Catalunya había formulado un llamamient­o de este tipo. Las palabras de Puigdemont fueron interpreta­das de inmediato por Miquel Iceta, primer secretario del PSC, como una intimidaci­ón y un inquietant­e llamamient­o a la confrontac­ión civil. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, lanzó ayer, junto con Iceta, un mensaje de apoyo a los alcaldes socialista­s de Catalunya.

La campaña de presión sobre Colau es de una intensidad sin precedente­s. Barcelona es clave. El partido de la alcaldesa, Catalunya en Comú, activó ayer una consulta a sus militantes sobre el 1-O. La pregunta es la siguiente: “¿Catalunya en Comú debe participar en la movilizaci­ón del 1 de octubre?” Movilizaci­ón. En la pregunta no aparece la palabra referéndum. Algunos sectores del soberanism­o creen que una negativa definitiva de Colau a ceder locales municipale­s –invocando la seguridad de los funcionari­os–, puede hundirle en las elecciones municipale­s del 2019. Otros observador­es opinan lo contrario: esas elecciones aún están lejos y Colau puede ganar ahora apoyos de los sectores moderados de la sociedad barcelones­a. Incluso sor Lucía Caram, simpatizan­te de Artur Mas y Xavier Trias, participó ayer en el debate, criticando a Colau. Nadie falta a la cita estos días eléctricos.

Hay mucha tensión ambiental. La presión alcanza incluso a medios de comunicaci­ón privados de línea editorial soberanist­a que no han publicado publicidad del referéndum para evitar posibles acciones judiciales. El consejo de administra­ción del diario

Ara tuvo que publicar ayer una nota en la que justifica su decisión y rechaza las presiones recibidas. Música de fondo para relajarse: Manel.

Los comunes, pieza central en la actual coyuntura, efectuaran mañana un acto público en Santa Coloma de Gramenet con motivo del Onze de Setembre.

Pablo Iglesias

deberá pronunciar uno de los discursos más difíciles de su fulgurante carrera política. Llegó al Congreso a hombros de la indignació­n juvenil y ahora se encuentra con una movilizaci­ón de clases medias –en el sentido más amplio de la palabra– en una Catalunya siempre prometedor­a y difícil para la izquierda española. En la época de

José Luis Rodríguez Zapatero

se produjo una devaluació­n del metal de las promesas.

Seteciento­s alcaldes se han adherido al referéndum. Sobre el papel, el mapa de los ayuntamien­tos es muy favorable al soberanism­o. En Catalunya hay 940 municipios, tresciento­s cincuenta de los cuales tienen menos de quinientos habitantes. El número de alcaldes independen­tistas es abrumadora­mente mayoritari­o. El mapa impresiona. Otra cosa es la distribuci­ón de la población. Barcelona y el área metropolit­ana son decisivas. Puede reproducir­se

ahora, en términos muy ásperos, la vieja confrontac­ión entre la Catalunya comarcal y la Catalunya metropolit­ana, que fue constante en la época de Jordi Pujol y Pasqual

Maragall.

Los alcaldes soberanist­as también se hallan bajo presión. Han sido apercibido­s por el Tribunal Constituci­onal. Habrá que ver en los próximos días en qué se concreta su adhesión. El capital político del PDECat (antigua CDC) se halla depositado en esos momentos en las alcaldías de las principale­s capitales de comarca. Esos alcaldes son en estos momentos el alma del viejo partido pujolista, que intenta una nueva vida con cuadros de menos de cincuenta años. Hay preocupaci­ón.

Las medidas del Gobierno para impedir el referéndum –promesa firme de Mariano Rajoy– parecen estar en reposo, a la espera de la celebració­n del Onze de Setembre, que se prevé masiva en Barcelona. Sin embargo, ayer también hubo acción. Agentes de la Guardia Civil registraro­n la sede del semanario local de Valls, El Vallenc, en busca de materiales relacionad­os con la organizaci­ón del referéndum. Un numeroso público se congregó ante la sede de El Vallenc con gritos a favor del referéndum. Una urna de cartón fue colocada ante los guardias. Carles Puigdemont llamando a encararse con los alcaldes disidentes. La Guardia Civil registrand­o un periódico local. Aperitivos del Onze de Setembre. El conseller Jordi Turull sugiere imprimir las papeletas en casa con las impresoras domésticas. En un vídeo, la CUP ya da por acabado el proceso –en la filmación es una furgoneta que se despeña por un barranco– y anuncia que ahora viene el “mambo”.

“Los alcaldes tienen que saber que tienen detrás al Estado”, dijo ayer Rajoy desde Zaragoza. El presidente volvió a insistir que nadie en Europa apoya a los independen­tistas. Comienzan a destilarse los primeros sondeos después de los dos plenos del Parlament de esta semana. Aumenta el pesimismo político en Catalunya. Aumentan los deseos de hallar una vía pactada. Aumenta la preocupaci­ón entre los jóvenes.

 ??  ?? La Guardia Civil, ayer, en la ciudad de Valls donde registró la sede de un semanario local, ante la protesta de muchos soberanist­as
La Guardia Civil, ayer, en la ciudad de Valls donde registró la sede de un semanario local, ante la protesta de muchos soberanist­as
 ??  ??
 ?? JAUME SELLART / EFE ??
JAUME SELLART / EFE

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain