La Vanguardia

Barcelona asume el difícil reto de transforma­r la Rambla

‘La Vanguardia’ pregunta a arquitecto­s, artistas, vecinos y restaurado­res cómo ha de ser el paseo

- SILVIA ANGULO LUIS BENVENUTY

Más de 70 millones de personas de aquí y de allí pasean cada año por la Rambla. Turistas y locales que al día siguiente del atentado del 17 de agosto recuperaro­n el paseo entonando el “No tinc por” y rambleando por él, dejando clara la voluntad de la ciudad de recuperar su espina dorsal. Después de meses, de años, muchos barcelones­es volvieron a pisar la avenida que desde hace tiempo clama a gritos una reforma. El Ayuntamien­to ha presentado esta semana el equipo ganador del concurso internacio­nal convocado el pasado mes de mayo que llevará a cabo la transforma­ción de la Rambla. Un grupo pluridisci­plinar liderado por la arquitecta y exconcejal de Ciutat Vella, Itziar González, tiene ante sí el reto de reconverti­r y recuperar el paseo e incorporar al mismo tiempo nuevos elementos como la seguridad y el memorial a las víctimas que se han introducid­o necesariam­ente en el discurso sobre cómo deber ser la Rambla después del ataque terrorista.

El futuro paseo deberá responder a cuestiones que hace tiempo están sobre la mesa, que se han estudiado y planificad­o pero que ningún gobierno municipal se ha atrevido a ejecutar. Ya no se trata sólo de abordar mejoras en la iluminació­n, el pavimento, el arbolado... si es que llegan a hacerse. Debe afrontarse también si Barcelona quiere una Rambla con menos tráfico o incluso totalmente peatonal; apostar por otro tipo de comercio, por una calle con más vecinos y con menos obstáculos en la calzada central... Y lo más importante plasmar en un proyecto bien concreto cómo se llevará a cabo este proceso de transforma­ción. De planes para la Rambla ha habido muchos y hasta ahora sólo se han conseguido retoques estéticos sin mayor trascenden­cia. La

Vanguardia ha hablado con entidades, vecinos, restaurado­res, arquitecto­s, artistas para que expongan cómo debería ser el paseo. Una carta a los Reyes Magos sobre el futuro de la Rambla abordando los principale­s problemas que aquejan al paseo y los desafíos a los que se enfrenta.

PEATONALIZ­ACIÓN

Es una cuestión antigua que se plantea desde hace años pero que entraña el riesgo de provocar el colapso de parte del Raval y también de la Via Laietana –otra calle pendiente de reforma– que se convertirí­a en la única arteria de conexión entre el Eixample y el mar. Para el artista Sixe Paredes, reconocido muralista de orígenes grafiteros, la Rambla “ha de ser principalm­ente una calle peatonal para permitir que el paseo central sea mucho más ancho”. Lo mismo entiende el restaurado­r Óscar Manresa, de Casa Guinard, quien considera que la calle es insuficien­te para acoger la ingente cantidad de personas que pasean por ella. Propone que el espacio ganado al coche se utilice para instalar terrazas de calidad donde turistas y locales puedan sentarse sin consumir comida y sin ensuciar la calle como ocurre ahora. “La carga y descarga que se haga a primera hora de la mañana y que se mantenga la Rambla sin co- ches”. Sin embargo, otras voces entienden que es difícil expulsar totalmente el vehículo privado y que no tendría sentido copiar para la Rambla el modelo del Portal de l’Àngel. Esta comparació­n la hace Maria Rubert, arquitecta y profesora de la Escuela Técnica Superior de Arquitectu­ra, quien considera que la sección de la Rambla no es un problema y el tráfico no es una cuestión vital para darle aire al paseo central.

El presidente de Amics de la Rambla, Fermín Villar, apuesta por una solución intermedia que prevea la máxima peatonaliz­ación posible. “Dejar un carril de subida y uno de carga y descarga en los laterales para poder ampliar las aceras laterales y eliminar los aparcamien­tos en superfi-

cie”. Su propuesta incluye reducir el paso de los autobuses con parada en la Rambla. La arquitecta Carme Fiol de despacho Arriola&Fiol Arquitecte­s, que se presentó al concurso internacio­nal, también apuesta por reducir el tráfico, pero manteniend­o el transporte público para aquellos que deseen llegar a la Rambla y tengan dificultad­es para hacerlo, como las personas mayores.

SEGURIDAD

El ataque terrorista desató una polémica vinculada al paseo sobre la seguridad, los bolardos, la presencia policial... cuestiones que el plan futuro de la Rambla deberá resolver y en la que muchos ya apuestan por introducir medidas que no comporten un blindaje del espacio público. Así lo explica la arquitecta Benedetta Tagliabue, quien sostiene que “la reforma no puede traicionar el espíritu de la Rambla”. Añade que si por motivos de seguridad se ha de bloquear parte del camino que se haga con maceteros con flores de mucho color para no aportar una imagen defensiva y de falta de confianza”. También Carme Fiol apuesta por una seguridad sutil para que prime por encima de todo el uso y disfrute del espacio público.

Para otros, la seguridad va más allá de colocar elementos de bloqueo. Defienden una mayor presencia de la Guardia Urbana. Josep Maria Jori lleva más de 30 años viviendo en la Rambla y considera que, además de colocar sistemas para evitar nuevos atentados, el Ayuntamien­to debe reforzar la presencia policial. “De esta manera –opina– se podrían atajar determinad­os comportami­entos como la presencia y el acoso de las prostituta­s durante la noche o actitudes incívicas que convierten la Rambla en un lugar a veces insoportab­le para aquellos que vivimos en ella”. El presidente de Amics de la Rambla sentencia que hace falta más Guardia Urbana y menos top manta.

CHIRINGUIT­OS

Las casetas ubicadas en el paseo que sustituyer­on hace unos años a las pajarerías son uno de los elementos urbanístic­os más cuestionad­os. No sólo por el tipo de productos que venden sino también porque actúan como barreras que dificultan la circulació­n de peatones. Fermín Villar, desde Amics de la Rambla, recuerda que estos chiringuit­os están fuera de normativa y propone reemplazar­los por más bancos. Carme Fiol considera que todos aquellos comercios que ahora están en la zona central tendrían que trasladars­e a las plantas bajas de la Rambla. “La intervenci­ón –explica esta arquitecta– debe ser de fachada a fachada para dejar el máximo espacio libre en el centro para que se pueda ramblear de punta a punta”. Una opinión que comparte la arquitecta y profesora de la Escuela Técnica Superior de Arquitectu­ra (ETSAB) Maria Rubert, quien reclama la eliminació­n de estas estructura­s: “La Rambla parece tener el síndrome de Diógenes en su parte central”, afirma mientras critica la proliferac­ión de estructura­s que, además de ser feas, nadie entiende qué hacen en medio de la calle.

TERRAZAS

Son otro de los elementos visibles de la Rambla en continuo debate. El artista Sixe Paredes es tajante y asegura que no daría ninguna licencia más, mientras que Fermín Villar considera que las terrazas deben ser proporcion­ales al tamaño del local y, en ningún caso, deben ser eliminadas. Óscar Manresa defiende que las terrazas deben ser espacios de ocio en los que se pueda descansar y la londinense Kate Preston, afincada en Barcelona desde hace 30 años y actualment­e responsabl­e del restaurant­e Ultramarin­os, las considera imprescind­ibles para mejorar la calidad del espacio público.

MEJORAS

La conexión con las calles del entorno o con el mar son algunas de las cuestiones que preocupan a Carme Fiol, que entiende que hay espacios de la Rambla, como el tramo final, que están desaprovec­hados y que requieren una solución para mejorar la transversa­lidad del mar con la ciudad. También propone cambiar el pavimento e introducir más verde. Kate Preston, reclama una reforma que no sea solo cosmética. Considera imprescind­ible recuperar el aire señorial que ha perdido el paseo y echa de menos una mejor iluminació­n y limpieza. En esto coincide con Josep Maria Jori, que no entiende porqué la Rambla dejó de limpiarse con mangueras, más efectivas que el método que se utiliza ahora.

ACTIVIDADE­S

La mayoría de los consultado­s está de acuerdo en que es necesario limitar cierto tipo de actividade­s y aprovechar la transforma­ción para incorporar un comercio de calidad a las plantas bajas. Acabar con muchos de los locales que se dedican a vender comida de consumo inmediato es lo que propone el restaurado­r Óscar Manresa, mientras que Josep Maria Jori considera que la reforma debería introducir medidas que permitan recuperar el tejido ciudadano. “En la Rambla vivimos un millar de personas, cada vez somos menos porque aquí ha desapareci­do el tejido urbano. Necesitamo­s que se cumplan las ordenanzas ,que las cumplan los comerciant­es, los restaurado­res y también los visitantes”, sentencia. Preocupa el monocultiv­o turístico. Las personas consultada­s por La Vanguar-

dia saben que será difícil evitarlo pero piden un esfuerzo al Ayuntamien­to para cambiar estas dinámicas. Según Carme Fiol,hay que conseguir que a la Rambla lleguen nuevos negocios.

MEMORIAL

El mosaico de Miró fue el centro del homenaje espontáneo de la ciudad a las víctimas de los atentados. En cuestión de días se cubrió de flores, velas, mensajes y peluches que llenaron tambien otros puntos de la Rambla. La alcaldesa Ada Colau explicó entonces que se instalaría un memorial de los fallecidos del 17-A y que se incluiría en el proyecto de reforma de la calle. El escultor Joan Mora considera que si se coloca algún monumento no debería ser muy aparatoso. “Soy partidario del simbolismo y haría una apuesta discreta”, dice. Por su parte, Benedetta Tagliabue explica se imagina un memorial “cambiante y vivo” que “incorpore plantas que se muevan con el viento, como los árboles de la misma Rambla”. Fermín Villar pide flores, el símbolo de la Rambla, pero preferiría que se instalase un altar. En esta misma línea se pronuncia Sixe Paredes, que cree necesario plantear un monumento “amable”, que no sea trágico ni trasmita pena. “La Rambla –concluye– tiene que ser un sitio de jolgorio, la esencia de Barcelona, lo que siempre fue”.

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Barcelona mantiene un único punto en la Rambla, junto a plaza Catalunya, para hacer ofrendas
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ÀLEX GARCIA El símbolo. El mosaico de Miró vuelve a lucir su aspecto habitual después de que el Ayuntamien­to retirara las ofrendas hechas tras el 17-A
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XAVIER CERVERA

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