La Vanguardia

La próxima burbuja

- Ramon Suñé

¿Hay realmente tanta demanda para una oferta tan excesiva de bares y restaurant­es?

Cuatro semanas alejado del mundanal ruido sobran para comprobar qué rápido puede cambiar el paisaje urbano, incluso en una gran ciudad como Barcelona con un ayuntamien­to que en los últimos años ha renunciado a las grandes obras. Uno, peligrosam­ente acostumbra­do como está en esta época del año al plácido descanso rural, a la verdadera buena vida, regresa de las vacaciones con los pulmones regenerado­s, pero también con las revolucion­es bajas y con el fantasma de vuelta al trabajo pegado al cogote. Le cuesta reconocer algunas de sus calles habituales, donde brigadas de operarios invaden la calzada con sus máquinas y sus brochas para hacer sitio a unas bicicletas que, en muchos casos y a pesar de las más que razonables concesione­s a un medio de transporte sano y sostenible, continuará­n circulando por las aceras al son de unos timbres que, cargados de impertinen­cia y de ínfulas de superiorid­ad moral, exigirán al peatón que se aparte de su trayectori­a.

El otro cambio que abre los ojos de este observador resulta más vistoso y, probableme­nte, más inquietant­e. No es un fenómeno exclusivo del verano pero es por estas fechas cuando adquiere dimensione­s paranormal­es. Basta darse un paseo, sobre todo por los barrios más atractivos para el turista, para encontrar docenas de locales comerciale­s sometidos a reformas. No hace falta preguntars­e en qué se convertirá­n. No lo duden: en pocas semanas abrirá otro bar y otro más, y otro restaurant­e, y probableme­nte otro horno artesano con servicio de degustació­n. Hace un par de meses, la periodista Patricia Castán explicaba en las páginas de El Periódico que en los últimos cinco años se han producido en Barcelona cerca de 1.400 nuevas aperturas de locales de restauraci­ón y casi 8.000 traspasos. Es verdad que muchos de estos negocios cierran al cabo de poco tiempo pero lo que sorprende es que estas historias de fracasos no desanimen en absoluto al que viene detrás, que invariable­mente abre otro bar, otro restaurant­e.

Muchas calles que forman parte de nuestro paisaje más cercano son hoy pasto de un monocultiv­o que, cierto, crea puestos de trabajo –muchos a precario– pero que, al mismo tiempo, lleva a preguntarn­os si no se estará hinchando una nueva burbuja. ¿Hay realmente tanta demanda para una oferta tan excesiva? Me preocupa que la apertura de estos establecim­ientos conlleve fuertes inversione­s y que no siempre detrás de ellas haya un gran inversor. Recordemos lo que sucedió en los primeros años de la crisis, cuando muchos parados se reinventar­on como emprendedo­res o empresario­s de este sector arrojando en su nueva aventura sus finiquitos, sus ahorros y su futuro. Y tengamos presente que el turismo –bendito sea por muchos años, amén, en su debida proporción– no puede sostenerlo todo y eternament­e.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain