La Vanguardia

El Madrid se atasca y empeora

Segundo empate en casa, ahora ante el Levante, en el peor partido de la era Zidane

- CARLOS NOVO Madrid

Al todopodero­so y flamante Madrid, el mismo que enamoró a su gente en las Supercopas, se le ha gripado el motor en el arranque de la Liga con dos empates caseros que se daban por dos victorias seguras. Si ante el Valencia el equipo jugó regular, pero no ganó porque Benzema falló más que una escopeta de feria, ante el Levante el Madrid dio grima. Jugó uno de los peores sino el peor partido de la era Zidane y se tuvo que conformar con un empate ante un equipo que peleará por no descender y al que la valió para salir vivo una defensa ordenada y unas cuantas triquiñuel­as de la vieja escuela para perder tiempo.

El horario fue raro, la alineación que sacó Zidane fue rara y el partido invitó más a irse a tomar el aperitivo que a otra cosa. Zidane no acertó con el once ni con los cambios, lo que no es ninguna novedad. El público, invitado al bostezo por el juego e inducido a la bronca arbitral por su presidente, la tomó con el colegiado, que no tuvo ninguna incidencia en el resultado. El esperpento acabó con la nueva grada joven, agrandada y vuelta a situar detrás de la portería del fondo sur, coreando a pleno pulmón: “Corrupción en la Federación”.

Zidane decidió que era el día ideal para las rotaciones y dio carrete de salida a Casilla, Marcos Llorente, Lucas y Theo, éste doblando por la izquierda a Marcelo, lo que no le sentó bien a ninguno de los dos. Con Modric en el palco e Isco en el banquillo al Madrid le faltó finura en el último pase. El Levante se adelantó en el marcador poco antes del cuarto de hora en un despiste defensivo de Carvajal, que jugó un partido desastroso. Poco después se lesionó Benzema y salió en su lugar Bale, al que Zidane había dejado en el banquillo tras ponerle por las nubes en la rueda de prensa del viernes.

El galés no aportó nada. Desde su lesión en noviembre está en modo ruina total. Falló dos goles cantados antes del descanso y se ganó una nueva ración de silbidos. La segunda parte estuvo desapareci­do en combate.

El fracaso de Bale como hombre punta abre grietas sobre la idoneidad de la plantilla. El Madrid dejó ir a Morata al Chelsea por una millonada pero prefirió a Borja Mayoral antes que a Mariano, que ya lleva un saco de goles en el Lyon. El de Premià había demostrado la temporada pasada que sí es un killer de área. Zidane –o quien sea– prefirió repescar a Mayoral, pero ayer lo dejó en la grada. En el banquillo no había ningún delantero, exceptuand­o al melancólic­o Bale.

La cosa se arregló algo porque sobre la media hora empató Lucas Vázquez, que cazó un rechace de Raúl a cabezazo de Sergio Ramos. Los levantinis­tas protestaro­n que el sevillano se elevó empujando a Campaña.

Si alguien esperaba alguna reacción del Madrid en el segundo tiempo se equivocó. Eso quizás fue lo peor de los blancos. Ante un equipo refugiado en torno a su portero y dedicado a perder tiempo el Madrid fue incapaz de crear ocasiones. Zidane estuvo lento con los cambios. Sacó tarde a Isco y a Kovacic y aunque estos elevaron bastante el ritmo de juego los de López Muñiz resistiero­n sin demasiados apuros.

El último cuarto fue una tortura para el público, empeñado en protestar al árbitro, y para Zidane, que se desgañitab­a desde la zona técnica. A un minuto del final Marcelo fue expulsado por dar una patada a un contrario en un caída. Era lo que faltaba para acabar de caldear el ambiente. En el añadido Kroos decidió por su cuenta acabar con tanta tontería. Se fue de todos y su remate superó al portero, pero se estrelló en el palo. Algunas veces, en la temporada pasada, el Madrid jugó igual de mal, pero entonces ese último remate entraba.

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DANI DUCH Karim Benzema en una acción del juego antes de lesionarse de gravedad en el minuto 26 de la primera parte

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