Plantar cara y resistir
El Parlament otorga su Medalla d’Honor a los Mossos, policías locales y personal de emergencias por su trabajo durante los atentados
No estamos ante una guerra de religión, por diferentes dioses o falta de oportunidades en la vida, sino en una guerra de valores”, dijo un emocionado pero contundente Josep Lluís Trapero,
major de los Mossos d’Esquadra, en su discurso de agradecimiento al recibir la Medalla d’Honor del Parlament. Y en homenaje a los valores que defiende nuestra sociedad, la más alta distinción de la Cámara fue concedida ayer a los cuerpos de seguridad y emergencias, que con su trabajo y dedicación ayudaron a paliar el horror de los atentados de Barcelona y Cambrils.
El primero de los actos institucionales de esta Diada estuvo presidido por el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, y la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y puso el broche institucional a las muestras espontáneas de agradecimiento que la ciudadanía han dedicado a estos cuerpos desde el 17 de agosto. En él estuvieron presentes miembros del Govern, representantes de todos los partidos con representación en el Parlament, los expresidentes Mas y Montilla, y las alcaldesas de Barcelona y Cambrils, entre otras autoridades. Fue un momento solemne, en el que el dolor y la emoción afloraron durante los discursos en recuerdo de las víctimas, pero que también sirvió para reivindicar la libertad y la democracia. Por espacio de una hora, se aparcaron las diferencias políticas, y las polémicas sobre si se debía haber otorgado también la medalla a los cuerpos de seguridad estatales, y se ofreció una imagen de unidad ante la barbarie. Una unidad que no volvió a repetirse en ningún otro acto institucional de una Diada marcada por la proximidad del 1-O.
“Debemos persistir en nuestra forma de vida y plantar cara, por dramáticas que sean las circunstancias”, dijo Puigdemont, que agradeció a los galardonados la gran labor realizada, valorando que ninguna instrucción – “a veces tediosa y rutinaria”– prepara verdaderamente a alguien para enfrentarse a hechos tan terribles. Y a pesar de que la amenaza terrorista pervive, quiso subrayar que la sociedad “aunque dolida, es hoy más fuerte, y vencerá”.
También la presidenta del Parlament alabó el trabajo de los cuerpos de seguridad y de emergencias, que “en la hora más crítica confortaron a la ciudadanía”. Y destacó así mismo la respuesta ciudadana, “la sociedad catalana ha sabido distinguir a aquellos que tienen una fe, un origen y unas costumbres diferentes de los radicales que no respetan la vida”, dijo. Subrayó que el terrorismo ataca la libertad que sustenta nuestra democracia y que el grito de “No tinc por!” coreado por miles de ciudadanos constata la voluntad de “no renunciar a nuestras libertades”.
Pero sin duda, el discurso más esperado y, también el más sentido, fue el del major Trapero, que habló en nombre de todos los galardonados. Convertido de forma involuntaria en uno de los iconos de aquellas terribles jornadas, Trapero tuvo un recuerdo para cada una de las 16 víctimas del atentado y, en especial, para Xavi, el niño de tres años que “quería ser policía de la patrulla canina”. Agradeció el honor recibido pero también hizo autocrítica y lamentó no haber podido evitar la tragedia. Y sobretodo reivindicó el buen hacer que cada día realizan sus compañeros, “profesionales que suplen con su esfuerzo personal las carencias que toda sociedad tiene –el presupuesto recortado o la partida que no llega–, desde la dignidad que sus uniformes representan. Eso es así siempre, pero el 17 de agosto se abrió una ventana que os permitió verlo”. Y por eso deseó que esa mirada de reconocimiento hacia los servidores públicos se mantenga.
“No estamos ante una guerra de religión, o de falta de oportunidades, sino en una guerra de valores”, dice Trapero