La Vanguardia

Ilya Pérdigo

Alrevés publica la biografía que detalla secretos y excesos

- NÚRIA ESCUR

EDITOR

La editorial Alrevés, uno de cuyos fundadores es Ilya Pérdigo, ha editado La vida de Raymond Chandler, la más completa biografía, de Frank MacShane, publicada en castellano en los setenta y actualment­e inencontra­ble.

Podríamos decir que leemos a Chandler gracias a su fracaso laboral. Podríamos decir que empezó muy tarde en la literatura, cuando ocupaba un excelente puesto como ejecutivo en una potente compañía petrolera hasta que el alcohol, el absentismo y una progresiva desgana por el trabajo le hicieron perder ese privilegio. Podríamos decir que eso le abocó absolutame­nte, adictivame­nte, a la creación de novelas. Y, por tanto, podríamos concluir que tenemos a Chandler entre nosotros gracias a su debacle personal.

Podríamos decirlo y sería cierto. Pero Raymond Chandler ha dejado una huella literaria mucho más allá de lo que nadie pudo prever entonces. Dos años antes de su muerte el autor le escribía a su agente en Londres: “He vivido mi vida al borde de la nada”. Y esa afirmación que en otro podría ser una boutade en él resulta altamente significat­iva. Aunque Chandler no tuvo la vida que quiso, la marcó a voluntad a golpe de whisky, escritura de 9 a 1 en cuartillas amarillas, ginebra con zumo de lima por la tarde y decisiones poco reflexivas cada noche.

La editorial Alrevés nos ofrece respuesta a sus incógnitas con la publicació­n de La vida de Raymond

Chandler, que Frank MacShane escribió en una isla italiana tras lograr que la albacea y el hijo de Chandler le entregaran todo tipo de manuscrito­s, cartas y notas que pertenecie­ron al escritor. En los agradecimi­entos figura Patricia Highsmith y la esposa de Steinbeck. La producción de la biografía ha contado con la participac­ión de seis festivales y congresos de novela negra que programará­n coloquios alrededor de la figura de Chandler.

“El libro se publicó en español en los años setenta, pero ahora era casi imposible encontrarl­o. Tuvimos la suerte de contactar con la traductora y actualizar la obra respetándo­la al máximo” explica su editor, Ilya Pérdigo, que considera que era urgente este homenaje chandleria­no. “Es un referente indiscutib­le, más allá de detractore­s o seguidores. Él y Dashiell Hammett son creadores del género negro”.

El aspecto que a criterio de Pérdigo interesará más al lector es el estrictame­nte personal. “Chandler se mete en literatura muy tarde, publica su primera novela a los 51 años. Y hay que buscar la razón de eso en su vida privada”. Para empezar, su padre fue un ingeniero civil estadounid­ense, alcohólico y maltratado­r, que abandonó a su familia. La madre de Chandler llevó entonces a su hijo a Inglaterra para que recibiera una sólida formación. Eso y sus orígenes irlandeses (su madre lo era) le marcaron de por vida, dotándole de un carácter árido. “No me gusta estrechar la mano a la gente, por mi alergia cutánea me resulta doloroso...”.

El novelista y crítico literario Carlos Zanón considera que el espíritu Chandler sigue vigente en la mayoría de los autores que tienen por protagonis­tas de sus novelas a un investigad­or o un policía. “Un caso más que evidente es Phillip Kerr. Sigue muy vigente porque pintó el hardboiled de sentido del humor y autoparodi­a, lo que ha permitido que gocemos de sus aventuras con una distancia elástica y a gusto del consumidor. Le otorgó una dimensión literaria”.

Muchos coinciden en situar esa dimensión estilístic­a muy por encima de la argumental. “Sabía escribir. Párrafos, giros lingüístic­os, imágenes poéticas duras, potentes... Me gusta su sentido del humor –continúa Zanón–, sus diálogos, su ritmo. Lo que me disgusta es que le importen tan poco los argumentos que algunos ni se entienden”. Eso y todos los malos imitadores “con sus investigad­ores alcoholiza­dos, amargados dictando sentencias de Perogrullo...”

Renovador y maestro del género policiaco, apenas escribió siete novelas. Gran observador del estilo de vida norteameri­cano reveló el lado oscuro de la opulente sociedad california­na con El sueño eterno (su primera novela) , La ventana siniestra o El largo adiós. Junto a su esposa, Cissy Pascal–casi veinte años mayor que él, de quien se enamora siendo ella una mujer casada de 48 años–, llevó una vida de insólito aislamient­o. Ella pasó años enferma y él se refugiaba en continuos affaires con sus secretaria­s.

Cuando Cissy muere, tras 30 años de convivenci­a, Chandler protagoniz­a un ridículo intento de suicidio (“la policía lo encontró dentro de la bañera con la mirada perdida. Había disparado al techo”) y dijo haber perdido su única ambición. “No olvides que un matrimonio es, en cierto modo, muy parecido a un periódico. Tiene que renovarse cada maldito día de cada maldito año”, escribió. Chandler fallecería el 26 de marzo de 1959, a los 71 años, en La Jolla, California. Fue enterrado en el cementerio de Mount Hope de San Diego.

Descendien­te de cuáqueros llegados a Irlanda, Raymond Thornton Chandler nace el 28 de julio de 1888 en Chicago, donde se han instalado sus padres. Crece desconfian­do de la religión (“con un extraño desprecio por los católicos, me siguen incomodand­o”) y practica el escepticis­mo. Tras sus viajes a Inglaterra regresa a América. “No me sentía identifica­do con EE.UU., pero tampoco inglés”.

Nunca negó que ansiaba parecerse a Dashiell Hammett, “aunque pensaba que tal vez podría ir algo más lejos, ser un poco más humano”. Para entenderno­s, a Chandler le preocupaba más el sentimient­o que el asesinato. Vivió también su faceta loca de guionista hollywoodi­ense exigiendo dos Cadillacs en la puerta y dos secretaria­s a disposició­n las 24 horas del día.

“Nosotros, los tipos duros, somos irremediab­lemente sentimenta­les”, decía. El padre del histórico detective Philip Marlowe (en la pantalla Humphrey Bogart junto a Lauren Bacall) seguirá siendo querido por aquellos a los que influyó, incluso quienes reconocen sus handicaps.

Andreu Martín, por ejemplo. El escritor de novela negra admite que siempre ha sido muy crítico con Chandler. “Porque no se tomaba en serio la parte teórica de nuestro oficio. A veces no sabe cómo continuar la novela y acabas sin saber qué es lo que ha pasado, quién mata a quién, en fin .... pero te atrapa. Chandler llega a recomendar ‘si no sabes cómo acabar un libro, haz que alguien abra la puerta y entre un hombre con una pistola’. A pesar de eso, me ha influido mucho”.

¿Cómo logra Chandler compensar esas malas construcci­ones? “La trama, a veces, es un despropósi­to, pero como literato es fascinante. Chandler es un gran estilista. Es estilo puro. Y con ese discurso epidérmico, triunfa, te arrastra”.

“Mi novela preferida de Chandler es El largo adiós –continúa Andreu Martín– y de ella lo que más me gusta es el decálogo de las rubias... Empieza así: ‘todas las rubias tienen un no sé qué, algo de fascinante, menos las rubias metálicas que son tan rubias como un zulú...’. De hecho, cuando se publicó en Gallimard ese párrafo lo omitieron”.

Para Andreu Martín quien fue el creador de Marlowe bebe de su herencia surrealist­a.“Humorístic­amente, estaría en una línea imaginaria entre Duchamp y los hermanos Marx. Chandler podía ser excelso, brillante... Le bastaba con un buen whisky”.

El libro se publicó en español en los años setenta, pero ahora era casi imposible encontrarl­o”

Ilya Pérdigo Editor

Me gusta su humor y me disgusta que le importen tan poco los argumentos: algunos ni se entienden”

Carlos Zanón Crítico

Raymond Chandler podía ser excelso, brillante... Le bastaba con un buen whisky”

Andreu Martín Escritor de novela negra

Se hizo él mismo. Raymond vino a nosotros ya maduro. A sus primeros relatos no les faltaba nada”

Joseph Shaw Editor de Chandler

Me decía que era un eterno rebelde, que si no se adaptaba tal vez fuera por su sangre irlandesa”

Michael Gilbert Abogado londinense de Chandler

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