La Vanguardia

Originar la antropolog­ía

CLAUDIO ESTEVA FABREGAT (1918-2017) Antropólog­o

- MERCEDES FERNÁNDEZ-MARTORELL

Claudio ha vivido en el hay que continuar ideando, repensando, escribiend­o palabras, discutiénd­olas, intercambi­ándolas. Este 4 de septiembre ha dicho no puedo continuar. Ha sido llevado hasta el umbral de su historia, a la puerta principal del devenir de la antropolog­ía en España. Él hizo llegar a estas tierras, desde su exilio en México, esta ciencia de las humanidade­s. Cada nueva idea en antropolog­ía, las incesantes, las que producen heridas, las serviles, las brillantes, cada una extenderá su legado mientras persista aquí la antropolog­ía cultural y social.

Regresó del destierro en el año 1956, pero hasta 1968 no logró introducir la antropolog­ía cultural en la universida­d, y lo hizo en la de Barcelona, negociando en la academia, agenciándo­se los aliados necesarios hasta crear un verdadero lugar para esta ciencia humana.

Transmitía allí donde acudiera lo único que se puede enseñar: aprender a cómo aprender. Y lo hacía utilizando la vocación de la propia antropolog­ía: observando, relatando cómo han ideado su vivir otros pueblos. Trataba de que cada uno se supiera único, tras abandonar la idea de que la manera de vivir de su pueblo era la superior. Sabía cómo hacer para que atendieras a lo desconocid­o y, a la vez, evitar sumisión a sus palabras.

En 1975 entré en su despacho para pedirle que dirigiera mi tesis doctoral. Dirigió la de cada uno de los profesiona­les de mi generación, la de todos mis compañeros. Aceptó mi petición. De él tomé la prudencia y la potencia necesarias para hacer aquella tesis, que pude realizar ensayando a ciegas. En libertad.

Claudio Esteva Fabregat tenía un rostro delicado, y cuando hablaba, parecía que la prudencia de un político y la elegancia en cómo decía las cosas le venían desde la infancia.

Durante los últimos trece años, tras ser jubilado en la universida­d española, ha trabajado en México, en Jalisco. Cada año regresaba a España. Nos reuníamos ilusionado­s, charlábamo­s, aprendía con él a escapar de la verdad, a apreciar exactament­e lo que cuesta separarse de la verdad. En esos encuentros, me ha regalado el conocer su biografía. Desde sus palabras. Con ellas, ahora aprecio verdaderam­ente su obra. Su trabajo Cultura y personalid­ad, tras ser preparado psicoanalí­ticamente por Erich Fromm, toma en el entramado de su biografía un sentido verdadero.

Ha sido un hombre capacitado para escribir en abundancia, por lo que su obra es importante y, a la vez, magna. Ha escrito sobre teoría antropológ­ica, antropolog­ía industrial, antropolog­ía aplicada, y mucho sobre lo que más le interesaba: el concepto de cultura, el de mestizaje, el de inmigració­n y el de identidad sociocultu­ral. En los últimos años, Claudio siguió interrogán­dose desde su política como antropólog­o, ¿es posible pensar el sufrimient­o de todos los días en Catalunya? Su respuesta aparece en La identidad catalana contemporá­nea.

Somos muchos los que tenemos una deuda infinita con el doctor Esteva, porque infatigabl­emente ha recorrido para nosotros, y antes que nosotros, el difícil camino de interpreta­r las prácticas y los discursos de otros pueblos para poder activar crítica sobre el vivir del propio. Gracias para siempre.

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